Durante 2017, fuimos testigos de un cambio en la política exterior de los Estados Unidos, aunque aún no está claro el destino final que tomará su estrategia, sí tenemos claro que la ofensiva e intolerancia hacia los asuntos de la agenda internacional lograron sobrevivir al discurso de campaña para transformarse en una realidad de la figura presidencial que ostenta Donald Trump. A su llegada a la Casa Blanca, el presidente estadounidense ha mantenido de manera constante el desafío a las normas que dicta la diplomacia tradicional y ha mantenido la rigidez al responder tajantemente a la más mínima provocación o amenaza a su objetivo principal: poner a “América en primer lugar”. De la historia, el Trump tiene mucho que aprender, sobre todo que las negociaciones a veces fallan, y que a veces también se requiere la capacidad para actuar juiciosamente en el momento adecuado. Trump debe recordar que los adversarios suelen ser impredecibles, por lo que en los casos como el de Israel, Irán, China y Corea del Norte, una política de confrontación solo puede llevar a la destrucción del muy frágil orden internacional. Las confrontaciones que en el marco de las Naciones Unidas (Asamblea General, UNESCO, y Consejo de Seguridad) ha tenido EU han llevado al mundo a temer una catástrofe como en los tiempos de la Guerra Fría y la permanente carrera armamentista. 2018 es un año que se antoja de amplios retos económicos, políticos y sociales; será un año electoral en varios países de América Latina (incluido México), región que sigue representando una zona de influencia vasta y estratégica. Así mismo, las negociaciones comerciales sobre acuerdos regionales también aguardan el inicio del próximo año para ser concluidas. Necesariamente se tendrá que definir con claridad la postura de EU en los diferentes frentes de negociación a fin de consolidar un liderazgo que hasta el día de hoy no ha logrado poner fin a los conflictos regionales que más preocupan a la comunidad internacional. Desde la agenda contra el Cambio Climático hasta el establecimiento de su embajada en Jerusalén, la prioridad de la diplomacia estadounidense ha sido el mantenimiento y aseguramiento de su soberanía, incluso si esto representa ir en contra de aliados tradicionales, ruptura de acuerdos internacionales o violación al derecho internacional. Así las cosas, tendremos que esperar a ver si, como dijo la embajadora estadounidense ante el pleno del Consejo de Seguridad y ante el de la Asamblea General, embajadora Nikki Haley, Estados Unidos tendrá presente a aquellos países que fueron en contra de las acciones de su país en favor de su soberanía, sobre todo, cuando esos países recurran o pretendan recurrir a EU en momentos de crisis, catástrofe o guerra, o bien, si con el tiempo llega el olvido y con esto, el mantenimiento de numerosos fondos de financiamiento a programas de ayuda humanitaria y de preservación de la democracia alrededor del mundo.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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