En la política entre países rige el llamado principio de anarquía, visto no como desorden sino como falta de gobierno central que medie o sancione lo que hacen los países entre ellos. Ahí donde se acaba el Estado no hay nada, o para decirlo en palabras de Jorge Guillén: el resto, la selva.   Cuando el crítico de TV Álvaro Cueva dice que el espionaje no es normal se equivoca. Entre las personas que me gusta seguir en Twitter está él. Gracias a su columna me entero de lo que sucede en ese aparato que hace mucho que no veo. Luego, basado en sus recomendaciones busco en Internet los programas que me interesaron. Sin embargo a Cueva le da de tanto en tanto por escribir de política y más allá de si coincido con sus posturas o no, en lo general se le va de las manos el planteamiento cuando escribe de esos temas. Pues bien, siguiendo mis lecturas diarias me topé con una de sus columnas que trataba el caso del espionaje a Peña Nieto por parte de los servicios de inteligencia de los EU y aseguraba: “Y no, la discusión no debe ser que el espionaje es algo normal, ya sea entre enemigos, ya sea entre aliados. ¡No es normal!” Y ahí es donde se equivoca y echa agua donde no hay fuego, porque el espionaje ¡sí es normal! Y no está a discusión. Es posible que no sea moral y muy seguramente es ilegal pero eso es muy diferente. En el caso mexicano es una constante que se ha convertido en un “deporte nacional”, según un par de políticos y algún clérigo. Dado que el escándalo se dio por espionaje internacional empecemos por ahí. En la política entre países rige el llamado principio de anarquía, visto no como desorden sino como falta de gobierno central que medie o sancione lo que hacen los países entre ellos. Ahí donde se acaba el Estado no hay nada, o para decirlo en palabras de Jorge Guillén: el resto, la selva. En las relaciones internacionales hay dos grandes escuelas (y varias menores), la primera es la realista, que opera bajo el principio de autoayuda. De manera sencilla podemos explicar su lógica con el siguiente razonamiento: Nadie me va a defender, tengo que ser grande y fuerte para que los otros no me peguen. Lo cual deriva en el llamado dilema de seguridad: la seguridad del otro me pone en peligro. Esto es que si el de enfrente es grande y fuerte, yo también tengo que serlo para que no me amenace. Porque, yo no sé con qué motivo está creciendo y fortaleciéndose… ¿Y si lo hace para atacarme? Esa fue la lógica que imperó durante la llamada Guerra Fría. Es la misma que hoy observamos en Japón y que responde al surgimiento de nuevas potencias en la región Asia Pacífico, la cual se está calentando. Justo en ese punto entran algunos teóricos para decirnos que todo es un problema de comunicación. Al desconocer las intenciones del otro no sé sabe cómo actuar y ahí es que surgen los espías y los servicios de inteligencia, algo que sucede desde el principio de la civilización. Se necesita saber qué piensa el otro, qué está haciendo y cómo me afecta. Entonces si un Estado no espía a sus vecinos está poniendo en riesgo a sus propios ciudadanos y los seres humanos no se agruparon por buena onda, sino entre otras cosas para alimentarse y protegerse. La muestra de lo anterior está en que luego de que Estados Unidos se disculpara por haber espiado al gobierno y empresas de Brasil, los brasileños reconocieron públicamente que ellos también espiaban –modestamente– a los representantes diplomáticos de los Estados Unidos, Iran, Rusia e Irak. La otra escuela de las relaciones internacionales es la liberal la cual dice: ‘OK, el problema de todo esto es la falta de comunicación ¿no? Pues entonces así como abrimos las fronteras al libre comercio para que la interdependencia evitara que nos peleáramos por los recursos naturales, de la misma manera hay que eliminar otras barreras’. ¿Pero cómo se hace eso? De principio, con diplomacia, luego su propuesta es crear instituciones que si bien no son un gobierno global o supra nacional ayudan a ponerle cierto orden al mundo. También proponen que se transparente y comparta cierta información. Un caso extremo de la falta de comunicación fue la crisis de los misiles en Cuba. Rusia