La primera diversificación relevante de Costa Rica ocurrió con la expansión del turismo, que de acuerdo con datos del Banco Central de Costa Rica, para 1999 representaba cerca de 65% del sector servicios. Hay que considerar también la tradición democrática y civilista de más de 150 años, que llevó al país a abolir el ejército en 1948. Estos factores han facilitado la orientación de la estrategia nacional hacia áreas clave de inversión.   Por Alfonso Amén   Además del atractivo natural de la biodiversidad y la ventaja de compartir la zona horaria de uno de los motores de la economía global, la estrategia costarricense para aumentar su competitividad se ha enfocado en fortalecer elementos diferenciadores, con una inversión de largo alcance. Como antecedente histórico, la balanza comercial de la economía costarricense se basaba en la exportación de productos tradicionales (principalmente café y plátano) a destinos convencionales (Estados Unidos y Europa). La primera diversificación relevante ocurrió con la expansión del turismo, que, de acuerdo con datos del Banco Central de Costa Rica, para 1999 representaba cerca de 65% del sector servicios. Hay que considerar también la tradición democrática y civilista de más de 150 años, que llevó al país a abolir el ejército en 1948. Estos factores han facilitado la orientación de la estrategia nacional hacia áreas clave de inversión. Costa Rica cuenta con un sistema de seguridad social de cobertura universal, y con altos niveles de escolaridad, resultado de un esquema de educación pública, gratuita y obligatoria (el gasto en educación representa 7% del PIB y se elevará a 8%), en el cual 85% de los niños asisten a clases de inglés y francés durante la primaria y la secundaria. En cuanto al desarrollo de infraestructura cabe destacar que Costa Rica cuenta con múltiples vuelos de conexión directa hacia Estados Unidos, América Latina y Europa. Además, ha desarrollado un esquema de zonas francas que ofrecen beneficios competitivos para la inversión extranjera. La inversión en los factores antes descritos permitió al país incursionar, desde hace más de 15 años, en la diversificación de productos del PIB, con una apuesta importante en el sector servicios. Los resultados positivos se evidencian en indicadores contrastables. Por ejemplo, de acuerdo con datos de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo, en el país operan más de 120 compañías que son líderes entre los proveedores internacionales de servicios. Costa Rica exporta servicios de alto valor agregado, que incluyen procesos de negocio (bpo) y procesos basados en conocimiento experto (kpo) para compañías de múltiples sectores industriales alrededor del mundo, algunos generados en más de 14 idiomas. En este sentido, el sector servicios de valor agregado (tecnología y procesos de negocio) hoy representa, en términos porcentuales de aporte al PIB, prácticamente el mismo monto que la agricultura y el turismo. La ubicación geográfica e interconexión logística también ayudan a mejorar la calificación de Costa Rica como destino de inversión. Compartir la misma zona horaria con algunas ciudades de Estados Unidos y de América Latina ha impulsado la estrategia del nearshoring. Al considerar este panorama, las perspectivas que se vislumbran para el país centroamericano son positivas, no obstante que existe la oportunidad de instaurar procesos de mejora continua relacionados principalmente con los siguientes desafíos:
  • Fortalecer el encadenamiento para fomentar una cadena de abastecimiento que aproveche las sinergias y productos locales
  • Promover la adquisición de mejores prácticas.
  • Culminar exitosamente el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
En términos de tendencia vemos en Costa Rica un país que, por su nivel de desarrollo en el sector servicios, ya no es atractivo para procesos de bajo valor agregado (por ejemplo, la atención telefónica centralizada), sino que ha incursionado en esquemas de alto valor agregado como el bpo y el kpo, lo que le augura un promisorio futuro.   Alfonso Amén es socio director de KPMG en Costa Rica.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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