Sin duda, la segunda temporada de La Casa de las Flores (la serie creada por Manolo Caro para Netflix, el nuevo gigante del entretenimiento casero) sufrió narrativamente, igual que el resto de los personajes, la partida de Virginia, el personaje interpretado por Verónica Castro que decidió abandonar a los suyos al final de la primera temporada –harta de su comportamiento– y que, entre temporadas, perdió la batalla contra una dura enfermedad. 

La tercera temporada de la popular serie estará a disposición del público a partir del 23 de abril, 11 capítulos en que Manolo Caro y su equipo de guionistas revelarán cuál es el destino de la orgullosa Familia De la Mora. Uno de los cambios más importantes que podrán apreciar los espectadores se da en la temporalidad de la serie, no sólo sabremos qué sucede en el presente del clan sino que la producción los transportará al pasado, más precisamente a 1979. 

Es en ese año que la Virginia que conocemos vio transformada su vida, fue el calendario en que dejó de ser una muchacha despreocupada para convertirse en la fuerte matriarca de la primera temporada. La actriz Isabel Burr (conocida por participar en series como Niñas mal, Luis Miguel: la serie, o Médicos, Línea de Vida) fue la elegida de Manolo Caro para retomar en el personaje de Verónica Castro. 

Según cuenta Burr, el director le propuso participar en el casting durante una ceremonia de premios y, desde ese momento, supo que de conseguir el papel éste sería uno de los retos más grandes de su carrera. Sobre esto y más charlamos con la intérprete días antes del estreno de la temporada final de La Casa de las Flores.

¿Cómo fue el casting?

Gracias a dios me tocó hacer la imitación con dos de los personajes que se quedaron también en esta tercera temporada, Javier Jattin y Tiago Correa. Tres días después me llaman para decirme “te quedaste el papel”. Fue una mezcla de sentimientos, nervio, de decir “ahora sí va a estar difícil el reto”. Al mismo tiempo me sentía muy contenta de por fin entrar a Netflix, algo que quería hacer desde hace mucho, y darle vida a un personaje con tanto que ofrecer, muy bonito. Entrar a una serie tan exitosa. 

¿Qué decía Manolo (Caro)? ¿Por qué eras la indicada para tomar el papel de Verónica Castro?

Las indicaciones para el casting fueron llevar ropa de los 70. Estuve como 3 días planeando qué ponerme, agarrando ropa de mi mamá, buscando en internet todo los referentes que encontrara de esa época. Sin el guión, ni nada. 

Obviamente vi la primera temporada, como cinco, seis veces, repitiendo cada escena de Virginia. Cuando llegué al casting, Manolo sólo nos dijo “ok, ahora están en 1979, están platicando los tres, pasense un churro e improvisen”. Intenté hacer la voz un poco como Verónica, los movimientos. Manolo me empezó a dirigir un poco y fue todo lo que hice en ese momento. No sabíamos cómo sería la historia, cómo sería Virginia de joven, la verdad me sorprendió mucho leerlo. 

¿Qué te gustaba de La Casa de las Flores antes de participar en la serie?

Me gustó que se tocan algunos temas muy polémicos, con ese humor oscuro que caracteriza a Manolo Caro. Todo el tema de la diversidad sexual me parece muy acertado, es muy interesante entrar a la vida de esta familia que tiene tantos misterios y secretos. Cada personaje es muy empático, conozco a muchas personas que dicen “yo soy como él, como ella”. Hay ciertas cosas muy establecidas que permiten empatizar con los personajes. Querer ser parte de ellos. La música me gustó mucho y el humor negro, como se ve esto que está pasando en sociedad: la doble moral. 

¿Qué encontrarán los espectadores en esta tercera temporada?

Espero que la vean de corrido, son 11 capítulos. Vamos a descubrir cómo se cierran todas esas preguntas que quedaron abiertas desde la primera temporada. Todo tiene un sentido, vamos a estar viajando al pasado en 1979, mientras sigue la historia del presente. Será todo un descubrimiento ver cómo eran estos personajes de jóvenes. Ver cómo creció Virginia, cómo era su mamá, los personajes que la afectaron para convertirse en la mujer que conocimos. Te mueres de risa con los diálogos y de verdad se van a sentir en 1979. 

Me encanta que sea buen cierre para la serie, hay otras que se siguen y siguen en cuatro, cinco o seis temporadas. Aquí fue un acierto terminar la historia con esta tercera temporada. Termina muy bien. 

¿Viste algo en especial de Verónica Castro para inspirarte?

A mi me molesta mucho cuando los personajes que vuelven jóvenes no se parecen. Entonces, siendo honestos, había que conectar no nada más con Virginia sino con Verónica, que tiene gestos muy particulares, una sonrisa y, sobre todo, una voz muy particular. Recrear esa voz, las pausas al hablar, la risa (suspira). Sin embargo, tenía que ser una Verónica más joven, porque todos cambiamos al crecer. Intentar descubrir la esencia de Verónica en Virginia, todos los actores aportan su personalidad al personaje, fue entender a las dos sin salir de la línea establecida. 

Manolo fue de mucha ayuda, no me dejaba, me pedía bajarle a los gestos o subirle a otras cosas. El personaje se va trasformando, lo verán en la tercera temporada. Una decisión de Virginia, es una escena en particular, hace que ella se transforme y se vuelva la matriarca conservadora de la primera temporada, va a contrastar mucho porque ella era una joven rebelde, a la que no le importaba nada el qué dirán. Entenderemos su cambio. 

Tuve que estudiar mucho a Verónica, pero, sobre todo, intentar quitarle sus zapatos a Virginia para ponerle los míos. 

¿Debe ser el reto más grande? Serle fiel y lograr ponerle tu sello. 

Sí, mucha gente piensa que es más fácil actuar un personaje establecido. No lo es, es de los retos más difíciles. No poder salirse del renglón, seguir la pauta. Sabes cómo termina el personaje, ella muere en la segunda temporada entonces no hay mucho por donde rascarle. El reto fue intentar vivir el personaje y que concuerde con la primera temporada. 

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