Se dice que Charles Baudelaire pasaba horas mirando su reloj. Al poeta lo hipnotizaban las manecillas, no tanto por su predictibilidad al dar vueltas, sino por lo que las mismas deparaban. 

El paso del tiempo hizo que Baudelaire buscara belleza en el vacío. Se ganó el mote de “poeta maldito”, más por la bendición de la curiosidad que lo llevaría a innovar una estética en el uso de la lengua en la poesía del Siglo XIX, que por cualquier adoración a una fuerza oscura.

El tiempo y la innovación

El concepto de tiempo es uno que está vinculado a la idea de innovación. Se aplaude la pericia para emplear el más valioso y democrático de los recursos que hay a la mano porque somos expertos en su desperdicio.

Innovar requiere una mente abierta: a frustraciones, adversidades, riesgos, errores, burlas y contracorrientes. Como método para crear valor diferenciado, uno de sus ingredientes es tiempo, mismo que los negocios no suelen tener. 

Solo que contar con tiempo no se reduce a una condición de indulgencia como de conciencia: la anticipación y la visión establecen las dos piernas en la conducción motriz de un proceso de innovación.

Un modelo de innovación responde a un problema específico al que siguen las etapas de investigación y experimentación. Solo los resultados hablarán por la calidad de estas etapas, pero el rol que ostenta este atrevimiento para evolucionar, trasciende a la organización.

Tres formas de adoptar el cambio

Hay tres maneras diferentes en las que una empresa adopta el sentido del tiempo para darle impulso a un proceso de innovación:

Ser sacudidos por el cambio

Cuando no hay tiempo para considerar posibles amenazas ni valorar opciones que no tengan que ver exclusivamente con la operación diaria, la mirada está puesta en un solo punto y la agenda cubre una categoría de eventos: sacar el trabajo. Los horarios suelen saturarse, la prisa es el ingrediente que hermana y el cambio es visto como una turbulencia en la que se rebota. Se cambia como consecuencia. No hay de otra.

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Reaccionar al cambio

La dificultad en la anticipación, cortesía de avalanchas operativas y culturales suelen competir con la planificación en todas las áreas para poner la mirada algunos metros adelante de la inmediatez. Se vive al día, de una u otra forma, pero también hay un sentido directivo que reacciona con la agilidad que la estructura lo permite ante amenazas y oportunidades. De panzazo.

Conducir el cambio

Se asumen los riesgos para contar con los recursos humanos, económicos y temporales que se dediquen a estudiar el impacto de nuevas aproximaciones para satisfacer de manera optimizada y diferenciada las demandas de los clientes. Crear valor como estrategia de fondo tiene como resultado un par de ojos bien abiertos en el cliente y su lealtad puesta como credencial y más grande caso de uso. Sobre la ola.

Un Flâneur

A Baudelaire le fascinaba la idea del paso del tiempo y su relación con la experiencia humana. Su poesía refleja una obsesión por la fugacidad y el ingenio con el que tendríamos que ingeniar el acomodo de las horas sobre el día. 

Baudelaire sabía que la inversión más sabia era aprovechar el tiempo. Solía pasar las tardes vagando por las calles de París, ensimismado. Era conocido por ser un agudo observador de los peatones y así tratar de capturar los momentos pasajeros para entonces poder comprender la lógica de su ciudad. 

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Contacto:

Eduardo Navarrete es Head of Content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

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