Hasta hace un par de años, Samsung era percibida por los desarrolladores de software como una empresa anticuada y controladora. Hoy,  con su aceleradora quiere montarse en la ola de las apps propias.   Por Parmy Olson   En la arbolada University Avenue, en Palo Alto, California, donde un gran cartel aún anuncia una desaparecida librería Borders, un puñado de jóvenes ingenieros están canalizando ideas de software de vanguardia para un gigante de la tecnología de consumo en Corea del Sur. Es posible que no lo sepas si pasas por delante, pero ésta es la aceleradora de Samsung, una oficina de 1,000 metros cuadrados, de planta abierta, con muchas mesas vacías. “The Next Big Thing” está pintado en grandes letras en una pared. Durante el próximo año Samsung intentará llenar este lugar con aproximadamente 80 ingenieros de software “adqui-contratados” de Silicon Valley y otros lugares, con toda su propiedad intelectual y sueños empresariales trabajando para el imperio Samsung. El pitch: Únete a nosotros y libérate de la tensión de las startups, ya que con mil millones de dispositivos en todo el mundo, probablemente vamos a colaborar contigo de todas formas. Un montón de otras grandes empresas como Nike y AT&T han creado aceleradores en el área de la bahía, en un intento de montarse en la ola de la innovación, pero Samsung está aquí para resolver un problema de relaciones también. A pesar de un enorme alcance global y 188,000 millones en ventas en 2012, muchos desarrolladores de software se han mostrado renuentes a trabajar con el mayor chaebol de Corea del Sur. Cuando Samsung, por ejemplo, se acercó a mediados de junio a Damien Patton para hablar sobre incorporar su app de descubrimiento social Banjo en su aún secreto reloj inteligente, él se mostró “cauteloso”. “Yo estaba escéptico por todo lo que había escuchado”, relata Patton. “Es difícil comunicarse con ellos. Es una empresa que está a años luz de nosotros en el Valle.” Otros con quienes Forbes platicó y que formaron parte de la primera comunidad de desarrolladores para el iPhone aludieron a los agresivos gerentes de Samsung que querían hacer en dos meses lo que los desarrolladores normalmente pueden hacer en seis, o a una red bizantina de equipos que compiten en las vastas instalaciones de I+D de Samsung y en Suwon, una triste jerarquía obsesionada con el control. Sin embargo, Patton cambió de opinión cuando descubrió que Samsung, en el último año, había cambiado su enfoque. Por un lado, tenía un nuevo emisario, un coreano-americano llamado David Eun, que en una vida anterior había negociado asociaciones con medios en Google y AOL. Eun se integró a Samsung en diciembre de 2011, ocho meses antes de que un juez de Estados Unidos ordenara a Samsung a pagar 1,000 millones de dólares en daños y perjuicios por la violación de una patente en el diseño del iPhone, lo que reforzó su reputación como imitadora. Eun sentía una desconexión y comenzó a enviar a altos ejecutivos a Silicon Valley a empaparse de la cultura y conocer a sus viejos contactos. Para mediados de 2013 Eun había instalado aceleradoras en Palo Alto y Nueva York, un brazo de inversión para nuevas startups en fase inicial, una división de colaboración y una división de fusiones y adquisiciones que, en julio gastó 30 millones de dólares para comprar Boxee, una empresa de software de entretenimiento en casa que se integrará en los televisores inteligentes de Samsung. Todas estas operaciones están incorporadas en una nueva operación que Eun dirige llamada Centro de Innovación Abierta. A principios de esta semana, Samsung tuvo su primera gran conferencia de desarrolladores en San Francisco. En Londres, sede europea de Samsung, los ejecutivos han estado acercándose a nuevas empresas y patrocinando conferencias. “Antes, debías hablar con el contacto [de Samsung] en Londres, y cada mes diría  ‘no’ a hablar con el contacto en Corea”, dice un desarrollador de Reino Unido. Ahora su enlace local se conecta activamente a los dos puntos. Tan dedicado estaba Eun a su trabajo que cuatro días después de salir del avión de Asiana