El concepto de infraestructura representa todo un sistema a disposición de la ciudadanía. De hecho el PNUD define la infraestructura no como un fin en sí mismo, si no como un medio para asegurar la entrega de bienes y servicios que promuevan la prosperidad y el crecimiento, que contribuya a la calidad de vida, incluyendo el bienestar social, la salud y la seguridad, así como la calidad del medio ambiente.[1]

Sin embargo, la actual crisis de cuidado que estamos viviendo, nos está mostrando que los gobiernos han invertido y priorizado la infraestructura de categorías como transporte, movilidad, energía y telecomunicaciones, y sectores relacionados, obviando la salud, la seguridad y el medio ambiente, áreas que resultan totalmente decisivas para dar respuesta y hacer frente a situaciones como la que estamos viviendo en la actual contingencia Covid-19.[2]

Según la Organización Mundial de la Salud, se recomienda que los países inviertan 6% del PIB en infraestructuras del cuidado. Sin embargo, en América Latina y el Caribe, el porcentaje invertido en salud, es del 4% del PIB[4]. ¿El resultado? Ya lo sabemos. Cientos de miles de personas que no tienen acceso a la atención básica de salud y países totalmente desprotegidos ante la pandemia que estamos viviendo.

¿Qué es la infraestructura del Cuidado?

Potenciar la infraestructura pasa por invertir en el cuidado en todo su espectro, es decir, comprender que la infraestructura hoy en día tiene que entenderse como todo aquello que es indispensable para hacer frente a las necesidades palpables y evidentes de los retos que estamos viviendo como sociedades, para combatir las crisis provocadas por nuestra ceguera excesivamente centrada en el “desarrollo” de industrias y sectores que hoy en día, a pesar de estar en declive, siguen llevándose gran parte de los presupuestos. 

Si algo dejó claro el momento que estamos viviendo, es la falta de infraestructura en términos hospitalarios, pero también en la falta de empatía social hacia quienes han padecido Covid, y todo tipo de discriminaciones que se están potenciando en esta pandemia y “nueva normalidad”.

Así pues, construir infraestructura del cuidado implica mirar y entender el desarrollo desde una perspectiva mucho más amplia y centrada en las personas, en las que la falta de acceso a la salud y la seguridad pública son dos de las principales brechas de desigualdades actuales, potenciadoras de serias injusticias sociales.

Invertir en infraestructura de cuidado es estar preparados para poder responder a las actuales y próximas pandemias y contingencias sanitarias, los próximos desastres ambientales, y de manera imperante, para poder combatir  las desigualdades y discriminaciones sociales que estamos viviendo, en concreto la violencia de género y la falta de espacios públicos seguros para la mitad de la sociedad, la población femenina.

Teniendo esto en cuenta, consolidar una infraestructura del cuidado pasa necesariamente por incluir en su desarrollo una perspectiva inclusiva, de género y ambientalista, que tome en cuenta el desarrollo y el involucramiento de las personas que conforman parte de la sociedad, en el conocimiento del cuidado social y medioambiental, y de los protocolos de seguridad que esto implica.

En este sentido, esta infraestructura del cuidado tiene que fomentar y potenciar desde la iniciativa pública y la privada el trabajo con masculinidades en la creación de espacios seguros para tod@s, ayudando a desarrollar entre la población masculina (estudiantes, funcionarios del estado, políticos, legisladores, personal de seguridad ciudadana, líderes empresariales, activistas, sindicalistas, personajes públicos y sociedad civil en general) una mayor conciencia e implicación en el desarrollo de masculinidades positivas donde los hombres seamos parte de la construcción de espacios públicos libres de violencias, pues estadísticamente somos generadores de múltiples tensiones en el espacio público.

Es hora de que los gobiernos y la iniciativa privada se den cuenta de que les conviene invertir en una infraestructura del cuidado que ayude a que en situaciones de crisis socio ambientales como las que vivimos, no se paralicen sus viejas infraestructuras y modelos económicos basados en un modelo de “desarrollo” que en realidad, como se está viendo y viviendo, es insuficiente y absolutamente insostenible.

En definitiva, esta infraestructura del cuidado tiene que potenciar en el presente, modelos, procesos y sistemas que atiendan y den respuesta firme a las necesidades que empiezan a ser palpables y evidentes de los retos que estamos viviendo como países, enfocándose por lo tanto, y como apunta  Jacques Attali, en los sectores de la economía más importantes para el futuro de de la vida de la humanidad: cuidados, protocolos de seguridad, salud, educación, higiene, alimentación, agricultura, cultura digital, entre otros. Así pues, una infraestructura que realmente está dirigida a que las personas, y no las empresas, seamos el centro.

Aún estamos lejos de terminar la actual crisis; sin embargo, es precisamente en estos momentos donde podemos y tenemos que replantear de qué manera nos estamos relacionando con nosotr@s mism@s, entre nosotr@s y con el mundo que habitamos.


[1] http://www.iirsa.org/admin_iirsa_web/Uploads/Documents/cat_santiago12_1_pnud_lopez_rello.pdf

[2] https://ciep.mx/financiamiento-del-sistema-de-salud-antes-durante-y-despues-de-covid-19/

[4] Financiamiento de la salud en las Américas. https://www.paho.org/salud-en-las-americas-2017/?post_type=post_t_es&p=290&lang=es

Contacto:

@nickonogués es Activista defensor de los Derechos Humanos y Medioambientales, divulgador creativo, consultor estratégico y fundador del Instituto #demachosaHOMBRES y MIRACLE, consultora experta en activismo empresarial.

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