Llevamos muchas semanas analizando y comentando la desaceleración económica que está experimentando, y a la que se enfrenta, la economía mundial y, por ende, la economía mexicana. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (por sus siglas, FMI), el enfriamiento económico que están viviendo todas las economías en el mundo, debido a diversos factores, está limitando la capacidad de estas, en tanto en cuanto va reajustando a la baja los cuadros macroeconómicos (las previsiones) con los que los distintos Gobiernos están trabajando. Y es que, como ya hemos dicho en numerosas ocasiones, el futuro que hoy se les avecina a estas economías, atendiendo a un contexto cada vez más sombrío, dista mucho del que veíamos hace meses.
Aunque los organismos avisaron de que las economías no estaban exentas de nuevas rebajas en sus previsiones, es preciso señalar que esas nuevas rebajas ya han llegado y, atendiendo a las previsiones que hoy se publican, son una auténtica realidad. Y de la misma manera, es conveniente señalar que, en la misma línea que lo ha hecho el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE, la UNCTAD, así como numerosos organismos, comienzan a coincidir, así como a compartir ese pesimismo que recogen las citadas previsiones, las cuales, contrastadas con las publicadas anteriormente, dicen que la economía crecerá bastante menos de lo estimado hace escasas semanas.
Para hacernos una idea de lo que comento, o de la magnitud de lo que estoy exponiendo, basta con mirar la rebaja aplicada a las previsiones para la economía mundial, que ha pasado pasaría de crecer un 6% este año y un 5% durante el siguiente, a crecer un 3,2% durante este ejercicio, el 2022, y un 2,9% durante el 2023. Y en la misma línea que se han aplicado esas rebajas para la economía mundial, se han comenzado a aplicar para una economía mexicana que, debido a su exposición por esa estrecha relación con los Estados Unidos, la menor capacidad institucional, entre otros factores, podría comenzar a estancarse en los próximos meses.
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Atendiendo a las previsiones que ha elaborado el organismo para la economía mexicana en este nuevo contexto, hemos de señalar que estas, al igual que las globales que acabamos de repasar, han sufrido una revisión que anticipa un futuro más oscuro para la economía azteca. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la economía mexicana alcanzará un crecimiento del 2.1% este año, por debajo del 2,4% estimado en el mes de julio. Además, atendiendo al siguiente ejercicio, el FMI prevé un crecimiento del 1.2%, un pronóstico similar al que tenía el organismo en el mes julio, pero que está lejos de ese 2.5% que proyectaron en abril.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, en un encuentro previo a la asamblea que pretende reunir a los distintos ministros de economía de todas las economías del mundo, señaló que en estos momentos “la economía es un barco que se encuentra en aguas turbulentas”. Pero, de la misma manera que expuso esta metáfora, la directora del organismo también aprovechó para decir, en línea con lo que dijo su predecesora en el cargo y actual presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, que la situación, lejos de mejorar, irá a peor, y que la ciudadanía debe estar preparada para una situación de malestar que se extenderá más de lo previsto; dejando la puerta abierta, dicho sea de paso, a un recesión intensa si la actuación de los Bancos Centrales se excede y la economía se estanca.
Como puede apreciarse, las advertencias comienzan a ser muy palpables cuando atendemos al análisis, y la economía, lejos de lo que dicen los Gobiernos, la miramos a la luz de los datos. Se avecinan tiempos difíciles, y los analistas de Moody’s ya han advertido que esa situación de malestar podría acentuarse en el caso de economías como las de América Latina. Es momento de trabajar y estar preparados, pues todo lo que no sea eso resta a unas economías a las que, como la mexicana, todavía le quedan muchas batallas por librar.
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