Por: Luis Javier Álvarez Alfeirán

Cancún ha sido, probablemente desde su fundación en 1975, la joya de la corona del turismo mexicano. El desarrollo de la Riviera Maya la ha colocado en el tercer lugar como destino más popular del mundo después de Dubai y Londres según The Travelers Choice en 2022. Por el aeropuerto internacional de Cancún pasan casi el 50% de los turistas internacionales que llegan a nuestro país (el de la CDMX representa cerca del 20%). Su belleza natural es incuestionable y los colores de sus aguas seductoras; sus más de cien mil cuartos de hotel lo colocan como una de las ciudades con mayor capacidad de recepción turística del continente después de Las Vegas y Orlando. El 50% del PIB de Cancún proviene de la actividad turística. Más de 30 millones de personas visitaron este destino en 2022 obteniendo así un récord. El principal mercado proviene de Estados Unidos y Canadá. 

Ahora bien, parece que la fama de este destino se desmorona debido a los acontecimientos que no dejan de ser noticia tanto nacional como internacionalmente.

Es claro que México se enfrenta al problema del narcotráfico en prácticamente todo su territorio, pero en la Riviera Maya, se ha incrementado exponencialmente en los últimos años y con ellos los episodios de violencia. Las autoridades, tanto municipales como estatales, se quedan en un discurso, por compromiso y de corte mediático, de condena más que de acción. La delincuencia y los episodios violentos siguen creciendo (casi 400% en los últimos 5 años) y lo siguen haciendo cada vez de forma más abierta. Las autoridades han identificado al menos la presencia de cuatro cárteles en la entidad: CJNG, los Zetas, cártel de Sinaloa y el Cártel del Noreste quienes operan en las principales ciudades del Estado.

El Sargazo masivo es otra de las plagas que cada vez se apodera más de las playas de Quintan Roo, pocas son las acciones que se toman para evitar el arribo del alga que se pudre y convierte las otrora blancas playas en hediondas e intransitables zonas costeras; sólo algunos de los negocios locales parecen preocuparse por ello e invierten recursos tanto humanos como financieros (muy poco en comparación con lo que se necesita) tratando de salvar sus comercios, mientras que las autoridades se muestran impávidas.

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Y por si lo anterior fuera poco, ahora es el gremio de taxistas el que se empeña en dar la estocada final a un destino que, de seguir así, entrará en fase terminal más pronto que tarde. Hemos visto videos de taxistas amedrentando y agrediendo a los conductores de las plataformas digitales sin preocuparse si quiera si lo hacen frente a los visitantes. ¿Hasta cuándo permitirán las autoridades que esto siga sucediendo? ¿Por qué no han actuado aún? ¿No han entendido acaso los tiempos en los que vivimos en que las redes sociales detonan la percepción y por ende el comportamiento de los consumidores? ¿quién les pone un alto? 

La corrupción puede manifestarse de distintas maneras, no es sólo recibir dinero a cambio de favores. Por definición, corrupción es provocar un daño y éste se alcanza ya sea por la acción o inacción voluntaria de quienes están obligados a evitarlo. México tiene ya el ejemplo de Acapulco y no termina de aprender. La tentación del dinero fácil en un destino como este, que proviene de otorgar permisos inmobiliarios cuestionables, de cuotas sindicales, de extorsión y prebendas es demasiado grande para una clase política que se ha prostituido. El costo de la corrupción en el turismo no sólo puede acabar con el turismo internacional, –pocos quieren aún aceptarlo argumentando que el destino “se vende por sí solo”– sino que con ello pondrá en agonía la economía local que verá a miles de familias quedarse sin sustento y en la necesidad de emigrar –en el mejor de los casos–, si no es que entregándose a las bandas criminales rompiéndose así el frágil equilibrio de la sociedad. 

No todo está perdido, aún hay tiempo de dar marcha atrás y preservar esta joya del caribe mexicano, pero para ello es necesario pasar del discurso a la acción concreta y firme, con contundencia y firmeza tanto de las autoridades como de la sociedad en general. 

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Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán, MA. Director de Le Cordon Bleu Anáhuac*

[email protected]

twitter: @DirectorLCBMx

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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