La farmacéutica estadounidense Pfizer está bajo presión a ambos lados del Atlántico mientras sopesa cuál es su siguiente paso para comprar su rival británico AstraZeneca.   Reuters LONDRES  – La farmacéutica estadounidense Pfizer está bajo presión a ambos lados del Atlántico mientras sopesa cuál es su siguiente paso para comprar su rival británico AstraZeneca, a quien podría ser una mejor oferta la semana que viene. Una pregunta estratégica para Pfizer y sus asesores es si volver con una nueva propuesta antes de que los responsables de ambas compañías sean interrogados por diputados británicos el 13 y 14 de mayo, o esperar hasta el final de la semana. Dos personas familiarizadas con el asunto dijeron que sería “más educado” para Pfizer explicar su actual posición a los dos comités parlamentarios antes de presionar con una nueva oferta. Los antecedentes de la empresa con sede en Nueva York de recortar empleos tras sus fusiones anteriores ha provocado reticencias políticas contra la propuesta de compra por 63,000 millones de libras (unos 76,645 millones de euros) tanto en Reino Unido como en su país, donde dos gobernadores estatales se sumaron el jueves a las críticas. El gobernador de Maryland, Martin O’Malley, y el de Delaware, Jack Markell, escribieron al consejero delegado de Pfizer, Ian Read, “expresando profundas preocupaciones” sobre la operación, dado que AstraZeneca emplea a 5,700 personas en ambos estados. Muchos en Estados Unidos temen que la promesa de Pfizer a Reino Unido de que la empresa resultante mantendría un 20% de su fuerza laboral en investigación y desarrollo en las islas ponga en peligro inevitablemente puestos de trabajo norteamericanos. Es el mismo temor que agita a los políticos en Suecia, donde el primer ministro, Fredrik Reinfeldt, dijo que su país ya había tenido “experiencias negativas” con Pfizer tras no cumplir las promesas sobre empleos que efectuó en 2002 al adquirir Pharmacia. No obstante, en Reino Unido, hay preocupaciones de que los compromisos de Pfizer dejen mucho espacio para que reniegue de sus promesas, y el primer ministro, David Cameron, que inicialmente se congratuló de las “robustas” garantías de Pfizer, ahora quiere más compromisos. El viceprimer ministro, Nick Clegg, dijo el viernes que el Gobierno necesitaba tener confianza sobre este tipo de promesas. “Nuestro objetivo es asegurarnos de que, si las compañías deciden seguir adelante, los compromisos (…) sean serios, duraderos y mantengan su palabra”, dijo en un acto organizado por Reuters en Londres. También existe un malestar creciente por el deseo de Pfizer de tener sede en Reino Unido para reducir el pago de impuestos, y algunos senadores demócratas en EEUU están sopesando introducir normas para evitar dichas “inversiones” fiscales. AstraZeneca ha rechazado las ofertas de su rival y su consejero delegado Pascal Soriot está ahora en un “roadshow” con asesores para reunirse con decenas de destacados inversores y planear una estrategia para un próspero futuro independiente.

 

Siguientes artículos

Jornada de ventas en Europa
Por

La crisis de Ucrania, que en esencia es un conflicto entre Rusia y el eje Estados Unidos-Unión Europea, ha seguido marca...