El flujo de personas en las estaciones del metro de Ciudad de México no es el que se registraba hasta marzo de este año cuando el país todavía circulaba de forma natural y sin la sombra de más de 90,000 casos de contagios confirmados de Covid-19. Pero la dinámica de hacinamiento de usuarios durante las ‘horas pico’ sigue su curso. 

Este lunes fue el punto de arranque para la reactivación de algunas actividades económicas en el país, aunque el escenario público no dista mucho del que ya se observaba semanas atrás: aglomeración de personas en el transporte público, rostros cubiertos con pedazos de tela o cubrebocas, algunos de ellos mal puestos; pocos negocios abiertos y tratando de integrar las nuevas medidas de “sana distancia” y sin presencia de embotellamientos pero flujo constante de automóviles. 

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Los muros del metro recuerdan con grandes carteles amarillos a los usuarios que se encuentran en una zona de alto contagio y la obligación de usar cubrebocas, aunque la mayoría de ellos tratan de colocarse en los puntos marcados en el suelo para establecer una“sana distancia”, el espacio en el andén termina por ser insuficiente y este se reduce aún más en los pasillos de transbordo de estaciones. 

Tampoco se encuentran el mismo número de comerciantes ambulantes en los trenes o pasillos del metro que eran una estampa común de este medio de transporte, pero algunos resisten, como la adolescente que carga un atomizador con líquido, que asegura es desinfectante, y lo ofrece a las usuarias a cambio de unas monedas; o una mujer que lleva en brazos a un menor y recorre el tren mientras limpia los pasamanos y pide ayuda económica. 

Ya en la superficie también se puede observar el intento, torpe en algunas ocasiones, de los capitalinos por acatar las medidas de higiene y distanciamiento. 

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Por ejemplo, las primeras horas del día, en las zonas de obras y construcción, que empiezan a retomar actividades debido a que recientemente se denominaron como “las nuevas actividades esenciales”, se observan grupos reducidos de empleados que se congregan para seguir las nuevas instrucciones. 

Otro punto rojo del espacio público en la ciudad son los bancos, en donde los usuarios se forman para acceder a las sucursales, algunos tratando de conservar distancia entre ellos, otros más despreocupados.  

En el zócalo capitalino también aparecen intentos de recuperar la normalidad y dos manifestaciones, una de policías auxiliares que exigen el pago retroactivo de algunos salarios que el gobierno capitalino prometió hace semanas y otra de artistas y músicos teatrales que piden apoyo al gobierno federal todos con cubrebocas, algunos con caretas, pero la mayoría amontonados.

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