Muchos mexicanos y mexicanas están peleados con el dinero. Algunos consideran que es la razón de todos los males y, por ello, hasta lo rechazan de su vida. Es común escuchar frases como: “Si tengo dinero, me van a secuestrar”, “el dinero separa familias”, “los ricos son tacaños”, “los empresarios son explotadores”. Muchos crecieron en entornos familiares o sociales donde fueron programados para estar en pleito con el dinero: si no sabes cómo hacerlo, entonces recházalo; si no sabes a quién culpar de tus problemas, entonces culpa al dinero o a los administradores de éste. Otros, por el contrario, han vivido persiguiéndolo desesperadamente, por creerlo la salvación de todos sus problemas y para presumir sus conquistas materiales. Ni los primeros, que lo rechazan, ni los segundos, que lo desean vorazmente, están en paz con éste, ya que no están en paz consigo mismos. En nuestro país, por más que este gobierno fomente la distribución del dinero para sacar a una parte de la población de la pobreza, esto no será suficiente ni sustentable a mediano plazo. Para que México se desarrolle, se requieren dos cosas: generación de riqueza y una distribución más justa de la misma. Sin embargo, si culturalmente estamos peleados con el dinero, y el gobierno actual potencia esta programación social, no será posible la generación de riqueza, y cada vez habrá menos que repartir. El discurso antineoliberal, poco explicado a la población, está generando una enemistad aun mayor contra todo lo que suene a riqueza o abundancia económica. El enfrentamiento de Poderes alrededor de la definición de sueldos en la administración pública está construyendo la impronta cultural de que “ganar más de 108,000 pesos (sueldo del presidente) es injusto”. A esto sumémosle el regalar recursos a diestra y siniestra sin motivar a los receptores a agregar valor para merecerlo. No necesitamos una generación de ciudadanos peleados con el dinero que sólo aprenda a estirar la mano, sino una capaz de multiplicar los recursos para el bien individual y colectivo. Nuestro país requiere de una mejor educación en todos los aspectos, pero también una que permita emprender negocios que generen empleo y flujos económicos. Necesitamos más y mejores Pymes, acceso a créditos económicos, inversión nacional y extranjera, construcción sustentable de infraestructura y áreas de ventajas competitivas claramente definidas. En lo personal, considero que la mejor abundancia material es la que nace de acciones personales de abundancia interna. Es este terreno en donde creo que reside el gran pleito y la confusión alrededor del dinero: el pleito no es contra éste, sino contra la ambición desmedida que surge de dolores emocionales internos, la corrupción, la ineficiencia, la desigualdad de oportunidades y la injusticia. Para comenzar a estar en paz con el dinero, generar abundancia material en lo individual y contribuir con la abundancia colectiva que fomente el desarrollo nacional es necesario que cada cual esté en paz con cuatro territorios básicos alrededor del dinero:
  1. Fuentes de ingreso, en donde agregues valor y crezcas como persona, que sea un trabajo ético, que te apasione.
  2. Lenguaje y pensamientos alrededor del dinero, entendiendo que el dinero no tiene vida propia sino que tú le asignas creencias y significados con los que promuevas atraerlo éticamente en lugar de rechazarlo inconscientemente.
  3. Esquemas de ahorro, haciéndolo de la mejor manera y obteniendo rendimientos.
  4. Formas de gastarlo, haciéndolo inteligentemente, sin generar tanta deuda.
El presupuesto público es finito, aunque el gobierno actual esté prometiendo como si no lo fuera, y generando pérdidas millonarias, como es el caso por la cancelación del NAICM. El pleito interno por el recurso será por demás extenso. Sólo espero que el gobierno no traslade sus conflictos internos alrededor del dinero a la población externa, porque, en realidad, necesitamos una población en paz con el dinero, multiplicador, y no en guerra con éste.   Contacto: Correo: [email protected] Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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