Resulta difícil descifrar si el discurso dado este 1 de diciembre por Andrés Manuel López Obrador en el marco de su toma de posesión como presidente de la República generará tranquilidad entre los grupos insatisfechos con su llegada al poder y algunas de las decisiones que ha tomado, como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), o por el contrario más rispidez. Y es que fueron dos los tonos en los que manejo su discurso de aproximadamente una hora: uno de conciliación en el que llamó a perdonar y dejar atrás cualquier tipo de persecución contra políticos y entes privados, y otro en el que acusó de los grandes problemas del país a quienes se han enriquecido por décadas del presupuesto del Estado, a costa de “amiguismos” e intereses particulares. En esa dicotomía entre señalamientos y perdón, dos tópicos dominaron su discurso. Uno de ellos el neoliberalismo y otro la corrupción. Éste último, no podría haber quedado de lado en el acto de abanderamiento. A lo largo de su campaña se refirió a la corrupción como el principal problema de México y se comprometió a erradicarla ‘desde arriba hacia abajo’, convirtiéndose en uno de los compromisos que lo apuntalaron como ganador indiscutible en la pasada elección presidencial. También puedes leer: Análisis | AMLO y la carrera por sus primeros 100 días como presidente La corrupción la vinculó al neoliberalismo, un sistema económico que, dijo, se nutre de intereses particulares, que toma decisiones a partir de un tipo consejo que manda sobre el poder político. En su mismo mensaje buscó ‘enfriar’ dos temas que han sido usados por sus detractores para señalarlo como un peligro: el endeudamiento y su posible reelección. Sobre el primer tema se comprometió a no endeudar más al país, argumentando que las administraciones anteriores no dejaron margen para ello, ante el exceso de deuda pública actual; sobre su reelección dijo compartir el pensamiento democrático de Francisco I. Madero de no reelección. Incluso, aseguró, su mandato será sometido a consulta cada determinado tiempo. Separar al poder político del poder económico fue otro de los mensajes al término de su discurso, pero en la nube de palabras y connotaciones, la interpretación volvió a ser confusa entre separación o ‘divorcio’ con el poder económico. El tiempo lo dirá.

 

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