Con los procesos digitales convirtiéndose en la herramienta esencial, algunas empresas están más preparadas para los cambios provocados por esta transformación vertiginosa que otras. Parece que estamos cambiando y no para bien: lo estamos haciendo en forma desordenada y eso está generando mucha angustia y estés laboral. El tecnoestrés es un círculo vicioso que se genera por una necesidad ansiosa de estar permanentemente conectado; es un estado de tensión que busca estar presente siempre y en todo lugar sin dar un momento de reposo. Es un problema que se presenta en los individuos y que las empresas deben atender para poder prevenir su impacto a nivel organizacional. 

El tecnoestrés tiene consecuencias de amplio espectro tanto en la salud de las personas y en el trabajo. Se trata de padecimientos musculares, dolores de cabeza, fatiga mental y física, ansiedad, temor y aburrimiento. Se trata de un tipo estrés específico derivado de la introducción y uso de nuevas tecnologías en el trabajo.

Hay mucha angustia en el ambiente. Además, de la amenaza general a la economía, está el freno a la actividad económica, —aproximadamente 200.000 establecimientos estadounidenses fueron cerrados permanentemente en los últimos doce meses—, la pérdida de empleos, —según el Fondo Monetario Internacional, independientemente del apoyo de política ya desplegado, las tasas de desempleo promedio han aumentado en comparación con el promedio anterior a la pandemia—, están subiendo los niveles de tecnoestrés, de fatiga crónica y queda claro que para sobrevivir, necesitamos cambiar la forma de hacer negocios.

Es muy doloroso ver que muchas personas se niegan a cambiar de perspectiva y lo es más grave perderla por completo. La combinación letal que está afectando a la forma en la que hacemos negocios se deriva de una tensión de alta intensidad, jornadas laborales extendidas que van más allá de los niveles humanamente posibles y una conexión constante vía plataformas digitales. Internet, telefonía móvil, robots industriales, el trabajo a distancia, la economía electrónica, el comercio digital, la sociedad de la información son herramientas que debemos usar en forma inteligente. No obstante, por increíble que parezca no los sabemos aprovechar correctamente.

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Nos han dicho que para los nativos digitales el uso de tecnología les es completamente natural y parece que la afirmación no concuerda con la realidad. Todos estos progresos tecnológicos ponen de manifiesto problemas técnicos, pero también problemas humanos y sociales que debieran ser objeto de profundo debate debido a sus consecuencias tanto para los colaboradores como para las empresas y organizaciones. Necesitamos cambiar la forma de hacer negocios. 

Estamos generando angustia y fatiga en nuestros equipos de trabajo por dos razones sencillas: hay abuso de la tecnología y no sabemos parar. Circula en redes sociales una imagen en la que se lee: No hagas todo por WhatsApp, es un reflejo de este problema. Muchas personas han trasladado sus operaciones a aplicaciones digitales y aunque muchos crean que han ampliado su espectro, hay quienes en realidad lo están reduciendo sin darse cuenta o, están aumentando los riesgos y provocando debilidades.

Esta realidad nos está provocando una serie de amenazas que debemos atender ya que las consecuencias pueden tener un radio negativo de gran alcance. Las nuevas tecnologías demandan su prevención para evitar riesgos y efectos negativos en su impacto tanto para las empresas como para sus equipos de trabajo. Antes de parecer profeta que da voces en el desierto, debo aclarar que el concepto de tecnoestrés no es nuevo, fue acuñado por el psiquiatra estadounidense Craig Brod en 1984 en su libro “Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution”. Lo define como: “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable”. 

 En este sentido, hay que llevar a cabo una evaluación para la prevención de riesgos ya que las condiciones de trabajo pueden verse afectadas porla introducción de nuevas tecnologías. Se que parece un sinsentido y no lo es.  Las exigencias laborales tienen consecuencias en aspectos físicos, sociales y organizacionales del trabajo con tecnologías de información que requieren esfuerzo sostenido, y están asociados a ciertos costos fisiológicos y psicológicos. Los podemos percibir cuando vemos a nuestros jefes inquietos, a nuestros pares nerviosos, a nuestros subordinados desesperanzados. Las principales demandas en gente que utiliza estas herramientas son variadas: 

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Sobrecarga de trabajo, hay demasiadas cosas que hacer en el tiempo disponible la rutina en el trabajo.

Monotonía y aburrimiento sobretodo cuando el trabajo no requiere un esfuerzo mental y sostenido, es decir que requiere poca capacitación, como introducir datos en la computadora.

 Efecto silo y conflicto de roles:  tareas repetidas, ya que aparecen demandas que son percibidas como incompatibles entre sí, por ejemplo, las instrucciones dadas por grupos diferentes.

Desorden en horarios, tareas, responsabilidades y transgresión de límites. Aumento de información inútil. 

 Conflicto trabajo-familia.

Al igual que ocurre con otras problemáticas en el ámbito de los negocios en general, o relacionadas con el estrés en particular, las estrategias de intervención pueden aplicarse desde un nivel más individual a un nivel organizacional. En estas últimas es donde es necesario hacer más hincapié. Es cierto que la tecnología está para ayudarnos y tenemos que hacer uso de ella. Sin embargo, hay que hacer conciencia para darle un uso adecuado.

Por fortuna, el problema tiene solución. Los empresarios deben garantizar que cada colaborador a su cargo reciba la formación teórica y práctica, suficiente y adecuada en materia preventiva, tanto en el momento de su contratación, como cuando se produzcan cambios en las funciones que desempeñe o se introduzcan nuevas tecnologías. De este modo, los usuarios de la tecnología tendrán estrategias más potentes para afrontar el unos de la tecnología cuyo objetivo principal es aumentar los las potencialidades previniendo así tanto la tecno fatiga como la tecno ansiedad. Sin embargo, hay que hacer énfasis en que esto sirve siempre y cuando se trate de formación de calidad. De este modo, podemos decir que la formación organizacional proporcionará una mayor y mejor forma de aprovechar la tecnología cambiando para bien la forma de hacer negocios.

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