En los últimos años, el cáñamo ha surgido como un protagonista destacado en los sectores de investigación y desarrollo agroindustrial, despertando interés no por sus propiedades psicoactivas, sino por su vasto potencial en diversas áreas. La distinción clave entre el cáñamo y la marihuana radica en su contenido de delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), siendo el primero notablemente bajo (<0.3% en América del Norte, <0.2% en Europa y <1.0% en México). Este hecho ha permitido que el cáñamo industrial (Cannabis sativa L.) se consolide como un recurso versátil con aplicaciones que abarcan desde la protección ambiental hasta la nutrición y la industria textil.

El cannabidiol (CBD), un componente no psicoactivo del cáñamo, ha capturado la atención por su capacidad para influir en el sistema endocannabinoide humano, regulando diversos procesos fisiológicos. Además, la fibra de cáñamo se erige como una alternativa superior en la industria textil y papelera, mientras que el aceite de semillas se destaca como un superalimento en la creciente industria de alimentos funcionales.

A pesar de su historia milenaria, el cáñamo enfrentó prohibiciones a principios del siglo 20 en gran parte del mundo. Sin embargo, recientes desarrollos legislativos, especialmente en Estados Unidos y Canadá, han revitalizado su presencia global. Actualmente, más de 47 países cultivan cáñamo con propósitos comerciales o de investigación, y se estima que el mercado mundial experimentará un aumento del 250% para 2024, alcanzando cifras significativas en comparación con los 17.7 mil millones de dólares en 2019.

Aunque el futuro del cáñamo parece prometedor, persisten desafíos que requieren atención inmediata. La falta de variedades adecuadas, prácticas agronómicas eficientes y estándares industriales amenazan la sostenibilidad de esta industria en rápido crecimiento. Además, la incertidumbre regulatoria, las opiniones políticas dispares y las complejidades en el seguimiento de componentes químicos como el CBD y el THC plantean desafíos adicionales.

Es evidente que el cáñamo puede desempeñar un papel crucial en la resolución de desafíos globales, desde la competencia por el uso de la tierra hasta la crisis alimentaria mundial. Sin embargo, para que esta visión se materialice, es imperativo abordar las lagunas en la investigación y desarrollo. La falta de un enfoque integral en la literatura existente destaca la necesidad urgente de una revisión sistemática a lo largo de la cadena de suministro del cáñamo.

Un articulo reciente denominado “Mapeo de conocimientos para una industria del cáñamo segura y sostenible” realizó una revisión en la literatura, identificando más de 700 artículos relacionados con el cáñamo, abordando temas que van desde la producción hasta la salud y la educación. El cannabidiol, la fibra y el aceite de semillas emergen como los “campeones” del cáñamo, cada uno con aplicaciones únicas y prometedoras. Sin embargo, se requiere una mayor atención a la investigación sobre la producción, la extracción de compuestos bioactivos y la estandarización de análisis fitoquímicos.

En el contexto mexicano, el cáñamo, a menudo malentendido y vinculado erróneamente con la marihuana, enfrenta la sombra de la prohibición y los estigmas asociados con la planta psicoactiva. Sin embargo, es imperativo reconocer que el cáñamo y la marihuana son dos entidades distintas, diferenciadas principalmente por su contenido de delta-9-tetrahidrocannabinol (THC).

La despenalización y regulación del cáñamo pueden abrir puertas a una serie de oportunidades agrícolas e industriales en México. El cáñamo es una planta versátil que puede utilizarse en diversas aplicaciones. Su cultivo puede contribuir a la diversificación de la agricultura, ofreciendo a los agricultores una alternativa rentable y respetuosa con el medio ambiente.

La desvinculación del cáñamo de la marihuana es esencial para permitir el desarrollo de una industria sostenible en México. La investigación y el desarrollo en torno al cáñamo pueden generar empleo, impulsar la economía y fomentar prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente. Además, la legalización del cáñamo puede contribuir a la reducción de la deforestación al proporcionar alternativas a la industria papelera tradicional.

Es fundamental que las autoridades mexicanas aborden la desinformación y eduquen al público sobre las diferencias entre el cáñamo y la marihuana. La promulgación de regulaciones claras y específicas para el cultivo y procesamiento del cáñamo puede eliminar las barreras que actualmente impiden su desarrollo pleno en el país.

México tiene el potencial de liderar la región en la producción sostenible de cáñamo, aprovechando las oportunidades económicas y medioambientales que esta planta ofrece. Al desmitificar los lazos con la marihuana y enfocarse en el potencial agronómico e industrial del cáñamo, México puede avanzar hacia un futuro más diversificado, sostenible y económicamente próspero.

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El cáñamo, con su capacidad para ser un superhéroe en la resolución de problemas globales, está llamado a ocupar un lugar destacado en la investigación y desarrollo sostenibles. Para que la industria del cáñamo alcance su máximo potencial, es esencial abordar las deficiencias actuales, promover la investigación rigurosa y establecer estándares que impulsen la viabilidad a largo plazo. En última instancia, el cáñamo no solo es una planta, sino un recurso valioso que puede allanar el camino hacia un futuro más sostenible y equitativo.

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