La tradición política en los Estados Unidos tiene en su haber total de 98 informes de gobierno desde 1790 hasta 2022. El discurso se conoció formalmente como el Mensaje Anual de 1790 a 1946 y a partir de 1947, se conoce oficialmente como el Discurso del Estado de la Unión.

Hoy en día, en las esferas políticas contemporáneas, el Discurso del Estado de la Unión se entiende a través de la exposición mediática y su impacto en la sociedad digital a través de las redes sociales. Sin embargo, dejando de lado la influencia del marketing político, para el presidente Joe Biden el segundo Estado de la Unión llega con bajas expectativas y resultados que dejan mucho que desear.

El presidente de los Estados Unidos se dirigirá a un Congreso dividido, en el que el grupo republicano se muestra reacio y un grupo demócrata que ha tenido que resistir para no permitir que el dominio de una mayoría simple. En pocos momentos de la historia contemporánea de los Estados Unidos, el líder del ejecutivo no ha logrado generar consenso (incluso con los opositores) para sacar adelante programas sociales y la política pública para atender los temas de la agenda nacional. 

En un panorama político complejo, el actual presidente Biden está en la víspera del anuncio de su futuro político, en el que se disipará la especulación sobre su eventual reelección. Y de este anuncio dependerá la postura de los demócratas que verán en el panorama hacia el 2024 la oportunidad de reivindicar a su partido, su agenda y su posibilidad de preservar la Casa Blanca por cuatro años más.

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Con un entorno político como el de hoy, pareciera que las propuestas que presentará Biden para hacer frente a las condiciones políticas, económicas y sociales tienen pocas posibilidades de contar con el respaldo en las Cámaras lo que podría representar el fin de un periodo presidencial con amplios vacíos y un sombrío panorama para la próxima transición política. 

Aunado a las complejas necesidades de la agenda interna y externa de los Estados Unidos, Biden llega con una serie de investigaciones en su contra abiertas por el partido republicano y que ponen de manifiesto lo adverso del clima político que se avecina en la recta final de su mandato.

Con temas pendientes por resolver en el plano social, durante el presente mandato ha quedado demostrado que los problemas de brutalidad policial, tiroteos masivos y la crisis de opioides no son temas partidistas, sino que son el reflejo de un tejido social fragmentado e inmerso en una incesante polarización. 

Cerca de seis cientos mil personas viven en situación de calle en los EE.UU., 37.9 millones viven por debajo de la línea de bienestar (en condiciones de pobreza) y al menos 34 millones de estadounidenses no tiene acceso a alimentación digna, confirmando que el sueño americano dista mucho de poder rescatarse o reconstruirse. Las expectativas de crecimiento para los Estados Unidos en 2023 apuntan a un modesto 1.7, que no será suficiente para que el presidente Biden pueda generar los procesos productivos necesarios para atender la urgente situación humanitaria al tiempo que intenta reestructurar la economía, generar empleos, recuperar el equilibrio en las finanzas públicas y trazar su futuro político para evitar entregar la estafeta a los republicanos o en el peor de los casos a Donald Trump.

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