“México no pagará por un muro. Ni ahora, ni nunca.”
Enrique Peña Nieto, presidente de México
Entre 1949 y 1961, más de 3 millones de alemanes habían cruzado de Berlín Oriental (socialista) hacia Berlín Occidental (capitalista) huyendo del régimen socialista cada vez más estricto y austero. Para frenar la migración y, en un intento por detener la fuga de talento joven, la noche del 12 de agosto de 1961 el gobierno auspiciado por el Kremlin construyó en su totalidad el Muro de Berlín, emblema del bipolarismo y la confrontación entre las grandes hegemonías que dictaban el ritmo del orden internacional en ese entonces. Incontables son las historias de familias separadas, personas maltratadas e intentos fallidos de escapar de aquel régimen autoritario; porque evidentemente, el muro no logró detener la migración como se esperaba. De la historia contemporánea, este es un capítulo que, a pesar de haber cerrado con la reunificación de Alemania y el colapso del Muro de Berlín en 1989, dejó a su paso una herida profunda y un tejido social lastimado. Igualmente, lamentable es la historia del muro construido en 2002 por Israel para “proteger” los asentamientos judíos en la franja de Gaza. El muro ha aislado los suburbios palestinos del centro de Jerusalén y ha dificultado enormemente la conciliación entre los grupos sociales árabes y judíos, los numerosos controles que, a modo de retén, examinan a detalle a los ciudadanos palestinos que requieren cruzar al otro lado para ir al colegio o al hospital aumentan día a día el encono, la violencia y la tensión entre Israel y Palestina. En 1948 terminaba la primera Guerra de Cachemira, en la que India se adjudicaba dos terceras partes de Cachemira, Jammu, y Ladakh, pertenecientes a Pakistán. Con esta guerra, miles de familias quedaron divididas debido al estricto control militar que apoyado de un muro, minas y alta tecnología, busca frenar el avance del terrorismo en la región. Esta frontera se ha convertido en una de las más volátiles a pesar de su estricta línea de control migratorio que corre a todo lo largo de la frontera en Cachemira no reconocida por Pakistán. Bajo el mandato del presidente Bill Clinton en 1994, Estados Unidos inició la Operación Guardián comandada por Janet Reno, entonces Fiscal General. Una de las acciones de esa Operación fue la construcción de una valla de seguridad que frenaría la migración ilegal a los Estados Unidos en una parte de la frontera con México. Desde entonces, varias han sido las iniciativas estudiadas por el Congreso estadounidense para construir lo que sería en proporción, un proyecto comparable a la Muralla China y en dinero, tan costoso que Estados Unidos no tenía ni tiene la capacidad presupuestal para enfrentar. Ya es conocido el reiterado discurso de Donald Trump acerca del muro. Desde 2016, ha insistido en que es México quien debe financiar la consolidación de una de sus promesas de campaña más importantes. No obstante, dentro y fuera de su país, Trump se enfrenta a grandes opositores, que recordando los escenarios vividos en Berlín, Jerusalén y Cachemira, aseguran que un muro no es la solución a la actual situación en materia migratoria, ni de seguridad que atraviesa su país. A pesar de que la migración de mexicanos hacia Estados Unidos ha disminuido significativamente, Trump argumenta que, al ser un país de tránsito, México representa el puente perfecto para los migrantes del centro y sur del continente que buscan alcanzar el “sueño americano“. Trump debe recordar, que su principal enemigo está en casa. El consumo de estupefacientes y el control de armas son temas que aquejan profundamente la estabilidad de su agenda nacional. Debe entender ya que el muro no es la solución y que, en definitiva, no seremos los mexicanos quienes paguemos por él. Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
