Una vez que finalizó el conteo del Programa Preliminar de Resultados Electorales Preliminares (PREP) en el Estado de México, la pregunta a responder es qué ocurrirá con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a nivel nacional en la elección Federal de 2024 y durante el siguiente sexenio presidencial.

En lo que se refiere a las cifras del Estado de México, el PRI como partido político obtuvo el 28.1% del total de los votos emitidos en la elección para renovar la gubernatura (en alianza con el PAN y PRD, la cifra es de 42.4%), lo cual es la cifra más baja en las últimas elecciones, ya que, en 2017 el porcentaje total de votos obtenidos para elegir gobernador fue de 33.5% y en 2011 de 64.9% (en coalición con el Partido Verde y Nueva Alianza).

La cifra de 28% se da en un contexto en que los electores más jóvenes (menores de 50 años) desde 2015 están buscando opciones distintas a las del PRI de acuerdo con lo reportado por casas encuestadoras y prensa mexicana.

Sumado a lo anterior, no existe una renovación de cuadros en el PRI que estén peleando por gubernaturas, senadurías o diputaciones locales y federales, lo cual refuerza la idea de una mala marca como partido político.

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En lo que se refiere a nivel nacional, el PRI ha sido desplazado por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el Partido Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano (MC) en gubernaturas clave del país, lo cual lo deja con poca influencia al momento de tomar decisiones en el ámbito de la vida pública nacional.

El hecho de que hoy el PRI tenga una dirigencia débil y que polariza a su partido, 2 gobernadores de 32 y 13 Senadores de 128, hace que su realidad sea más parecida a la del Partido del Trabajo (PT) o el Partido Verde (PV), es decir, una institución que puede aliarse con cualquiera para romper un empate técnico en el Congreso y aprovechar eso para mantener las prerrogativas que se les otorgan a los partidos políticos, lo cual significa uso de recursos públicos.

La alianza que haga el PRI el siguiente sexenio puede darse con cualquier partido, incluido MORENA, ya que, de no hacerlo, corre el riesgo real de perder el registro en algunas entidades si es que decide competir sin aliados.

Mucho se ha hablado del comienzo del fin del PRI una vez acabada la jornada electoral del Estado de México, lo cual parece poco probable; seguramente lo que veremos es la reducción del tamaño del partido debido a la migración que varios de sus miembros harán al PAN o MORENA.

La reducción de tamaño en el PRI, así como la pérdida de gubernaturas y congresistas no hará que desaparezca, pero sí encuentre un tamaño óptimo entre el 3 y 7% de votación en cada elección, lo cual es insignificante para ganar posiciones de poder, pero suficiente para mantener el registro, ofrecer sus votos a otros partidos políticos en los congresos locales y el Federal y seguir recibiendo recursos públicos.

No estamos ante la desaparición del PRI, sólo ante una transformación que lo está acercando al PV o el PT para convertirse en un partido satélite de alguien más, dejando de lado ideología, planes de trabajo de largo plazo y una estructura política que permita reformar al país a través de gubernaturas o promoción de leyes en la Cámara de Diputados y Senadores.

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El autor es Docente de economía en la UNAM, coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía (Posgrado, UNAM)

 

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