Por: Máximo Santos Miranda*

Nuestro modo de vida no ha hecho más que evolucionar desde que el ser humano apareció en el planeta como especie. El hombre pasó de ser nómada a asentarse en el territorio de forma estable y poco a poco a ir concentrándose en espacios de terreno cada vez más pequeños llamados ciudades. Unas ciudades que se fueron convirtiendo en polos de atracción del comercio, el talento y las inversiones de las áreas circundantes. 

Una de las características de nuestras sociedades es que somos colectivos fundamentalmente urbanos y es que a día de hoy más de la mitad de la población mundial vive en ciudades de más de 400.000 habitantes. El crecimiento y desarrollo de las ciudades se ha acelerado en los últimos 50 años, de forma que todos los estudios que se elaboraron antes del inicio de la pandemia preveían que en año 2050 alrededor del 70% de la población mundial viviría en espacios urbanos. Para que podamos valorar este porcentaje convenientemente tenemos que tener en cuenta que cuando comenzó el siglo XX tan sólo el 13 % de la población mundial vivía en ciudades. 

Si nos vamos más al detalle observamos que a día de hoy más del 75% de la población europea de Estados Unidos, México, Brasil, Chile o Argentina vive en ciudades o megaciudades. Mucho menos urbanizados están países como India, China, Indonesia o Bangladesh, aunque el transito del campo a la ciudad que están viviendo todos estos países en los últimos lustros es muy significativo. En la India, por ejemplo, el porcentaje de población urbana se sitúa a día de hoy únicamente en el torno del 30%. 

La población urbana no ha hecho más que crecer y este crecimiento estaba siendo especialmente intenso en estos últimos años. Entre los años 2010 y 2019 aproximadamente 80 millones de personas en el mundo dejaron el campo para irse a vivir a la ciudad anualmente. Sin embargo, no sólo el ser humano tiende a concentrarse en espacios cada vez más reducidos, sino que también la riqueza ha tendido a concentrarse cada vez más en las ciudades. Según un estudio de la consultora McKinsey sobre el mundo urbano, se estimaba que en las 600 ciudades más dinámicas del planeta donde vive el 23% de la población mundial se genera el 55% del PIB mundial.  El estudio preveía que en el año 2025 el PIB que se generaría en esas 600 ciudades más pobladas se incrementaría hasta el 58%. 

Si el coronavirus no hubiera aparecido en escena, el proceso de urbanización humana habría continuado su avance tal y como venía sucediendo en las últimas décadas, si bien dicho proceso sería especialmente destacable en África y el sudeste asiático en donde los niveles de urbanización son en general notablemente inferiores a los de otras regiones del planeta. 

La pandemia ha puesto de manifiesto que la especie humana es especialmente vulnerable en las grandes concentraciones urbanas, ya que la transmisión de los virus es muy difícil de combatir en espacios reducidos en donde se agrupan un gran número de individuos. Este hecho nos lleva a preguntarnos si la pandemia será o no un punto de inflexión en la expansión de las ciudades. 

A día de hoy resulta todavía muy prematuro dar una respuesta tajante a la cuestión planteada, aunque sí que podemos subrayar una serie de ideas que pueden ser un punto de partida en el debate que se va a generar. En primer lugar, la pandemia ha puesto de manifiesto que el trabajo en remoto es una forma de trabajar que se debería asentar en los próximos años y para trabajar en remoto no es preciso vivir en la ciudad. Cualquier ubicación es válida, no es necesario vivir en las grandes ciudades, sino que podemos vivir en otras localizaciones y desplazarnos puntualmente a la sede central o a otras oficinas para mantener reuniones o para reportar de forma presencial sobre nuestro trabajo a la organización a la que pertenecemos. El teletrabajo permite a las empresas reducir el tamaño de las oficinas y esto supone un importante ahorro de costes, al mismo tiempo que facilita la conciliación de la vida laboral y familiar del trabajador. 

En segundo lugar cabe pensar que el proceso de automatización de la industria y los servicios va a continuar y que incluso se va a acelerar, ya que las empresas tenderán a reducir costes ante la fuerte crisis económica que se nos viene encima. Esta mayor automatización, por una parte, destruirá empleo en los centros de trabajo tradicionales pero al mismo tiempo se crearán otros nuevos empleos asociados a lo digital y a los nuevos desarrollos tecnológicos que son los más susceptibles de ser desempeñados en remoto. 

Otro elemento a considerar es el desarrollo de la educación en línea, una forma de difusión del conocimiento que ya se estaba desarrollando antes de la pandemia pero que tras ella se esta difundiendo de forma acelerada. La educación en línea nos permite realizar estudios o impartirlos desde cualquier ubicación y por lo tanto ya no será tan necesario desplazarse a las ciudades para poder seguir estudios universitarios o de otro tipo.

Hay otros muchos puntos a considerar y su evolución dependerá en gran medida de la duración de la pandemia y de como esta nos haga replantearnos nuestra forma de vida. La vuelta al campo o el desarrollo de ciudades medianas en detrimento de las megaciudades es una posibilidad que a día de hoy se puede considerar realista muy al contrario de lo que sucedía con anterioridad al inicio de la pandemia.

Contacto:

*Doctor en Economía y experto en temas de banca, finanzas y hacienda.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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