Existe la creencia generalizada de que llevar una dieta saludable es mucho más caro, sobre todo por el precio que llegan a tener los llamados productos orgánicos. De acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la UNAM, alimentarse adecuadamente, con verduras, legumbres, frutas y algunas proteínas de origen animal cuesta igual que comer alimentos ultraprocesados, hipercalóricos y otros que no tienen valor nutricional.

El grupo conformado por Patricia Clark, Carlos F. Mendoza-Gutiérrez, Diana Montiel-Ojeda, Edgar Denova-Gutiérrez, Desirée López-González, Laura Moreno- Altamirano y Alfonso Reyes llegó a esta conclusión tras estudiar a 2,014 niños y adolescentes entre 4.5 y 20 años, en quienes se administró un cuestionario de alimentos para conocer las características de la dieta. El periodo en el que se realizó fue de marzo de 2014 a abril de 2019. 

Por medio del análisis de los contenidos de las dietas, se determinaron tres patrones: el saludable, el de transición, y el no saludable. Después, se capturaron los costos promedio de los alimentos visitando mercados, supermercados y tiendas de conveniencia. 

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Patricia Clark, jefa de la Unidad de Epidemiología Clínica del Hospital Infantil de México Federico Gómez-Facultad de Medicina UNAM, y quien encabezó el estudio, señala que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), el 35.6 % de los niños y el 38.4 % de los adolescentes presentan sobrepeso u obesidad; de ahí la importancia de poner este tema sobre la mesa, literalmente. 

Asimismo, advirtió que las dietas no saludables son un factor que determina problemas relevantes de salud, como la obesidad que se asocia al desarrollo de muchas otras enfermedades: cardiovasculares, diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer y accidentes cerebrovasculares.

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Desde la perspectiva de Clark, hemos dejado de consumir los ricos guisados que cocinaban las abuelitas para dar lugar a una dieta basada en alimentos importados (y por lo tanto más costosos), que hemos adoptado de otras culturas (hamburguesas, pizzas, donas). 

El estudio concluye que los patrones alimentarios de los niños, niñas y adolescentes de Ciudad de México y la Zona Metropolitana no difieren en costos entre los saludables y los que no lo son, por tanto, puede desmitificarse la percepción de que una dieta sana es más cara. Este artículo está nominado como el mejor de nutrición en el Nutrients 2023 Best Paper Award cuyos resultados se darán a conocer el 30 de agosto de 2023.

Como ejemplo de la importancia de la selección de los alimentos, algunos de los precios que reporta el estudio son:

  • Un kilo de plátano costaba en promedio 20 pesos, mientras que uno de pastelillos, alrededor de 55 pesos.
  • El agua simple costaba 12 pesos en promedio por litro, mientras que bebidas azucaradas, como refrescos y jugos, alrededor de 13 pesos por litro.
  • Un kilo de carne de cerdo tenía un costo promedio de 80 pesos, mientras que un kilo de frituras, costaba alrededor de 115 pesos por kilo.

Al final, el estudio demostró que la diferencia de precios de los tres patrones de dieta no fue significativa.

Asimismo, menciona que mientras la dieta no saludable contó con un ligero incremento en su precio promedio, la saludable prácticamente no tuvo variación y resalta que la principal diferencia entre los patrones dietéticos es la frecuencia de consumo de cada alimento.

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En la Gaceta UNAM, Clark explica que una dieta saludable “es la que proporciona nutrientes que el cuerpo necesita para mantener su buen funcionamiento en nuestro organismo y conservar o restablecer la salud y minimizar el riesgo de enfermedades. Esto incluye frutas, verduras, legumbres, granos (como lentejas, alubias, cereales integrales).

La dieta no saludable incluye alimentos procesados o ultraprocesados, alimentos y bebidas con altos niveles de energía, los hipercalóricos, los que tienen mucha sal o azúcar, harinas refinadas, así como altos contenidos de grasas trans. También la comida precocida que ya está prehecha”.

“Quiero pensar que esta información la pueden tener en cuenta los tomadores de decisiones. Hay que hacer difusión en relación con la cantidad y diversidad que en nuestro país hay respecto a verduras y frutas, a las cuales tenemos acceso de manera más fácil que en otras naciones. En lugar de adquirir alimentos no regionales, tenemos que buscar cuáles son saludables, cuáles más económicos y añadirlos a nuestra dieta. Rescatar la forma en que nos alimentábamos hace medio siglo”, destaca la investigadora.

“Este estudio les puede servir a los tomadores de decisiones para quitar la percepción de que aquellos alimentos saludables son más caros. Debemos educar en cuanto a que no únicamente el salmón y los espárragos lo son o los llamados ‘orgánicos’, muchos de los cuales son manejados por la mercadotecnia para encarecerlos. No es indispensable comer cosas caras para que sean saludables, lo que sí es que debemos educar acerca de qué comer y saber qué comprar”, añade Clark.

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