- Reforma fiscal: una rebaja general de impuestos, simplificando el sistema para reducir los tramos del impuesto para los individuos en función del nivel de renta, así como reducciones a los impuestos para las empresas.
- Inversiones públicas para crear empleo y elevar la productividad, con participación privada en infraestructura (carreteras, puentes, túneles, aeropuertos, energía, telecomunicaciones, escuelas y hospitales) por hasta un billón de dólares al año dos mil veinte.
- Proteccionismo -o como lo denomina el mandatario, justo-, para revertir la deslocalización industrial estadounidense; seguirá en su mira reformar a modo el TLCAN y junto a ello presionar para que cambien los lineamientos de la Organización Mundial de Comercio bajo el argumento de que grandes exportadores como China están jugando chueco.
La reforma fiscal en EU es un huracán para México
Debemos ser capaces de aumentar la productividad del gobierno, incluyendo el modelo fiscal con elementos de eficiencia y equidad, lo cual no es nada sencillo.
Por Carlos E. Palencia Escalante*
El mundo o cuando menos los Estados Unidos, hace un viraje al pasado, vuelve la vista a fórmulas añejas en busca de soluciones para problemas modernos, contemporáneos, complejos y de difícil solución. Con ese modo de pensar nos enfrentamos ahora a un hecho consumado y de inmediata aplicación: la reforma fiscal en los Estados Unidos y, ahora sí, tenemos que reaccionar como país y elaborar una verdadera reforma hacendaria, es decir, no sólo por ajustar impuestos sino por la forma en que se elaboran los presupuestos públicos y más importante aún, la manera en que gaste el gobierno pues al ritmo que lo hace no habría ingresos que alcancen.
Enfatizo en lo último, el gasto público: no podrá ser una fórmula de crecimiento. A partir del próximo mes —enero de 2018— habrá de asegurarse que la inversión gubernamental sea productiva y que repercuta favorablemente en el resto de la economía, que el comportamiento del consumo público se recomponga a favor del consumo privado, que dicho consumo privado no se base en el crédito, que la inflación no se dispare y que se mantenga la estabilidad macroeconómica.
Me pregunto: ¿se podrá hacer todo esto en un año electoral, que además es complejo en las plataformas y propuestas que plantean los candidatos más visibles? ¿El enorme gasto de las campañas se podrá reorientar hacia el gasto social, a la salud, a la educación y la infraestructura?
Preguntas que generan más inquietudes. Por eso, además de la reforma fiscal estadounidense, pido a quienes están leyendo esta opinión que recuerden algunos de los planteamientos que hizo el presidente de nuestro vecino país en relación con temas económicos: