Brightseed es una empresa basada en California, Estados Unidos, pionera en biociencias y datos impulsados por Inteligencia Artificial (IA). Su enfoque está en encontrar moléculas en las plantas que generen un impacto positivo en la salud. Durante los procesos para ubicar a estas moléculas se produce gran cantidad de información, que es utilizada por los algoritmos de IA para predecir la identidad de esas moléculas. Actualmente, Brightseed tiene la base de datos más grande del mundo, 40 millones de moléculas naturales que existen en las plantas.

Esta empresa fue cofundada por Sofía Elizondo: “Yo nací en Monterrey, de padres regios, abuelos regios, regia totalmente. Nací también rodeada de emprendedores […] y como que eso para mí nunca fue un tema lejano o extraño”, dice en entrevista para Forbes México.

Sofía estudió en el Tecnológico de Monterrey y siempre tuvo gran inquietud por estudiar también fuera del país. Así que posteriormente se matriculó en la Universidad de Pensilvania. Estudió Filosofía, Política y Economía. Comenzó su carrera laboral en Boston Consulting Group en Nueva York. “Comencé a empaparme de la iniciativa privada, la manera en la que se trabaja, se genera valor […] Después, hice la maestría en California, en Stanford. Entonces, me vine hasta el otro lado del país”.

La gran inquietud de Sofía siempre ha sido encontrar nuevas maneras de resolver los problemas socioeconómicos que aquejan a tantos –también trabajó para la ONU, farmacéuticas y compañías de tecnología–. Y constantemente pensaba la manera en que se pudieran encausar los esfuerzos de la iniciativa privada hacia diversos sectores de la sociedad y hacia problemas muy específicos.   

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Una de las problemáticas que más le preocupaba a Sofía, en aquel momento, era la migración, y cómo se podían generar mayores oportunidades para todos aquellos que salen de sus países de origen para buscar otras posibilidades: “Eso siempre ha sido un hilo en mi carrera y, ahora, con Brightseed, abrirlo de una manera tan impactante, el acceso a la salud preventiva”.

Brightseed, explica, comenzó cuando conoció a sus socios: Jim Flatt y Lee Chae. Los tres trabajaban para una empresa enfocada en temas relacionados con las proteínas de las plantas: “Los tres teníamos la convicción de que, para empezar, las plantas nos pueden dar muchas otras cosas además de proteína vegetal, y son la raíz de muchas de nuestras medicinas occidentales”.

Sobre este tema, reflexiona, poco se había hecho porque no se tenía la tecnología para descubrirlo y liberarlo. Además, a los tres compañeros les causaba preocupación presenciar cómo los sistemas de salud, prácticamente en todo el mundo, debían convivir con severos problemas de enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión: “Eso nos hacía sentir incómodos, y nos llevaba a ver cómo podíamos mejorarlo; con mucha humildad veíamos la naturaleza y que había muchas cosas que no habíamos descubierto aún”.

Estos tres amigos disfrutaban trabajar juntos, con todo y lo diferentes que son en varios aspectos, no sólo en cuanto a origen, sino en edad y áreas de especialidad. Lee, por ejemplo, dice Sofía, es de origen asiático, académico del Instituto Carnegie Science de Stanford; Jim es el mayor de los dos y es ejecutivo en investigación de empresas –él trabajó en la empresa pionera en descubrir el genoma humano–. “Entonces complementamos nuestras experiencias. Y creo que uno de los ingredientes principales es tener mucha humildad”. Sofía comenta que existe gran camaradería entre los tres fundadores. Incluso, recuerda, desde la primera junta que llevaron a cabo para el establecimiento de Brightseed, se enfocaron en asentar los valores a los que la empresa debía apegarse.

El surgimiento de Brightseed

Una vez establecido el plan, recuerda Sofía, un primer inversionista creyó en el proyecto y pusieron manos a la obra. El primer objetivo, explica, fue probar que podían construir la plataforma tecnológica de IA que pudiera ser capaz de predecir la existencia de las moléculas en la naturaleza y lo que podían hacer por la salud. Una vez que tuvieran esa “predicción computacional” había que pasar a los experimentos en laboratorio para corroborar la predicción. “Cuando lo logramos, todo arrancó. Ahí se aceleró”.

Su primer enfoque fue hacia la salud del hígado y del sistema metabólico –Sofía explica que cuando existe un hígado graso, el órgano no puede “limpiar” la sangre de manera efectiva y el sistema metabólico comienza a fallar–. “Si podemos probar que encontramos moléculas naturales que generan un impacto positivo en el hígado, esto quiere decir que lo que estamos haciendo apunta para bien […] Y ahorita estamos haciendo estudios clínicos, ya en humanos, de ese primer descubrimiento. Ya lanzamos un producto relacionado en tema de salud digestiva”.

Esta empresa abrió un laboratorio en California, en el que procesan y fraccionan las plantas con instrumentos sofisticados. Durante todo este proceso generan gran cantidad de información, que posteriormente se utiliza para los algoritmos de IA y predecir la identidad de las moléculas.

Sofia Elizondo
Foto: Brightseed.

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Después de casi cuatro años de construir la plataforma de investigación, esta empresa logró tener bioactivos –las moléculas naturales de las plantas­–, que son adquiridos por diversas empresas que buscan añadir ingredientes nutricionales en sus suplementos, comidas o bebidas. “Ahorita estamos empezando a trabajar con empresas farmacéuticas que también quieren usarlas para formular medicinas”. Actualmente, sus clientes son empresas como NutriQuest, KuliKuli, Ocean Spray, Danone, ADM, United Soybean Board, Bill and Melinda Gates Foundation, entre muchos otros –la gran mayoría en Estados Unidos–. “Estamos usando nuestra plataforma para buscar bioactivos para los temas de salud que estos clientes quieren solucionar y, juntos, llevamos estos bioactivos al mercado como ingredientes nutricionales”.

La siguiente etapa de la empresa, explica, es generar sus propios productos directo para los consumidores. “El año pasado se lanzó el primero al mercado, y los siguientes cinco vamos a ver otra media docena. Eso me emociona mucho”. Actualmente tienen clientes en Europa y próximamente en Asia.

“Brightseed es una empresa que crece muy rápido. Y los retos que llevamos son diferentes cada dos años […] Somos casi 100 personas, y lo que sigue es prepararme para ser líder de una empresa de 500 o de mil”, dice entusiasmada.

Sofía confiesa que el camino no ha sido fácil. Muchas fueron las dudas que surgieron sobre su propio desarrollo cuando decidió ser mamá. “Cuando tuve a la primera hija, yo estaba traumada. No entendía cómo le iba a hacer para ser buena madre, trabajar al mismo tiempo y levantar una empresa. Y salió”.

La también directora de Operaciones de Brightseed actualmente tiene dos niñas. Y considera que el miedo y la incertidumbre que ha llegado a sentir le causan curiosidad y ánimo para seguir. “Lo que importa es (pensar) cómo le voy a hacer para que sí salga. Ya luego volteas para atrás y dices wow, acabo de subir una montaña que desde abajo se veía enorme”, concluyó.

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