Una de las muchas cosas que cambian constantemente es la etiqueta que usamos para trabajar. La forma en que nos vestimos, en que hablamos, en que nos relacionamos es la piedra nodal con la que convivimos en el terreno personal y con la que nos desempeñamos en el ámbito profesional. Se trata de uno de los elementos de la competencia de comunicación. Estas interacciones se dan en conformidad con la cultura organizacional que dicta los lineamientos con los que se deben desenvolver las actividades de cada institución.

Sin embargo, pareciera que las pautas del juego se están desdibujando. Lo que antes era el espacio de trabajo cambió y hay quienes creen que las normas ya no aplican. Antes nos reuníamos en las salas de juntas y ahora lo hacemos desde casa. Eso puede llegar a ser confuso. La imprecisión derivada de la rapidez con la que cambiaron las cosas ha causado ciertas fricciones, estrés y vale la pena reflexionar en torno a la nueva etiqueta para trabajar.  

Hoy, el trabajo a distancia ha modificado el status quo. El software punto a punto basado en la nube que se utiliza a menudo para seguir en contacto nos ha dado la oportunidad de seguir nuestra cotidianidad y esto ha sido verdaderamente magnífico. Esta forma de trabajar nos ha abierto posibilidades, pero hay quienes se han enredado.

Mucha gente está adquiriendo costumbres tóxicas. Trabajan en pijama, en la cama, se presentan a las juntas en condiciones que antes hubieran sido impensables, inaceptables, ya que los programas nos dan la posibilidad de apagar las cámaras. Sienten que así tienen un velo protector que evitará que otros adivinen lo que hay detrás. Cuidado, sería prudente evitar las malas prácticas y mantener una actitud profesional.

El uso de la etiqueta adecuada en esta nueva modalidad no sólo nos mantendrá en el lado correcto, sino que ayudará a asegurar que no nos convirtamos en el tema de un video viral vergonzoso. Hemos sabido tantos ejemplos de personas que se pusieron en ridículo por presentarse a trabajar en formas que jamás lo hubieran hecho si estuvieran en un entorno presencial y se evidenciaron por error.

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Apagar la cámara para evitar ser visto en pijama, para hacer evidente que la recámara está desarreglada, pone una barrera que resulta inconveniente en el ámbito profesional. Antes que nada, al pensar en cómo debemos presentarnos a trabajar si estamos a distancia, hay que reflexionar en cómo nos verían si estuviéramos en modo presencial.   

La nueva etiqueta para trabajar debe seguir una regla vieja: la cortesía que le debemos a las personas con las que estaremos interactuando. A nadie le gusta ver a un compañero de trabajo sucio o despeinado. Por lo tanto, lo primero que tenemos que observar y cuidar es que nuestra apariencia sea profesional. Hacerse presentable para una videoconferencia es esencial.

Es cierto, el código de vestimenta podría no ser tan estricto como en la oficina, pero todavía debemos presentarnos adecuadamente y en correspondencia con la cultura organizacional. Esto no se limita a su ropa, a usar corbata, saco o vestido, también es necesario prestar atención a la higiene y aseo personal.

Otra cortesía apreciada es silenciar el micrófono cuando no estés hablando para que no interfieran los ruidos de nuestro entorno con la persona que está exponiendo sus ideas. Sonidos aparentemente pequeños y ruidos de fondo generales en el hogar que se filtran en una reunión de negocios pueden no parecer un gran problema, pero son distracciones que perjudican y llegan a ser irrespetuosas para quien está hablando. Además, silenciarse a uno mismo puede salvarnos ser avergonzados, mejor, simplemente hay que dar clic en silenciar.

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Por supuesto, además de ser conveniente, encender la cámara es una forma de hacer saber que estamos presentes. Otra, es mirar a la cámara. Sí, es tentador querer mirarnos a nosotros mismos o espiar a los compañeros de trabajo mientras estamos en una videoconferencia. Pero, eso se nota. Imitar el contacto visual de una reunión cara a cara, mirar directamente a la cámara da mejores resultados. Esto no sólo mostrará que estás involucrado en la conversación, sino que también servirá para mantener la atención de tu audiencia cuando estés hablando.

Como consecuencia de lo anterior, hay que mantenerse enfocado y consciente del entorno. Vamos, hay que poner atención. Uno puede llegar a creer que nadie se va a dar cuenta si estamos distraídos, viendo el celular, o navegando por otras pantallas. Les tengo malas noticias: se nota. La importancia de mantenerse enfocado y consciente de lo que pasa no es exagerada. Tan pronto como se baja la guardia, se abres una posible vergüenza o consecuencias peores. Si preguntan nuestra opinión y nos atrapan papando moscas, podemos haber perdido una oportunidad de oro.

Es sumamente importante abordar cualquier problema técnico de antemano. Para asegurarse de que la reunión se desarrolle sin problemas y que el resto de los integrantes del equipo trabajo no tendrán que parar todo mientras descubre cómo hacer que el sonido funcione o corra el video, se debe abordar cualquier problema técnico que pueda tener de antemano. Más vale prevenir que lamentar, dice el dicho.

Esto incluye garantizar que la conexión a Internet sea lo suficientemente rápida y funcione correctamente, hacer los ajustes necesarios en la configuración de audio y vídeo, e incluso asegurarse de que la habitación en la que estamos esté correctamente iluminada para que no se vea sólo una silueta sombría en la pantalla.

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La nueva etiqueta para trabajar se reduce a estos valores viejos y a la vez vigentes de la cortesía y la consideración que le debemos a nuestro equipo de trabajo. Al principio, pudo parecer muy simpático o una travesura muy divertida presentarse a trabajar en forma que jamás lo habríamos hecho si estuviéramos cara a cara con nuestros interlocutores. Hoy, eso ya no es una forma aceptable de desempeñarse.

Trabajar a distancia implica entender que seguimos trabajando y, sí, al trabajar tenemos que estar cómodos, pero eso no significa que debamos llevar las cosas a un extremo de falla de profesionalismo. Hay que evitar cualquier cosa que pueda ser distractora o perturbadora. Con preparación anticipada, debemos ser capaces de mantener su apariencia profesional y evitar cualquier momento embarazoso.

Primordialmente, recomiendo encender las cámaras. Una persona que pone un velo se oculta y en el terreno profesional lo que buscamos es destacar. Eso implica preparar el espacio: todos tenemos un lugar en el que hay una pared blanca que ayude a salvaguardar nuestra intimidad. Si apagamos la cámara, nos convertimos en seres olvidables.

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Esta nueva modalidad nos debe hacer entender que la etiqueta de trabajo tiene que ver con el respeto a quienes sí encienden la cámara, con la correspondencia que se merecen los que están participando en la reunión y deja evidencia de que llegamos preparados y listos para participar. Los demás, no.  Sí, una de las cosas que cambian constantemente es la etiqueta, lo que no cambia es la posición empática, educada, correcta y respetuosa que le debemos a nuestro lugar de trabajo.

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Blog: Las ventanas de Cecilia Durán Mena

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