Airlines que se incendió al aterrizar en una pista de aterrizaje de San Francisco en julio, se presentó, inquebrantable, para organizar una fiesta de lanzamiento en el acelerador de Palo Alto. “Somos una empresa muy trabajadora e intensa”, dice Eun entre dos reuniones en la aceleradora, un par de semanas más tarde, vestido con pantalones vaqueros y aferrándose a su omnipresente Galaxy Note. “Una vez que tomamos una decisión, es solo boom, boom, boom, boom.” Patton de Banjo terminó enlazándose con Eun. Cuando él tenía dudas sobre cómo Samsung quería que las notificaciones y la sincronización de dispositivos trabajará en sus futuras relojes inteligentes, se sorprendió al ver que sus preguntas eran contestadas en un plazo de 24 horas. “David elevó las cosas internamente”, dice. “Esas preguntas tenían que ir a las personas que estaban pensando en el futuro de Samsung.” Dos meses y medio después Banjo se convirtió en una de las principales aplicaciones en el smartwatch Gear cuando fue lanzado en Berlín. El reloj fue muy criticado, pero a Patton no le importa. “Samsung va a hacer una gran apuesta en weareables”, dice. Samsung, principalmente una empresa de hardware, necesita más startups de software como Banjo a bordo. Las aplicaciones venden teléfonos, y Samsung no tiene una plataforma de aplicaciones potente como Apple o Google. Hasta ahora, Samsung tiene un puñado de nuevas empresas en cada aceleradora, y el equipo de inversión ha destinado recursos para otros 14, con la meta de invertir en aproximadamente una startup cada mes. Los emprendedores que se unen a la aceleradora pueden esperar una curva de aprendizaje pronunciada. Samsung es un pulpo con tentáculos en procesadores, pantallas OLED y memoria, y su experimentación rápida y relajada puede ser exasperante para los proveedores. Cuando Steve Jobs anunció las medidas de un nuevo iPad hace dos años, Samsung cerró su propio proyecto de tablets y tenía un diseño más delgado listo en un mes. “Pensamos que era lo suficientemente bueno, pero viendo otros productos, no [lo era]”, dice Hankil Yoon, vicepresidente senior de dispositivos móviles de Samsung. Samsung también se conoce por rotar ejecutivos hacia el final de cada año. Su principal ejecutivo de móviles de Estados Unidos, Kevin Packingham, dejó inexplicablemente la compañía en octubre. Los nuevos reclutas deben preparar sus proyectos o a ellos mismos, o esperar a ser exterminados si la empresa no piensa que son lo suficientemente frescos. La ventaja es un acceso casi instantáneo a 1,000 millones de dispositivos. Dwipal Desai fue el primer empresario en unirse a la aceleradora de Samsung en Palo Alto. El ex compañero de Eun y cocreador de la primera aplicación móvil de YouTube está desarrollando un servicio que funcionará a través de múltiples dispositivos de Samsung. Él consigue acceso temprano a los prototipos para probar su servicio en ellas. Desai dice que no le importa la pérdida de la propiedad intelectual y la independencia. “Yo estaba destinando el 40% de mi tiempo a todo menos a trabajar en mi producto”, dice. “Aquí estoy invirtiendo el 99% de mi tiempo en el producto.” Los incondicionales de Silicon Valley son escépticos de que una aceleradora de una gran empresa pueda concentrar la esencia del Valle. Más de 1,000 incubadoras se fundaron durante el boom tecnológico de finales del decenio de 1990, dice Dina Adkins, quien fue jefa de personal ejecutivo de la Asociación Nacional de Incubación de Empresas en ese momento. “Y [ahora] se han ido”, afirma. “Hay demasiadas startups”, dice Paul Graham, cofundador de la aceleradora Y Combinator, que ha dado lugar a más de 550 nuevas empresas desde el 2005. Samsung, al menos, puede darse el lujo de darle una oportunidad al modelo, aunque sólo sea para darse un baño. “Históricamente, gran parte de la innovación en software y servicios ha tendido a provenir de pequeños grupos de personas que trabajan juntas”, dice Eun, “no necesariamente de las grandes empresas. Queremos asegurarnos de que no nos falte nada.”

 

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