PRI y PAN han formado un bloque que sistemáticamente vota todo en la dirección de avanzar en la aprobación de las leyes secundarias de la Reforma Energética, sin discutir y sin modificarle ni una coma a las iniciativas del presidente Peña Nieto.     Por Sergio O. Saldaña Zorrilla*   El pasado 10 de junio inició la discusión de la legislación secundaria en materia energética en Comisiones Unidas de Energía y Estudios Legislativos del Senado de la República. Aún cuando se debió aprovechar desde ese primer día para analizar esta reforma energética, la discusión se ha empantanado: PRI y PAN siguen luchando por reducir al mínimo la duración del debate, mientras que el PRD insiste en mantener un debate con mayores tiempos para la argumentación y con transmisión en televisión abierta en cadena nacional. Sin embargo, la propuesta de PRD no prospera aún, ya que PRI y PAN han formado un bloque que sistemáticamente vota todo en la dirección de avanzar en la aprobación de esta legislación sin discutir y sin modificarle ni una coma a las iniciativas del presidente Peña Nieto. Es una lástima que siendo el Senado la cámara alta de nuestro parlamento se nieguen la mayoría de sus miembros a hablar (a parlar, de ahí “parlamento”). A juzgar por las intervenciones en el tema que hasta el día de hoy han tenido los legisladores del PRI y PAN, parece que no han ni leído las leyes secundarias en cuestión; si lo hubieran hecho, ya habrían argumentado con seguridad y confianza exponiendo sus virtudes, argumentando sus beneficios, convenciendo al Senado y a la nación. Si PRI y PAN siguen cerrándose a discutir esta legislación energética, el Senado dejará de ser un Senado y pasará a ser –ante los ojos del pueblo de México y del mundo entero- una oficina donde la mayoría son unos simples empleados del presidente de la República, o peor aún, parecerían unos muy malos empleados del presidente de la República, pues son incapaces de entender y defender hasta la propia propuesta del jefe. Suele criticarse mucho al ex-dictador chileno Augusto Pinochet, entre otras cosas, por sus medidas neoliberales en Chile pero, ni aún ante la insistencia de muchos de sus ministros durante los años ochenta, ni él privatizó Codelco, la empresa paraestatal de extracción y comercialización del cobre, el equivalente de Pemex para los chilenos. Y acá en México, que se supone es una democracia, acá no sólo el presidente de la República, sino también una mayoría de senadores, pretenden la privatización de facto de Pemex sin siquiera permitir el debido debate. De continuar este mayoriteo en materia energética sin siquiera permitir la exposición de argumentos, el Senado mexicano mandará una señal más a la ciudadanía de que ha renunciado a representar a la mayoría de los mexicanos y con ello el Senado habrá perdido su razón de ser. El hecho de que la mayoría que forman PRI y PAN en este cuerpo legislativo se niegue a debatir ampliamente la legislación secundaria energética, y que en lugar de permitir el flujo de argumentos, entendimientos y convencimientos, opten por obedecerle ciegamente al presidente de la República y no al pueblo de México, a quien –legítimamente o no- representan en esa tribuna, es un hecho que tira abajo el sistema de representatividad de esta República. Si permitimos esto, ¿qué sigue? ¿Que como disponen de mayoría, en una de estas les ordene el presidente de la República disolver el Congreso para instaurar una dictadura y, como PRI y PAN son mayoría, levantarán la mano para terminar con lo que aún nos queda de República?     *Sergio O. Saldaña Zorrilla es doctor en Economía por la Universidad de Ciencias Económicas de Viena, en Austria, ex-funcionario de la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal), en Santiago de Chile, Investigador del International Institute for Applied Systems Analysis (IIASA), en Laxenburg, Austria y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT.   Contacto: Twitter: @SergioSaldanaZ       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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