Recuerdo cuando estudiaba derecho en la Universidad una lección importante fue que, la velocidad vertiginosa a la que la realidad se desenvuelve en el mundo actual es un fenómeno que a menudo supera con creces el ritmo al que la legislación y regulación pueden adaptarse. Mientras que la sociedad avanza a pasos agigantados, impulsada por avances tecnológicos, cambios culturales y desafíos globales, las leyes y regulaciones a menudo luchan por mantenerse al día. Este desfase entre la realidad y la legislación puede generar tensiones y desafíos.
Ejemplos claros pueden ser, el cambio climático, un problema que se ha venido agravando en los últimos años y no obstante a ello muchas legislaciones en el mundo aún no regulan y legislan de manera adecuada, teniendo como consecuencia retos que conllevan garantizar nuestra propia existencia en el futuro.
Otro ejemplo claro de es la aparición de las nuevas tecnologías. Las nuevas tecnologías cambian rápidamente y pueden tener un impacto significativo en la sociedad. Sin embargo, el proceso legislativo y regulatorio pueden tardarse en adaptarse a estos cambios. Esto puede generar problemas, como la falta de regulación de las nuevas tecnologías, lo que puede llevar a abusos o problemas que al igual a corto o largo plazo pueden repercutir sobre nuestros ecosistemas.
En el mundo Fintech, una realidad que vivimos y que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (“CNBV”) buscó mitigar, fue que, al momento que vio nacer numerosas empresas financieras digitales, aceleró la creación de la Ley Fintech, teniendo su famoso artículo octavo transitorio, que permitía a las empresas Fintech continuar operando bajo el amparo del régimen legal anterior a la Ley Fintech sujeto a varias condiciones.
Este artículo transitorio fue diseñado de manera oportuna para dar un periodo de transición a las empresas Fintech que ya estaban operando en México antes de la entrada en vigor de la Ley Fintech para regularizarse. Sin embargo, algunas entidades abusaron de dicha intención y muchas empresas se ampararon bajo ese argumento para seguir operando sin buscar un cambio real en su manera de operar.
Un fenómeno distinto fue el que siguieron otras entidades que fueron migrando entre licencias financieras para efectos de continuar su desarrollo y que encontraron diversos modelos que no correspondían enteramente a sus fines y propósitos, por lo que hoy no solo vemos en el mercado Fintech (incluyendo neobancos), Instituciones de Tecnología Financiera como Instituciones de Fondeo Colectivo, Instituciones de Pago, Instituciones de Activos Virtuales, sino que también vemos licencias financieras tradicionales como Sociedades Financieras Populares, Instituciones de Banca Múltiple, u Operadoras de Fondos de Inversión.
Lo que planteo dado lo anterior, es la necesidad de observar al ecosistema financiero de manera integral (empresas tecnológicas y no tecnológicas), estableciendo reglas que otorguen un piso parejo a los participantes del mercado.
El día de hoy la totalidad del sector financiero está buscando innovar y disrumpir por vías digitales en el entendido que es la manera de seguir creciendo y desarrollándose, esto lo que fomenta es mayor competencia y a su vez mejores productos y condiciones a los usuarios.
Un estudio reciente del Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge (CCAF por sus siglas en Inglés), el Banco Mundial y el World Economic Forum basado en datos de 1,448 Fintechs operando en 192 áreas en el mundo, incluyendo varias en México, reportan el rol tan relevante que juegan dichas entidades en materia de inclusión financiera. Dicho estudio demostró la capacidad que tienen las Fintechs en llegar a clientes antes desatendidos como mujeres, personas en calidad de pobreza y pequeñas y medianas empresas, en dicho estudio se menciona que el 50% de los clientes provienen de dichos sectores.
Según datos de Statista, se estima que India tuvo el mayor número de usuarios de banca digital en el mundo en 2022. El número de usuarios en India fue de 295 millones, 70 millones más que en Estados Unidos, que ocupa el segundo lugar. Esto ejemplifica la gran oportunidad como fuente de inclusión financiera en México ya que en México el número total radica en aproximadamente únicamente 70 millones.
Lo que originan los datos previamente señalados y la oportunidad que refleja en ellos, es ver movimientos como el de ciertos bancos tradicionales entrando en modelos digitales como Openbank de Santander, casas de bolsa como GBM adoptando modelos digitales como GBM+, o modelos nacidos digitales que migraron de un esquema tecnológico a un esquema de SOFIPO y que, ahora con la salida de su producto de Préstamo Personal y con la información que ha reportado últimamente en cuanto a sus índices de capitalización por encima de los requeridos a las a las SOFIPOs (e incluso comparándose con la banca), dejó abierta la posibilidad de convertirse en Banco en el futuro. Posiblemente la regulación bancaria es el más adecuada para ellos.
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El reto interesante viene de lado de la CNBV para efectos de poder atender a la realidad y permitir que esta siga evolucionando de manera propicia; para ello debe facilitar el progreso de los participantes del mercado con el fin de poder llegar a fomentar la inclusión y la educación financiera mientras cuida de manera responsable los intereses de los usuarios del sistema.
* Alvaro Vértiz es experto en análisis y estrategias de mercado y mentor en Endeavor México; además de profesor de Administración y Negocios en la Universidad Panamericana. Actualmente se desempeña como socio de Dentons Global Advisors.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
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