Durante años el polo tecnológico estadounidense vio con recelo al polo financiero, pero hoy parecen complementarse a la maravilla, tanto, que es difícil pensar en uno sin el otro.   Por Nathan Vardi   Era imposible pasar por alto el poderoso simbolismo de ver al CEO de Twitter, Dick Costolo, flanqueado por los cofundadores de esa red, Jack Dorsey, Evan Williams y Biz Stone, en el piso de la Bolsa de Valores de Nueva York esta semana. El equilibrio de poder de las empresas tecnológicas de Silicon Valley se ha desplazado a Nueva York. Silicon Valley ha sido cauteloso de Nueva York y Wall Street. Los emprendedores tecnológicos, sus promotores y financiadores, históricamente han visto a Nueva York sospechosamente –como sangijuelas que ganan dinero sin crear nada de valor–. Aunque los empresarios de Silicon Valley tuvieran que ir a Nueva York para el show de la salidas a bolsa o dar el timbrazo en el Nasdaq, trataban de mantener a Nueva York a una sana distancia. En los últimos años, el banquero favorito de las tecnológicas fue Michael Grimes, de Morgan Stanley y que vive en Silicon Valley. Grimes originalmente había sido contratado para trabajar en Menlo Park en California, el puesto de avanzada de Frank Quattrone, el banquero rostro del primer auge y caída de las OPIs de Internet. Cuando Mark Zuckerberg llegó de Nueva York fue casi visto como innecesario. El famoso Zuckerbeg apareció en el road show de Facebook New en Nueva York vistiendo una sudadera y ni siquiera se molestó en ir a Manhattan para la salida a bolsa de Facebook, dando el timbrazo en el Nasdaq de Menlo Park. Pero una de las consecuencias más significativas de la debacle de la salida a bolsa de Facebook es que Nueva York ha afirmado su influencia cuando se trata de oficinas de propiedad intelectual de alta tecnología. Anthony Noto, el banquero de inversión de Goldman Sachs a cargo de la salida a bolsa de Twitter, tiene su sede en Nueva York. Al parecer, el co director de telecomunicaciones globales, medios de comunicación y el grupo de banca de inversión tecnológica de Goldman ha evitado la escena de Silicon Valley y optado por un enfoque sobrio. Grimes está tan entretejida en la tela de Silicon Valley que la COO de Facebook Sheryl Sandberg sintió que tenía que inhibirse del proceso de salida a bolsa de Facebook debido a su estrecha amistad con Grimes, la cual surgió desde que era ejecutiva en Google. “Uf”, tuiteó Noto el jueves pasado, después de que las acciones de Twitter aumentaran tras la salida. Noto y Goldman han sacado a la bolsa a 16 firmas tecnológicas este año, según Dealogic, liderando la salida de más empresas del campo de la tecnología de Internet en 2013 que Morgan Stanley, Credit Suisse o cualquier otro banco de inversión individual. Mientras tanto, con el 58% de las salidas a bolsa de la alta tecnología de este año, la Bolsa de Valores de Nueva York ya tiene el liderazgo en el enlistado de OPIs tecnológicas sobre Nasdaq. Si bien no se trata de Nueva York contra Palo Alto en el tema de la comercialización de acciones, es una sacudida en la forma en que Silicon Valley ha hecho tradicionalmente negocios enlistando sus salidas a bolsa en el Nasdaq. También se conoce como la Bolsa de Nueva York, donde las transacciones se lleva a cabo en realidad. A algunos no le gustaría mejorar el papel de Nueva York en las OPIs de Silicon Valley. Ya no hay dedo que señale que Twitter dejó cientos de millones de dólares en la mesa, ya que su salida a bolsa tenía un precio inicial de 26 dólares y sus acciones se dispararon en el primer día de cotización, cerrando en 44.90 dólares . Tal vez los banqueros de Nueva York podrían haber fijado el precio del salida de Twitter de manera más agresiva, pero los críticos también deben recordar que Twitter se embolsará casi todos los 1,820 millones de dólares que obtuvo la semana pasada –menos 60 millones de dólares para Goldman Sachs, otros aseguradores y abogados–. En comparación, más de la mitad de los 16,000 millones de dólares que Facebook ganó con su agresivo precio fueron a parar a manos de algunos inverionistas tempranos de Silicon Valley. Es cierto que a los inversionistas que compraron acciones de Twitter después de que inició su actividad no les fue bien en el corto plazo y los que compraron en los máximos absolutos el jueves hicieron un mal negocio. Pero la salida a bolsa de Twitter fue relativamente suave. Es un poco irónico que el proceso de inclusión de la Bolsa de Nueva York incluya algún tipo de intervención humana y no sea completamente electrónico, como el proceso de Nasdaq que se tropezó en la salida a bolsa de Facebook. Tal vez el trabajo con algunos forasteros procedentes de Nueva York no sea tan malo.

 

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