No todo lo que está en cartelera es cine palomero, Guillermo del Toro demuestra que se puede hacer un blockbuster con mucha onda, acción y efectos especiales y una historia inteligente.

Los monstruos nacen muy altos, muy fuertes, muy pesados, ésa es su tragedia Ishirô Honda

Uno de los deportes favoritos de la crítica cinematográfica más dura es desdeñar todas y cada una de las películas que se estrenan durante la época vacacional. Que son mero espectáculo palomero, que carecen de sustancia, que es el refrito del remake del refrito, etc. Y la mayor parte del tiempo no hay manera de debatirles ese argumento, en verdad parece que los ejecutivos en Hollywood cada vez se arriesgan menos y prefieren jugar a lo seguro para maximizar ganancias. Cosas como ¿Qué pasó ayer? Parte III, Después de la tierra o Rápido y Furioso 6 (¡6! cómo lograron hacer seis de ésas y ya viene otra) sólo fortalecen el argumento. Aunque cada vez es más escaso, de vez en tanto algún cineasta de probado talento –de esos que merecen recibir el calificativo de autor– se sumerge en las pantanosas aguas del verano. Ya sea por pura diversión o por un buen puñado de billetes verdes, a veces las dos cosas. Es el reciente caso de Guillermo del Toro con Titanes del Pacífico (Pacific Rim, 2013), quien parece estar dándose la divertida de su vida. La trama es sencilla: un buen día unas criaturas inconmensurables –llamadas Kaijus– emergen de las profundidades del océano pacífico y comienzan a destruir ciudades alrededor del mundo. Para defenderse, los gobiernos del mundo arrancan un programa militar para armar robots gigantes –de nombre Jaegers– y resulta todo un éxito. 7 años después la lucha sigue, los monstruos se vuelven cada vez más poderosos y comienzan a ganar terreno. Los gobernantes deciden interrumpir el programa Jaeger y empezar a construir muros para detener a los kaijus –pfff, ¿cuándo ha servido eso de algo?–. Los restos de la iniciativa son forzados a convertirse en una suerte de guerrilleros, son la resistencia y la única esperanza de la humanidad. En esencia, Titanes del Pacífico es el sueño de todo fan de H.P. Lovecraft que leyó La llamada de Cthulhu* y fantaseó con que los seres humanos se defendieran de la bestia milenaria que promete acabar con el mundo cuando se levante de su sueño. También es la culminación de un ferviente fanatismo del director por el cine de monstruos gigantes y la cultura japonesa en general. Y, para terminar, es la continuación de la técnica y temáticas presentadas en Hellboy 2: El ejército dorado (Hellboy II: The Golden Army, 2008). Es referencial y al mismo tiempo algo verdaderamente original y honesto. Las comparaciones más pedestres apuntarán que Del Toro se está metiendo en territorio que desde hace algunos años gente como Roland Emmerich y Michael Bay controlan: el simple popcorn fun. Muy ad hoc con los tiempos veraniegos. Claro que Pacific Rim está jugando en esa cancha, como el realizador mexicano reconoce, esto no deja de ser un entretenimiento de verano, sus mayores cualidades es que trata de ser algo más, aun cuando no siempre evita caer en los clichés. No es un simple y vacío pasatiempo, igual de provechoso que picarse los ojos. Ni Bay ni Emmerich han logrado imprimirle un factor humano a sus cintas como lo hace Del Toro, quien gracias a su pericia logra que nos interesemos genuinamente por estos seres que están al borde de la extinción, que seamos empáticos con su situación. Aquí también juegan las actuaciones. El multiétnico reparto –digno de un capítulo de Star Trek– carece de grandes nombres, esos que llevan hordas a los cines y enloquecen a los chinos –te estamos hablando a ti, Brad Pitt–. La falta de estrellas es un verdadero riesgo cuando se habla de cine veraniego y al final la recaudación podría terminar pagándolo. Quizá los más conocidos sean Idris Elba –dice @jjnegretec que es el próximo Samuel L. Jackson– y la actriz japonesa Rinko Kikuchi, nominada al Oscar por su trabajo en Babel (2006) y participante de ese sublime ejercicio del sin sentido llamado Funky Forest: The First Contact (Naisu no mori: The First Contact, 2005). Coincidentemente son quienes actúan de manera más sólida, en especial Elba como el líder de la resistencia Stacker Pentecost. Pero en este elenco tan equilibrado hay momento y espacio para que todos brillen, las secuencias de Charlie Day con el viejo colaborador de Del Toro, Ron Perlman**, son una buena demostración de ello. Incluso su humor sirve de descanso entre las secuencias de acción. Uno de los grandes aciertos de Titanes del Pacífico es ése, lograr que la cinta no tenga un sólo protagonista. Hasta los monstruos y los robots tienen su ración de protagonismo. Basta recordar el Godzilla de Emmerich, donde los personajes estaban tan mal construidos que se diluían, incluyendo la lagartija mutante, en la copiosa lluvia neoyorquina. Dicha armonía también es palpable en el contenido mismo del filme, donde la ciencia ficción, el cine de monstruos, el melodrama y el cine apocalíptico encuentran su punto medio. El único objetivo es divertirse, y se logra. No es una casualidad que Guillermo del Toro dedique*** su filme a Ishiro Honda, creador de Godzilla, y Ray Harryhausen, maestro del stop motion y las criaturas de arcilla. El mexicano absorbe de ellos dos y lo proyecta en los monstruos de su película, dotándolos de personalidad en cada encuadre. Si tuviera 4 años otra vez, pienso que estas criaturas me causarían el mismo impacto que me provocaron los dinosaurios de Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993). El verano cinematográfico no se puede poner mejor que esto.   Una posdata En un artículo de The Playlist, explican por qué los estudios están renuentes a invertir en proyectos originales como Pacific Rim y sí ponen el dinero en secuelas, franquicias, etc. Ponen como ejemplo que Son como niños 2 (Grown Ups 2, 2013), la nueva película de Adam Sandler con sus fart buddies, tiene un mejor tracking entre el público, es decir que genera más interés que Titanes del Pacífico en la audiencia. Podemos achacar todos los males de un cine que perdió la vitalidad hace unos años a los voraces dueños del dinero, sin embargo, en el fondo, no hay más culpables que nosotros. Cada boleto que compramos es un incentivo para que el modelo continúe y proyectos con alguna carga de originalidad se pierdan en las pantanosas y profundas aguas de la recaudación de fondos. La mayoría nunca verá la luz. Está en nosotros revertir la tendencia. *Para los que no tengan acceso al libro o no tengan ganas de leer, les recomiendo vean este mediometraje en blanco y negro bastante fiel al texto de Lovecraft. **Quien además tiene el mejor nombre en toda la película: Hannibal Chau, un traficante de órganos de kaiju y todo un gag andante. ***También hay agradecimientos a David Cronenberg, James Cameron, Alejandro González Iñarritú y Alfonso Cuarón. Todos involucrados en la preproducción o postproducción de Titanes del Pacífico. [youtube id=”4ekm20rSGs8″ width=”620″ height=”360″] Contacto: @pazespa http://pazespa.tumblr.com/ http://butacaancha.com/

 

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