Alejandro Cuervo es un emprendedor que abandonó el programa MBA que cursaba y creó el Instituto Profesional en Terapia y Humanidades (IPETH), universidad especializada en rehabilitación. Ahora la apuesta es conquistar los mercados de Guatemala y El Salvador.    Por Elsa Vargas Hernández   En 2005, Alejandro Cuervo, era un empresario con poca fe en las segundas oportunidades. A pesar de suímpetu por dirigir un negocio, los cuatrosproyectos que había emprendido desde queterminó la universidad no habían perdurado,probó manejar una comercializadora, venderalimentos procesados y diseñar un conceptode clínica de especialidades. Cuando todoapuntaba a que debía contratarse en unaempresa, su padre lo hizo virar de opinión.“Me dijo que los fisioterapeutas que capacitabase le estaban yendo. Reaccioné, tenía elproyecto estrella frente a mí”, cuenta. El emprendedor abandonó el programa MBA que cursaba, se quitó la camiseta de administrador y creó el Instituto Profesional en Terapia y Humanidades (IPETH), universidad especializada en rehabilitación, donde se forma y capacita a profesionales en fisioterapia. Aunque su papá, Heberto Cuervo, es uno de los primeros médicos especializados en rehabilitación en Puebla, Alejandro reconoce que fue difícil entusiasmarlo con la idea. Lo consiguió mostrándole el mercado fértil en el que incursionaban, México tiene 10 millones de personas que requieren atención en discapacidades motrices, pero sólo hay 10,000 fisioterapeutas certificados cuando se necesitan 500,000, según datos de la Sociedad Internacional de Mediana Física y Rehabilitación. Tras la apertura del primer Instituto en Puebla, en 2006, se sumó la del Distrito Federal en 2013, más cuatro Centros de Rehabilitación donde atienden a personas de escasos recursos. El negocio estaba hecho, lo que nunca imaginó el patriarca fue la habilidad del retoño para replicar ese modelo en Centroamérica.   ¿Cuestión de química? En 2013, mientras Alejandro Cuervo buscaba frenéticamente conferencistas para la actualización de los estudiantes, recibió la propuesta de traer a México al guatemalteco Juan Carlos Sagastume. La buena empatía que surgió entre ambos llevó al rector del IPETH a aceptar una invitación a Guatemala. “Juan Carlos era el vicepresidente de una instancia equivalente a la Comisión Nacional del Deporte (Conade) y me tenía agendada una cita con el rector de la Universidad privada Galileo”, relata. Tras la reunión, Alejandro tuvo unas cifras en mente: Guatemala tiene 15 millones de habitantes, de los cuales alrededor de un millón tiene una discapacidad que requiere atención fisioterapéutica, pero sólo existen poco más de 300 personas dedicadas a este oficio con formación técnica. La oportunidad era inmensa, por lo que en 2013 abrieron la licenciatura en fisioterapia, en alianza con la Universidad Galileo. Hoy, alrededor de 150 guatemaltecos cursan el programa desarrollado por el IPETH. La primera tarea fue entender el tema de recursos humanos. “Hacer asignaciones internacionales, confiesa, es una inversión económica elevada”, así que optó por exportar profesores mexicanos. El IPETH planea para 2016 tener seis centros, que han requerido una inversión superior a los 120 millones de pesos mexicanos. Manuel Valencia, director de programas académicos de Negocios Internacionales del Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe, señala que “el mercado natural para crecer en Centroamérica podría ser El Salvador, por sus características similares a Guatemala”. Guatemala, agrega el especialista, “es un terreno fértil para el desarrollo de negocios como IPETH, pero requiere ganar certificaciones para compenetrarse con la cultura”. En México hay mayor experiencia en la creación y actualización de planes de estudio, y eso fue un valor para IPETH, pero para que el negocio progrese necesita cuidar aspectos como ganar certificaciones para sus programas y compenetrarse al 100 con la cultura guatemalteca. “Ahí, por ejemplo, todavía existe la práctica de perifoneo, es decir, hacer propaganda de un producto con un altavoz”.

 

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