Un poco más del 70% de la población mundial vive ya en áreas urbanas, con todos los problemas que ello implica, tales como una alta demanda de servicios, hacinamiento, tráfico, ruido, stress y efectos colaterales derivados de la contaminación, basura, escasez de agua y los crudos impactos del cambio climático.

Décadas de estudios e investigaciones se acumulan y parecen no servir de mucho; la población se vuelve indiferente y mantiene los hábitos de siempre hasta que tiene que enfrentar las graves consecuencias. En los últimos 60 años, cada década ha sido más calurosa que la anterior y 2023 será el año más caluroso registrado.  

Vivimos en una situación de distorsión estacional en la que una región puede pasar por etapas de sequía extrema a inundaciones, de tormentas y tornados a calor récord; la nieve y la lluvia caen en lugares donde jamás lo había hecho; hasta el granizo adquiere dimensiones peligrosas, las lagunas y ríos que antes existían son ahora fosas desiertas y salitrosas; bosques y selvas mueren rápidamente, nadie detiene el avance del desierto.   

Es en las ciudades en donde mayor es la exposición a los daños más severos del cambio climático, he aquí tan solo algunos de los más relevantes:

La escasez de agua. El agua no solo es vital para el consumo humano en las ciudades, es la base de la economía sin la cual nada puede prácticamente existir. 

Al faltar el agua no solo se presentan graves problemas de salud e higiene en la población; sino que se afectan servicios fundamentales que las grandes urbes requieren, únicamente los desechos orgánicos producidos diariamente representan miles de toneladas diarias que se acumulan y desecan en las cañerías y que terminarán dispersándose por toda la ciudad.

Todos esos desperdicios generan emisiones de gases, malos olores, polvo y partículas suspendidas y que seguramente encontrarán alguna forma de llegar a tu organismo. 

Lo mismo ocurre en las instalaciones industriales, equipos y vehículos que requieren mantenimiento diario y que este debe ser racionado por la falta de agua, ni hablar de los procesos de lavado, necesidades fundamentales que también al no cubrirse agravan y complican la vida cotidiana. 

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Enfermedades crónico degenerativas. Las ciudades no planificadas creadas en el desorden y la anarquía suelen ser el caldo de cultivo de la exterminación de todo tipo de vida y la condena lenta, progresiva e ineludible de sus habitantes.

La mayoría de las enfermedades y los padecimientos que originan la desertificación, contaminación y saturación urbanas no son de efecto inmediato; avanzan poco a poco, van consumiendo las áreas vitales por etapas, pausadamente.

Las estadísticas son contundentes: diversos tipos de cáncer, trastornos de los pulmones, el corazón, los riñones, insomnio, depresión, asma, el sistema digestivo, el circulatorio y hasta padecimientos en la piel y los huesos aumentan inexorablemente y se presentan a edad más temprana e incluso en individuos aparentemente sanos y con un estilo de vida y dieta muy saludable.   

¿Las causas? Aire, polvo, micro-partículas, sustancias químicas, alimentos y agua contaminados ingeridos cotidianamente.  

Asfalto peligroso. Las temperaturas, la radiación y la luz solar aumentan y con ello, las emanaciones de concretos y asfaltos que cubren las calles, edificios, casas, estructuras y techos; estos materiales liberan una enorme cantidad de contaminantes atmosféricos muy perjudiciales.

Los pavimentos de asfalto no reflejan la luz del sol y, por lo tanto, se calientan más rápido que una superficie ligera que reflejaría la luz del sol. Esto significa que el asfalto absorbe la radiación solar, lo que aumenta la temperatura del aire alrededor del asfalto contribuyendo a lo que se conoce como el efecto isla de calor urbano.

El asfalto produce algo llamado aerosol orgánico secundario (SOA), que contribuye a la dispersión de partículas peligrosas cuando se inhalan y muy pequeñas (2,5 micrómetros de diámetro en promedio). 

Las más recientes investigaciones demostraron que el calor extremo provoca que el asfalto emita más aerosoles orgánicos secundarios en el verano en cantidades que rebasan a los contaminantes que los vehículos de motor de gasolina y diésel combinados.

Aunque con los vehículos híbridos y eléctricos se puedan reducir los contaminantes por combustibles fósiles, las emisiones del asfalto, los aislantes y los impermeabilizantes empeoren a medida que las ciudades se expanden y el cambio climático se acelera. 

Sin duda es imprescindible y crucial migrar a soluciones con nuevos materiales, los cuales ya se utilizan en los países desarrollados. 

Ojalá que no reaccionemos que el hedor de la ciudad nos sofoque y nos provoque molestias en la garganta, dolores de cabeza; el agua no salga de la regadera o cuando alguien presente algún síntoma “raro” o “inexplicable” que suele ser el anuncio de alguna enfermedad crónica que venía acarreando desde hace meses.  

La vida transcurre muy rápidamente y buscamos cualquier excusa para no reflexionar o hacer algo, quizá por indiferencia, impotencia o porque ya es demasiado tarde. 

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