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Su pequeña ciudad en el estado Oaxaca, una de las más pobres en el sur de México, no tiene sucursal bancaria. Romero paga en efectivo, viaja horas para cancelar facturas y no puede ahorrar ni pedir prestado para gastos mayores. “Claro que sí me gustaría tener una cuenta bancaria”, dijo. “Así podríamos ahorrar lo poco que se gana acá”. Mientras muchos mexicanos aplauden el empuje de López Obrador, algunos ejecutivos de fintech se quejan de que se están quedando afuera de la jugada. Jaime Cortina, director general de operaciones y sistema de pagos de Banco Central de México, dijo que el objetivo era desarrollar un método de pago en el que los mexicanos pudieran hacer transacciones entre ellos, en tiendas y compras en línea. Las fintechs que deseen unirse necesitan una licencia de institución de pago electrónico, un trámite que los nuevos participantes temen que pueda demorar hasta un año. Los miembros actuales incluyen instituciones establecidas como Bancomer, Banco Santander de BBVA y Citibanamex de Citigroup. Adolfo Babatz, director general de Clip, una aplicación de pagos electrónicos, dijo que el gobierno debería estar buscando a los empresarios de tecnología financiera para llevar una verdadera innovación al sistema, no a los bancos que se han beneficiado de las altas barreras de entrada. Su compañía, con sede en Ciudad de México, ha creado un lector de tarjetas de crédito móvil de bajo costo que se adapta a los teléfonos inteligentes. México debería “mirar los ejemplos del resto del mundo”, dijo. En Kenia, por ejemplo, el sistema de pago móvil M-Pesa fue lanzado en 2007 por una empresa privada, el operador de redes móviles Safaricom. M-Pesa ahora sustituye a una cuenta bancaria tradicional para millones de usuarios. En China, cientos de millones de consumidores no bancarizados han acudido a Alipay, la aplicación de pago propiedad de Ant Financial, afiliada de Alibaba. Economía informal La banca de bajo costo por sí sola no puede hacer mucho para atraer a los mexicanos de bajos ingresos. Casi el 57% de ellos trabaja en la economía informal, según datos del gobierno, y se estima que el 90% de las transacciones se realizan en efectivo. “(Hay) gente que no quiere ser fiscalizada porque viven en la economía informal”, dijo Carlos López, director de estrategia minorista y nuevos negocios digitales de BBVA Bancomer, el banco más grande de México. Herrera, el subsecretario de Hacienda, dijo a Reuters que el gobierno está haciendo esfuerzos para disminuir el uso de efectivo en México, reducir el lavado de dinero y la corrupción, y para atraer a más personas a la economía formal. El funcionario dijo que la administración planea hacer la transición al depósito directo o a las billeteras digitales para otorgar beneficios de asistencia social durante los próximos 18 meses. Ahora, muchos dependen de tarjetas emitidas por el gobierno que pueden usarse en cajeros automáticos para retirar sus beneficios en efectivo. También mostró su optimismo de que las empresas fintechs traerán la competencia necesaria al negocio de transferencia de dinero, reduciendo el costo de las remesas enviadas a casa por los mexicanos en el extranjero. Pero incluso en la cosmopolita Ciudad de México, un futuro de pagos sin efectivo parece muy lejano para personas como Paula Martínez, que vende dulces tradicionales, chicles y cigarrillos en una canasta en el moderno barrio de Roma. La madre de tres hijos no tiene una cuenta bancaria, y dice que ella y su esposo nunca lo han considerado. “Lo que ganamos no es suficiente”, dijo. +Popular:Comer quelites te ayudará a prevenir la gastritis: UNAM