Con el telón abajo durante casi un año por la pandemia de Covid-19, a la industria del teatro le tomarían 10 años para recuperar los número que manejaba en 2019, ya que es un actividad que depende enteramente de la aglomeración de personas, estimó Samuel Sosa, presidente del Colegio de Productores de Teatro de la Ciudad de México. 

Los teatros son una caja negra, una cápsula donde se controla el más mínimo ruido o más pequeño destello de luz, para así crear una esfera que traslade a una aglomeración a un bosque encantado o a una ciudad que está del otro lado del mundo. 

En ese sentido, el modelo de negocios de esta industria choca totalmente con las medidas sanitarias para prevenir la propagación del Covid-19; por ello sería tan difícil la reactivación económica de este sector con tantas limitaciones en el corto y mediano plazo, coincidieron varios productores teatrales. 

En entrevista para Forbes México, Samuel Sosa advirtió que la recuperación financiera para los teatros podría comenzar hasta que puedan operar al 100%, ya que dependen en gran medida de la confianza de la gente para asistir a grandes eventos en lugares cerrados, además que esto sea avalado por las autoridades sanitarias. 

“Ahí veremos cuántos teatros cerraron, cuántas compañías desaparecieron, así como los estragos de la pandemia”, enfatizó. 

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Aclaró que es muy difícil estimar una cifra sobre a cuánto ascienden las pérdidas para esta industria, ya que no hay un censo claro que abarque a todas las actividades que se dedican a los espectáculos masivos, pero adelantó que podría ser cerca de los mil millones de pesos. 

Por su parte, Rebeca Moreno, productora del Teatro Xola, agregó que en este momento este negocio es muy poco rentable ya que implica un gran riesgo, tanto para los dueños del lugar como para los empresarios que invierten su dinero en un montaje. 

Fachada del Teatro Metropolitan. Foto: Javier Lira/Notimex.
Fachada del Teatro Metropolitan. Foto: Javier Lira/Notimex.

“¿10 años?, capaz que sí”, respondió Julieta González, productora de teatral en Ocesa, cuando se le cuestionó si el sector donde labora tomará una década para reponerse, sin embargo insistió en la dificultad de calcular un recuento de los daños.  

Además, señaló que también se han visto afectadas las actividades económicas indirectas a la puesta en escena, desde “un acomodador hasta el que vende dulces afuera del Teatro Insurgentes”. 

¿Cambio al modelo de negocios?

A pesar de la adaptación de varios negocios a la nueva normalidad, para el caso de Julieta González no habrá grandes cambios, ya que el tipo de espectáculos a gran escala que produce donde se contratan a casi 150 personas no son viables para un cambio, puesto que son obras internacionales que se montan por licencia. 

En ese sentido, la productora de Ocesa también descartó utilizar el streaming en el corto o largo plazo, ya que las puestas en escena que maneja tienen derechos muy particulares:

“Pude haber grabado Wicked en su momento, pero va a regresar en Londres, no van a permitir que haga una transmisión hasta que ellos hayan salido con un streaming global”, advirtió. 

En tanto, la productora del Teatro Xola aseguró que la transmisión en vivo de una obra ya es otro arte, lo cual dificulta la esencia que se busca, dado que se escribió para que se interprete con el público presente. 

Además, señaló la gran competencia que hay en esa área, como las plataformas digitales. 

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En contraparte, el presidente del Colegio de Productores de Teatro en la CDMX aseguró que su industria está aprendiendo cosas nuevas, incluso han avanzado en un año lo que hubieran pensado en 10, respecto al manejo de tecnología. 

“En las artes escénicas, la virtualidad llegó para quedarse, va a trascender y será como una economía adyacente. La principal economía será la taquilla pero lo que estamos descubriendo que hay un universo más grande que la Ciudad de México, hay ciudades que no han recibido contenido escénico en sus ciudades y hay deseo de consumo”, agregó.

Bajo ese panorama, adelantó que podrían surgir otras alternativas como ofrecer una portada de 30 o 40 funciones y al final dejar un registro audiovisual, lo cual sería más redituable conforme avance su evolución. 

Sosa también destacó que el uso de plataformas digitales inició grandes conversaciones sobre los derechos de autor, pagos de regalías, la monetización del producto audiovisual, así como una relación con las compañías cinematográficas. 

Acotó que también están luchando contra la desvalorización de su trabajo, ya que ante la pandemia de Covid-19 se vieron obligados a bajar sus costos, pero confió en que sea algo temporal y se estabilice el costo de su labor.

Aunque algunos representantes del sector no están de acuerdo con las obras al aire libre por la falta de infraestructura, Samuel Sosa explicó que sería un modelo que podría funcionar si hubiera una entidad que financiara la producción, luego de que esa fue la modalidad que les permitió el gobierno local en este nuevo semáforo naranja.  

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Apuntó que es difícil de controlar y comercializar una puesta en escena en el espacio público, por ello sólo sería viable si hay una entidad que absorba el gasto: es en ese punto donde se queda trabada la propuesta del gobierno de la CDMX. 

Barreras de infraestructura

Los tres productores de teatro coincidieron en que este tipo de establecimientos carecen en su mayoría de sistemas de aire acondicionado, sobre todo en la capital porque el clima que impera no requiere de este servicio. 

Lo anterior, luego de que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha insistido en la transmisión del Covid-19 por medio de aerosoles suspendidos en el aire, lo cual han resuelto otro tipo de negocios a partir de los sistemas de ventilación. 

Por ello, la industria teatral insiste en que no cuenta con la solvencia económica para invertir en este tipo de sistemas por el bache económico que atraviesa, además que sería algo complicado de adaptar por el modelo arquitectónico de muchos establecimientos. 

A pesar de que en el semáforo naranja pasado se le permitió operar a los teatros al 30% de su capacidad, este sector refieren que ello no significa que tendrán asegurados la totalidad de los asientos permitidos. 

Alfonso Herrera
Foto: Karla Lisker / El Paraíso de la Invención.

“El teatro tenía una crisis antes de la pandemia, pocos se llenaban al 100%”, aseveró Rebeca Moreno, quien también señaló el gran costo que implican las producciones y que no sería suficiente un aforo limitado para costearlas. 

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A menos que se trate de un monólogo podría resistir con un aforo del 50%, pero qué obra de este tipo aguanta una temporada fuerte, se cuestionaron los tres representantes teatrales. 

“El problema es más complejo que abrir o no abrir, ya que la única solución es poner a circular dinero a través de fondos, convocatorias y subsidios. Los apoyos emergentes son paliativos pero están lejos de ser una solución al verdadero problema económico”, aseveró Sosa del Colegio de Productores de Teatro en la CDMX. 

En ese sentido, Julieta González especificó que por el tipo de obras que produce, como musicales y familiares, esperará hasta que se permita la operación al 100% de aforo para reiniciar actividades. 

Resiliencia, el florecimiento espera

Pese al complicado panorama, la productora del teatro Xola enfatizó su optimismo respecto a que vendrá una etapa muy positiva para las producciones en México. Además, recordó que tras la Segunda Guerra Mundial hubo una época de esplendor para el negocio de los telones. 

“Cuando regresemos será un florecimiento como nunca antes habíamos pensado que el teatro mexicano. Estábamos en una etapa que urgía este nuevo aire.

“Tenemos que ser líderes dentro de nuestro entorno para poder encabezar un renacimiento empresarial porque lo que se va necesitar es dar empleo y generar riqueza. Desde todos los ámbitos, desde todas las actividades económicas que están deprimidas”, subrayó. 

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