Aunque todavía el capítulo final de las elecciones en los EU aún no ha concluido, -el actual presidente dispone de varios recursos legales e instancias para reconocer o no su derrota- las tendencias confirmadas, el ánimo social y los pronósticos de los mercados confirman que habrá un nuevo inquilino en la Casa Blanca (la de Washington DC).

Como señalamos, este viraje electoral se dio en el marco de una irrupción social que compactó y unificó la respuesta e inconformidad ante la intolerancia, la discriminación, las estridencias, el constante estado de incertidumbre, los desplantes egocéntricos y los radicalismos verbales del ejecutivo. 

Aún en campaña, Trump no pudo salir de su ostracismo; su discurso indolente, soberbio, extremista y triunfalista fue mas de lo mismo y ante la brutal acometida de impactos sociales, económicos y políticos de la pandemia, termino aplastado por la avalancha de grupos que el mismo se encargó de amalgamar.

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Latinos, afro-americanos, nativos, migrantes, jóvenes, mujeres; la comunidad LGBTIQ+; activistas, ecologistas, asociaciones civiles, millenials, medianos empresarios se hicieron presentes; los grandes centros urbanos le dieron la espalda; para colmo, muchos de los que lo habían votado hace 4 años, dejaron de apoyarlo. 

El golpe que más duele es el que impacta en el ego de esta peculiar figura; la derrota es inadmisible; negación, vacío, al borde de un ataque de nervios; la respuesta ruda y la amenaza de no conceder la derrota, alegar, demandar, recuento. Al pueblo americano que habló claro; you are fired¡; out¡, game over; el presidente no lo ve, ni lo oye, ni lo siente, tiene otros datos. 

Sin embargo, el líder más destacado del populismo recibió varias lecciones; 

  • El populista vive de atizar, mantener en crisis, dividir y polarizar a la sociedad.Le vienen como anillo al dedo la demagogia, la verborrea, las incongruencias, banalidades, distractores y montajes de circo para perpetuar la discusión eterna de todo. 

A la gente hay que mantenerla ocupada, distraída, sumisa; hablando, compartiendo; pero sin pensar ni profundizar; reaccionando, pero sin actuar y harta de la ineficiencia; inconforme, pero sin resolver ni avanzar en nada. 

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Hoy son los medios; mañana las mujeres; pasado mañana, los terroristas; después seguirán los migrantes, las minorías, los aranceles, el muro, los cubrebocas o cualquier cosa que pueda ser usada para mantener activo el encono, la discordia y representar las amenazas, los enemigos y enmarcar la agenda de líder que esta obligado a proteger a su “pueblo” y en torno al cual, el “pueblo” debe cerrar filas. 

  • El populista rentabiliza el conflicto;siempre debe estar a la ofensiva para evitar un retroceso; no cede terreno a sus detractores, la parte crítica y pensante de la sociedad que no se dejó envolver por sus “encantos”; cada golpe, apoya. Ante las exigencias sociales, la respuesta siempre será fría, indolente, inamovible y despectiva. 

Inventar complots, teorías de conspiración, incendiar las redes sociales y ser tundido es un costo menor si se logra viralizar, ganar la tendencia y subir el rating. 

El lenguaje rudo, vulgar y pretencioso siempre llamara la atención y tiene el efecto secundario de reforzar la popularidad entre las bases leales (bots, encuestadoras y medios afines incluidos, compradas y alquiladas), que no dudan en salir a la defensa de su “líder”. 

  • El pueblo soy yo, la ley soy yo y mi verdad es la única.Los populistas requieren de imitar y asimilar muy eficientemente las características predominantes de sus pueblos. 

Mal educado, insolente, prepotente, clasista, soberbio, orgulloso, irreverente, las mayorías son así. Para el populista, el pueblo noble y bondadoso es -única y exclusivamente- aquel que le es leal; el resto de la sociedad es proscrita, rechazada, señalada, acosada.  

No se puede poner en duda la “bondad” del líder, por que se va en contra de las leyes, del estado mismo, de la esencia de la nación, del hilo conductor de los padres fundadores. Nadie puede cuestionar, preguntar o dudar, solo hay un camino y ese camino es el señalado por el populista puesto que encarna la voluntad popular. 

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Mientras el populista se identifico con el perfil del americano promedio y existieron crecimiento, empleo y recursos para alimentar sus promesas; sus bases de apoyo se mantuvieron estables.

Incapaz de conceder o conciliar; la segregación y la omisión de los temas puntuales de los grupos con los que entro en abierta disputa se fueron acumulando y las heridas provocadas se revirtieron en su contra. 

Con o sin pandemia; las situaciones criticas y extremas someten a prueba el carácter, las habilidades y recursos reales de los líderes. La respuesta electoral fue en contra del divisionismo, de la soberbia y la nula sensibilidad populista. 

El discurso de la supremacía mundial no tuvo un episodio como la tormenta del desierto o la guerra contra el terrorismo. La batalla central fue interna y el comandante en jefe que debía conducir sus tropas ante la pandemia; estaba enfrascado en una lucha electoral prioritaria, ese cálculo le resulto contraproducente. 

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