Harry Stine tiene 72 años y es uno de los principales desarrolladores de semillas en el mundo. Tiene una fortuna de 3,000 millones de dólares  pero no pierde la modestia ni la humildad. Estas son sus lecciones para emprendedores.   Por Alex Morrell   Desde su modesto cuartel general en Adel, Iowa (una población de 4,000 habitantes), Harry Stine ha amasado una fortuna de 3,000 millones de dólares al revolucionar la industria de la agricultura. Él es dueño de Seed Stine, la empresa privada de semillas más grandes del mundo y el desarrollador de algunos de los productos agrícolas más valiosos de la Tierra. Durante mucho tiempo el rey de la genética de la soya, este hombre de 72 años no se ha cansado de juguetear y repensar su industria, y sus últimas innovaciones en la genética del maíz podrían ayudar a duplicar la producción de cultivo más popular del mundo. Para Stine, quien creció en la pobreza en las mismas tierras en las que hoy reside su imperio, la iniciativa empresarial y la innovación son su segunda naturaleza. Stine es un invitado frecuente en las cumbres y reuniones empresariales en su estado natal. Éstos son algunos de los consejos e ideas de negocio que han contribuido a la prolífica carrera de Stine y podrían beneficiar a emprendedores en cualquier parte: 1. Obtén un título universitario Stine se graduó del McPherson College, una pequeña escuela de artes liberales en Kansas. Muchos de los cursos que tomó no aplicaban inmediatamente al trabajo que realizó en la granja de su padre después de graduarse, pero en el transcurso de su carrera, con frecuencia se vio beneficiado por los conocimientos que obtuvo de diferentes clases. “Creo firmemente que una amplia y diversa experiencia es una ventaja para un empresario”, dice Stine. Nada fue más importante que el curso de derecho corporativo que tomó. Stine fue el primero en su industria en proteger la propiedad intelectual de las plantas que desarrollaba a través de un contrato legal, mucho antes de que existiera la plena protección de la patente. El resultado ha sido frecuentes confrontaciones legales, incluyendo pleitos con conglomerados multinacionales. Stine casi siempre ha vencido en los tribunales, en gran parte gracias a su estrategia legal. “Casi todos los días dedicamos parte de la jornada a los contratos o litigios. Todos los días.” 2. Nace empresario Comprender la genética detrás de las plantas y la soya ha hecho a Stine Seed una empresa silenciosamente dominante, pero no es ese tipo de genética a la que Stine da crédito por su éxito. En cambio, dice que nació con el don genético de un espíritu emprendedor, algo que las personas heredan de la misma manera que la complexión física o el color de ojos. “No se puede hacer un empresario de una persona que no tenga alguna inclinación en esa dirección. Las personas tienden a no entender eso”, advierte Stine. El entorno y el acondicionamiento ciertamente contribuyen –incluso los más atléticamente dotados no pueden hacer una carrera en el baloncesto profesional sin orientación y formación adecuada– pero en última instancia, tu ADN controla si tienes la capacidad para ello. 3. Prepárate para adaptarte La industria de las semillas solía reducirse a pequeñas operaciones familiares. La mayoría han desaparecido ya que la industria se consolidó en torno a un puñado de grandes corporaciones. Y sigue cambiando. Stine no espera que sus acuerdos actuales de licencia de soya seguirán siendo inmensamente lucrativos a perpetuidad, y la empresa ha respondido desarrollando innovaciones genéticas del maíz, aumentando su división minorista y estableciendo un laboratorio competitivo de biotecnología. “Cualquier industria está en constante cambio. Será mejor que cambies junto con ella y sigas adelante, o que salgas del camino”, dice Stine. 4. No pongas excusas Stine tuvo muchos problemas con la escuela cuando era niño. No se enteró sino hasta décadas más tarde que tenía dislexia y un leve autismo de alto desempeño –diagnósticos que eran casi inexistentes cuando cursó la escuela en la década de 1940–. Ni una sola vez sintió lástima de sí mismo o usó esas desventajas para eludir sus responsabilidades. En cambio, las asumió y las hizo parte de su éxito. 5. Ama lo que haces Por lo general Stine llega a su oficina antes de las 6:15 am de la mañana. Trabaja largas horas en comparación con la semana de trabajo tradicional estadounidense. Pero su trabajo –la solución de limitaciones genéticas para la agricultura de granos y el dominio de una industria poblada por enormes empresas como Monsanto, Syngenta y DuPont– es mucho más estimulante y atractivo para él que los pasatiempos que ha tenido a lo largo de los últimos años. “Normalmente vengo siete días a la semana. Tara vez estoy en la oficina durante todo el día el domingo”, bromea. “Cuando eres verdaderamente exitoso, puedes contratar a alguien para que vaya a pescar, jugar al golf, o para ir a un partido de basquetbol, y tú puedes hacer las cosas divertidas”, bromea otra vez. Stine probablemente nunca venderá su operación, porque, como dice, “¿Cuánto vale divertirse todos los días?” 6. Siempre mantén la disposición a dejar un trato Una de las claves de su éxito, dice, es su capacidad de negociación. Siempre estar mental y emocionalmente preparado para alejarse de cualquier trato. Si necesitas desesperadamente hacer un negocio, te quemas. Que no te importe, en cambio, te ofrece una ventaja. “Mira, honestamente a mí no me importa. En la negociación es muy importante que no le des importancia”, dice Stine. “De cualquier forma voy a llevar los mismos pantalones y comer la misma comida.” No te dejes intimidar por los peces gordos en tu industria, en su caso, los gigantes de la agricultura como Monsanto y Syngenta. 7. Trata bien a tus empleados Varios años atrás, Stine Seed dio a todos los empleados un bono de 1,000 dólares por cada año que habían estado en la compañía –una suma considerable para los primeros empleados de Stine. La Navidad pasada, le dio a cada empleado un aumento de un dólar por hora, un aumento significativo para aquellos en el extremo inferior de la escala salarial. Aunque Stine parece a todas luces una persona perfectamente generosa y benevolente, en realidad es su pragmatismo el que guía su trato a los empleados. “Nosotros no hacemos ese tipo de cosas para ser amables, lo hacemos porque es un buen negocio”, dice Stine. “Sólo sé cómo empresa que es mejor para nosotros que nuestra gente se sienta bien.”

 

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