Uno de los temores que se replicó días antes de la elección, fue la reacción de diversos actores y organizaciones en el caso de que Andrés Manuel López Obrador ganara. Sin embargo, el dólar no sufrió cambios relevantes y el mercado de dinero en México tampoco tuvo un efecto importante, pues los impactos en ambos casos, se debieron fundamentalmente a otros indicadores dados a conocer el lunes, que al resultado de la elección ¿Qué pasará en el proceso de transición? En una primera instancia, debemos considerar que el triunfo de AMLO se da en el contexto de una alianza amplia, en la que confluyen diversos intereses, muchos de ellos completamente contrapuestos. Es la razón por la que el gabinete que se anunció, está integrado por personajes que, en general, no son militantes o dirigentes de Morena, sino que están por encima de los grupos que integran a dicho movimiento. En ese contexto, el hecho de haber anunciado a dicho gabinete, imprimió un espacio de tranquilidad a los diversos actores que ven en ellos un posible contrapeso al discurso y los intereses que confluyen en Morena. En segundo lugar, la alianza presenta fuertes contradicciones en su base, que tendrán que ser resueltas en los primeros meses e, incluso, año de la administración de López Obrador. La integración de Morena implica desde grupos de la vieja izquierda de los sesentas y setentas del siglo XX, pasando por ex militantes de todo tipo que van desde el PRI, PRD, PAN, PANAL, PVEM y MC, hasta actores que se ubican en el contexto más conservador. Eso sin contar con que el PT tiene su propia agenda que, si bien es pragmática, también puede incrementar el costo de su apoyo. Al momento de diseñar política pública ¿qué visión predominará? La de los sectores más a la izquierda o más a la derecha de la alianza o, incluso, la misma posición de López Obrador, que muchos desconocemos debido a la ambigüedad que le caracteriza, sobre los aspectos más relevantes de la problemática nacional, donde el discurso conciliador en la aceptación de su triunfo, contrastó con el discurso más radical que dio en el zócalo esa misma noche, obviamente ante públicos distintos, pues uno es la ciudadanía en general y el otro son sus electores. En ese contexto se dará la transición durante estos meses, donde primero tendrá que resolverse la elección hacia el mes de septiembre para que pueda ser declarado presidente electo y, luego, avanzar hacia la configuración de un planteamiento de gobierno más claro para la toma de protesta en diciembre. Aunque es posible que la administración actual hubiera ya planteado puentes de negociación durante la campaña, estos tendrán que ser cerrados a lo largo de estos meses de tránsito. Por lo pronto, es posible que algunos grupos de la nueva administración se integren a procesos de toma de decisiones como la negociación del mismo TLC, la construcción del presupuesto 2019, la designación de diversos cargos como las fiscalías, los temas de energía, infraestructura como el aeropuerto, entre otros, lo que hará el proceso más terso y con más certezas para quienes están involucrados. En realidad, los procesos de transición no tienen sobresaltos relevantes, más aún cuando el margen de victoria de la administración entrante es tan amplio, pues los actores están acotados en su acción. Sin embargo, en el caso de México, donde el tiempo entre la elección y la toma de protesta es tan largo, se generan espacios de incertidumbre y ciertos vacíos en los procesos de toma de decisiones. Tal vez el único momento de posible sobresalto, pueda darse en la integración del congreso en septiembre, pues la alianza ganadora se sentirá apoderada y con cierta soberbia, lo que puede generar conflicto en la integración de los órganos de gobierno y comisiones de las dos cámaras.   Contacto: Twitter: @aglopezm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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