¿Recuerdas alguna gran idea que llegó a ti mientras mirabas fijamente tu computadora? Probablemente no. Y la razón por la que quizás no te haya pasado es porque rara vez las mejores ideas llegan a golpe de inspiración y más bien ocurren al combinar conocimientos de experiencias previas, que probablemente no tengan que ver mucho con el problema a resolver, pero sí con la manera de abordar el reto.

Si pensamos en el proceso para innovar, la generación de ideas es clave y, en el caso de quienes diseñamos productos, servicios y experiencias, suele ser una etapa a la que dedicamos mucho tiempo y energía.

“Pensar como un diseñador significa ser lo suficientemente flexible y adaptable para hacer uso de los diferentes tipos de inteligencia según sea necesario”, señala Cristóbal Perán, quien dirige el estudio de frog en España y lidera la práctica de Diseño Organizacional, haciendo referencia a la Teoría Triárquica de la Inteligencia del psicólogo Robert J. Sternberg.

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Según esta teoría, existen tres tipos de inteligencia: analítica, práctica y creativa. Como diseñadores, solemos combinar las tres para llegar a soluciones accionables, efectivas, pero sobre todo innovadoras. Es decir: primero imaginamos cómo podrían ser las cosas, las hacemos o las prototipamos –como le llamamos los diseñadores–, las ponemos a prueba con las personas usuarias y, a través de los aprendizajes obtenidos, las escalamos.

Esa es la clave detrás de las compañías más exitosas. Así ha ocurrido con los teléfonos inteligentes, con los gadgets que llegaron para quedarse o con las aplicaciones con las que interactuamos todos los días.

A continuación, daré algunos detalles de cada una de las inteligencias según Sternberg:

  • Inteligencia analítica: para tomar decisiones y resolver problemas técnicos

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Existen muchas oportunidades para aplicar la inteligencia analítica al diseñar, ya que sirve para resolver problemas técnicos, tomar decisiones estratégicas e identificar cómo reducir la fricción en la experiencia de los clientes —un tema crítico para todas las empresas, especialmente ahora, en un entorno incierto y cambiante—.

  • Inteligencia práctica: para ser flexibles ante los cambios

Nos da  la capacidad de adaptarnos a la vida cotidiana usando conocimientos y habilidades que ya tenemos, pero de otros contextos. Nos permite evaluar una situación y ser flexibles ante los cambios, por ejemplo, la alteración de prioridades en un programa o ante los obstáculos logísticos que puedan presentarse.

  • Inteligencia creativa: para enfrentar lo desconocido

Por último, la inteligencia creativa tiene que ver con nuestra capacidad para usar nuestros conocimientos y experiencia para enfrentar situaciones completamente nuevas o inusuales, es decir, cómo resolvemos un reto al que nunca nos habíamos enfrentado antes.

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El ingrediente extra

A propósito de la perspectiva, mi colega Cristóbal asegura que no basta combinar los tres tipos de inteligencia para llegar a ideas innovadoras, es necesario incorporar una gran variedad de perspectivas, es decir, contar con diversidad de pensamientos, roles, edades, géneros y habilidades para que todos los miembros de un equipo actúen de manera más estratégica en sus contribuciones individuales.

De igual manera, se debe propiciar una cultura que realmente sea un terreno fértil para dar cabida a todas las perspectivas y formas de pensamiento si lo que deseamos es desatar el potencial del equipo para llegar a grandes ideas. Es elemental que las personas se sientan seguras para opinar, debatir, discutir, proponer y hasta para equivocarse.

Como puedes ver, pensar como un diseñador tiene que ver con hallar las perspectivas o insights correctos para abrir la puerta a la innovación, una misión que sabemos es un común denominador en todas las industrias. ¿Qué te falta para empezar a pensar como un diseñador o diseñadora?

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Luis López, Lulo, es Design Director en frog, consultora líder en diseño, innovación y estrategia.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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