Los partidos tradicionales se desdibujaron en la pasada elección, la mayoría de los ciudadanos votó por candidatos, no por partidos, estas instituciones políticas llegaron al grado máximo de desprecio y desprestigio. Hace algún tiempo la población inició la catarsis contra los partidos cuando aparecieron las candidaturas independientes, aunque sólo funcionaron como un bálsamo; más tarde votaron por candidatos que llegaron a Morena mostrando su desafiliación a esas viejas maquinarias políticas. México votó por hartazgo y en contra de los partidos y sus políticos, sin darse cuenta otorgó mayoría a un partido político nuevo que absorbió a los mismos políticos de siempre. La ciudadanía quería un cambio y lo obtuvo, pero además es responsable del nacimiento de la hegemonía de un movimiento político en plena construcción. Estamos en un momento histórico que recuerda lo que nuestro país vivió en el año de 1929, cuando se fundó el Partido Nacional Revolucionario, antecesor del PRI. Morena se fundó como un partido de izquierda, dentro de la pugna electoral se posicionó como la izquierda más radical dentro de la geometría política, mucho más lejana que el PRD. Ahora, en su transición a tomar posesión de la Presidencia, va camino a colocarse en el centro-izquierda, perfil político que ocupaba en su partido de origen, el PRI. Los demás partidos tendrán que refundarse, todos quedaron en la lona y de la peor manera: con menos recursos económicos y puestos políticos de poca trascendencia para mantener el poder y conseguir mayores recursos. Ahora es tiempo de pensar en una refundación, para lo cual deben volver a generar una ideología y un liderazgo que tardará mucho en penetrar en la ciudadanía, no sin antes tratar de encontrar a los culpables de su caída o buscar las placas del camión que los atropelló. Además, toda esta labor la van a tener que realizar en el peor de los escenarios: de frente a una hegemonía aplastante, con la capacidad de maniobrar en los Congresos para comprarlos cuando los necesiten y desecharlos cuando no les convenga; en el ámbito social se toparán con el desprecio de la ciudadanía y la poca atención a una oferta política que suena a vieja y fracasada. Ese es el precio de la hegemonía que la mayoría de los ciudadanos otorgó a Morena. El único camino que puede servir de contrapeso al gobierno de Morena es el de aglutinar a todos los ciudadanos que no estén de acuerdo con el resultado de la elección para convertirse en los verdaderos vigilantes de los resultados del nuevo gobierno. De esta manera se generaría un movimiento encargado de vigilar la actuación de las nuevas autoridades desde la sociedad civil e ir ganando un espacio que otorgue equilibrio al poder político del próximo sexenio.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Marcovherrera YouTube: El Marco del Poder Google+: Marco V. Herrera Berenguer Blog: El Marco del Poder Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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