Por Jonathan Badeen* Todos lo hemos hecho. Entras a una habitación llena de personas y empiezas a escanear a la multitud: sí, tal vez, nada mal, casi definitivo, amén. No solamente estás observando gente, la estás analizando. Eres humano y no puedes evitar hacer una serie de juicios acerca de las personas que están frente a ti. ¿Te gustan? ¿Te disgustan? ¿En quién estás interesado? ¿A quién debes evitar? Desde los rasgos faciales y de voz, hasta vestimenta y lenguaje corporal, cada detalle sobre ellos provee una pista de quiénes son y de qué van. De esta manera has evaluado una tremenda cantidad de información de cada persona en materia de segundos y ahora has arribado a un veredicto. Estuviste involucrado en un swipe cognitivo. Podría tomarse a mal, fuiste muy rápido para juzgar. Sin embargo, tus cálculos probablemente eran correctos. Este rápido recuerdo de la experiencia y el conocimiento que se acumula para formar un juicio inmediato es lo que llamamos intuición. Y, como han demostrado los estudios psicológicos, ofrece un nivel sorprendentemente alto de precisión. Cuando las personas piensan que la adopción generalizada de Tinder es una anomalía, ya que les da a los usuarios menos información que sus predecesores, no están teniendo en cuenta el poder de la intuición humana. Pero eso es exactamente por lo que funciona. El swipe de Tinder es, en muchos sentidos, el ejemplo que incluiría un libro de texto sobre cómo es una experiencia de usuario intuitiva. Comencé a construir Tinder en el invierno de 2012. Una vez que el desarrollo estaba en marcha, inmediatamente me sentí atraído por la naturaleza lúdica de la aplicación, los perfiles de las personas se asemejaban a una baraja de cartas, y desde el principio tuve un deseo persistente de hacerlo como un juego. Al principio, usar los botones para mover las cartas se sentía torpe. La aplicación funcionó, pero carecía de fluidez y velocidad. Encontrar y seleccionar el botón apropiado se sentía deliberado y lento, mientras que, en un escenario del mundo real, las decisiones que tomamos sobre los demás son rápidas, a menudo subconscientes. A veces ni siquiera nos damos cuenta de que hemos llegado a una conclusión sobre alguien antes de actuar instintivamente. Cuando caminas por el pasillo de un avión con asientos sin asignar, instantáneamente haces cálculos complejos sobre la personalidad de cada viajero: tomará mis descansabrazos, hablará durante todo el vuelo. Tu intuición dice inmediatamente dónde tomar asiento y cerca de quién. Sabía que, si Tinder tuviera que replicar la naturaleza humana, las decisiones del usuario tendrían que tener efecto instantáneamente y sentirse como algo natural. Pero, ¿podría una aplicación seguir el ritmo de la intuición humana? Me puse en el lugar de un usuario típico de Tinder: un chico universitario, caminando por el campus, café en una mano y teléfono en la otra, buscando rápidamente coincidencias entre las clases. Al hacerlo, me di cuenta de que, en lugar de presionar un botón, lo que necesitaba era un gesto que no requiriera un objetivo exacto, algo que no necesitara que el usuario fuera tan preciso. El gesto necesario para permitir una rápida toma de decisiones y la fluidez del movimiento. Pero, ¿cuál sería? Me quemé el cerebro en el transcurso de unas semanas. Entonces, una mañana, salté a una ducha caliente. Era un día normal en todos los sentidos; ni siquiera estaba pensando en Tinder. Estaba solo, haciendo espuma y preparándome para el trabajo. Hacia la mitad de mi baño, me di cuenta de que olvidé encender el ventilador. No es gran cosa, sucede todo el tiempo. Cuando salí, la habitación estaba especialmente empañada. Limpié el espejo, pero en un minuto se empañó nuevamente. La limpié por segunda vez, solo que esta vez, limpié en la dirección opuesta. Vi una cara familiar que me devolvía la mirada en el claro espejo que mi mano acababa de… deslizar. Y fue entonces cuando sucedió: tuve una epifanía. En ese momento, deslizar o hacer swipe llegó. El problema que había estado tratando de resolver durante semanas parecía estar bloqueado de manera perpetua. Luego, en un instante, la solución se presentó, clara como el día, con una simplicidad abrumadora: en el proceso de examinar la baraja de cartas, terminé con un montón de “sí” y un montón de “no” además de la pila activa bajo consideración. Lo que necesitaba era una acción multidireccional. Cuando visualicé la aplicación, me di cuenta de que la lista de coincidencias del usuario estaba a la derecha. Un deslizamiento a la derecha sería un “sí”. De esta manera se agregaría a esa persona a su lista de coincidencias. Parecía tan simple, tan obvio. No podía creer que no se hubiera hecho antes. Haz swipe a la derecha para hacer clic en “Me gusta”. Desliza el dedo hacia la izquierda para pasar. El swipe de Tinder fue el primero en lograr dos cosas a la vez: la navegación y la toma de decisiones. Busqué en internet por alguien, en algún lugar, que hubiera usado el swipe de esta manera, pero terminé con las manos vacías. De hecho, el swipe cambió todo. No solo se resolvió por el ritmo rápido y la fluidez de la intuición, sino que también les dio a los usuarios la sensación y la satisfacción de ver que los elementos en su pantalla reaccionaban al tacto. Sabía que este sentido de lo físico ayudaría a crear una conexión emocional, del mismo modo que las personas se sienten conectadas al manejar un disco de vinil o al pasar las páginas de su novela favorita. El swipe, como el tirar de una palanca en una máquina tragamonedas, es lo que hace que Tinder se sienta tan extrañamente adictiva. Hoy, el swipe se ha convertido en el elemento más emblemático de Tinder. No solo marcó el comienzo de una nueva era de aplicaciones que también se mantendrían al ritmo de la velocidad de la psique humana, sino que se ha vuelto tan penetrante que nos frustramos cuando no podemos hacer swipe en algo que hemos considerado “capaz de deslizar”. Pero quizás lo más notable es que ha ayudado a cerrar la brecha entre lo virtual y lo real. Nunca olvidaré el día en que alguien nos contó cómo él y sus amigos usaron los términos “Swipe hacia la derecha” y “Swipe hacia la izquierda” como código en la calle. Cuando vi que la vida real estaba imitando nuestra tecnología, estaba claro que todo había cerrado el círculo. Fue entonces cuando supe que había hecho swipe. *Cofundador y Chief Strategy Officer de Tinder   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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