colocó misiles con cabezas nucleares en la isla y al ser descubiertos por los aviones espías de EU se desató un conflicto que estuvo a punto de detonar la primer –y quizá única– guerra atómica. Y no es exageración los militares de EU creían que las cabezas no estaban armadas y que activarlas tardarían unos días así que un ataque sorpresa acabaría con la amenaza, pero se equivocaban estaban listas para ser lanzadas a la menor provocación y de hecho Fidel Castro estaba dispuesto a que se usaran aún sabiendo que Cuba desaparecería. Al final uno de los acuerdos entre el presidente de EU, J.F. Kennedy, y su homólogo soviético, N. Krushev, fue establecer un teléfono rojo, una línea directa y segura entre la Casa Blanca y el Kremlin para consultar que es lo que pasaba en caso de dudas. Al menos del lado estadounidense existen grabaciones de cómo se solucionó el conflicto eso y otros documentos dieron lugar a un libro y una buena película titulados 13 días, que cuentan cómo Krushev establece contacto con la Casa Blanca a través de un espía. Recapitulando, para la escuela liberal o idealista que el espionaje exista sería menos que inadecuado, pero no olvidemos que de ello depende la seguridad de los Estados y los gobiernos existen para defender a sus ciudadanos y preservar su propia existencia. Entonces cuando las buenas intenciones de los liberales se van de la mano todos nos volvemos realistas. “En la paz el mundo, en la guerra mi patria”. Y en ese universo es que el espionaje sí es normal, lo que pasa es que Snowden nos lo jodió todo. Y todavía es más normal cuando se trata de una potencia hegemónica, porque ya lo decían los atenienses a los melios (o al menos así lo cuenta Tucídides), por ley natural tanto los dioses como los hombres siempre se impone sobre los demás aquel que tiene más poder, dicha ley, aseguran, ya existía cuando ellos llegaron y seguirá (no se equivocaron, sigue) después de ellos: “pues sabemos que también ustedes o cualquier otro, de llegar a estar en la misma situación de poder que nosotros, harían lo mismo”. Así pues cuando España era imperio y en su territorio no se ponía nunca la luz del sol, Felipe II estableció una amplia red de espionaje que ha quedado bien documentada y para ello basta darse una vuelta por google books. Ya luego otros imperios han hecho lo mismo y sí atendemos a Tucídides los demás no tendrían por qué dejar de hacerlo, mucho menos tratándose de la potencia militar más poderosa que existido sobre la tierra. Así que aquello que Álvaro Cueva señala en su citada columna como la noticia del año (la invasión de la privacidad y el espionaje tecnológico) en realidad debio ser la noticia del año… de 1998. En aquel entonces el Parlamento Europeo emitió un reporte sobre el proyecto ECHELON, que aseguraba que dentro de Europa, todas las comunicaciones por correo electrónico, teléfono y fax eran interceptadas rutinariamente por la NSA, “que transfiere toda la información obtenida desde Europa, por medio de un ordenador central existente en Londres y luego a través de satélite, hasta el Fort Meade de Maryland, a través del ordenador central de Menwith Hill, de North York Moors, en el Reino Unido”. Claro que en aquel entonces pocos teníamos internet, las redes sociales no existían, el e-commerce estaba en pañales, ¡existía el fax! y apenas si entendíamos las dimensiones de lo que algo así podía significar, en aquel entonces se espió a los países que negociaban el GATT (que fue el origen de la OMC). Al final es algo normal en cuanto que sucede, insisto puede ser ilegal, inmoral, poco ético y peligroso para la privacidad de cualquiera, pero esa es otra discusión.   Aunque bueno, siempre es posible que http://www.youtube.com/watch?v=41XNyk-HUjs En el universo paralelo http://www.youtube.com/watch?v=7lxDREJ4vTo   Donde habitualmente se mueve http://www.youtube.com/watch?v=iq-YeD4L-bg   Álvaro Cueva http://www.youtube.com/watch?v=KgwiWHAWDSk   El espionaje http://www.youtube.com/watch?v=N6jnLqVcqSg   No sea normal.   Contacto Twitter @Sur_AAA   *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.    

 

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