El proceso electoral 2018 ha entrado en su recta final, de hecho, para muchos, las campañas ya finalizaron con el inicio del Mundial. Sin embargo, aún hay tiempo para posibles eventos que puedan suscitarse en el contexto de lo que queda de las campañas, que eventualmente puedan incidir en las tendencias que se han presentado hasta ahora. Tal vez lo más relevante de este momento sea la batalla por el segundo lugar, misma que se librará mediáticamente, con el apoyo de encuestas que surgirán de varias fuentes, fidedignas o no, además de declaraciones en medios y redes sociales. Para Andrés Manuel López Obrador, es muy importante dejar en la mente de las personas que su ventaja es abrumadora, aunque no necesariamente pueda serlo, porque así incrementa la expectativa de una elección decidida. Pero para Ricardo Anaya y José Antonio Meade es fundamental que se les ubique en el segundo lugar, aunque las encuestas serias indiquen que alguno de ellos no lo está, pues es ahí donde se libra la batalla más encarnizada de esta recta final de la elección presidencial. El segundo lugar es relevante, no únicamente porque la percepción de quién está en él pueda alimentar un caudal de votos útiles que lo acerquen al primer lugar, sino porque también habrá un efecto secundario para fortalecer las candidaturas en las elecciones legislativas federales y locales, así como en los ayuntamientos, en aquellos lugares donde también las habrá. Pero también es importante, porque fortalece los mecanismos de identidad y cohesión de grupos que funcionan en el contexto de los partidos, que requieren de incentivos para funcionar el día de la elección. Si estos grupos trabajan para un candidato que no tiene expectativa, pues entonces pueden buscar otras opciones u operar con menor efectividad que si dicho candidato tuviera una posición de fuerza y competencia. A nadie le gustaría trabajar para un tercer lugar, por eso el discurso de Meade en los días recientes para hacer ver a las y los votantes, pero fundamentalmente a sus grupos de apoyo, que aún mantiene una posición de competencia por el segundo lugar, para que no se desvanezca el interés del trabajo hacia él. También por eso se pueden explicar los mensajes al interior del mismo PRI, donde se llama a las y los priistas a votar por el candidato del PRI, lo que parecería ilógico. Podemos ver también esta misma condición en el hecho de que los candidatos en México, usualmente salen el día de la elección a declararse ganadores. Entre otras, la razón fundamental es que, debido al diseño del sistema electoral, no pueden conceder su derrota cuando aún los votos se están contando en las mesas directivas de casilla. Si algún candidato dice que es posible que haya perdido, sus representantes tendrán escasos incentivos para mantenerse en el escrutinio y cómputo, con lo que podrían abandonar la casilla, lo que dejaría al partido sin el acta correspondiente para posteriormente ejercer alguna acción legal o, simplemente, sin la información de dicha casilla. Es por ello que la batalla por el segundo lugar es fundamental, pero el efecto que eso puede tener a estas alturas del proceso, es que se dividan los votos entre los contendientes por el segundo lugar, reduciendo su eficiencia con respecto al primer lugar, pero también con respecto a la elección de quienes integren el congreso y eso puede tener un efecto mayormente negativo en el caso de las y los candidatos del Frente, por la forma en que la votación por Morena se pueda consolidar en cada distrito y estado, con respecto a sus contendientes.   Contacto: Twitter: @aglopezm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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