Cuando se trata de decidir entre candidtXs, la mayoría de la gente utiliza ciertas características como una representación fija (o meramente una impresión) de cualidades, atributos, modelos y generalizaciones. Es decir, creamos etiquetas y/o estándares que sirven como atajos para clasificarlXs y orientar el sentido de nuestro voto (con o sin fundamento).

Los estereotipos se usan en el marketing electoral con un doble fin: por un lado, generar una percepción positiva de nuestrX candidatX y por otro, imputar a sus opositores la mayor carga emocional negativa mediante el uso de estratégico de atajos, imágenes, prejuicios, historias, mensajes y contenidos publicitarios.

Durante las campañas electorales veremos cómo se usan estos recursos de forma muy frecuente. Escenificaciones, publicidad, mensajes, anuncios, declaraciones, eventos y discursos planeados para influir, incidir, orientar y/o generar impresiones, efectos e impactos que exploten estos estereotipos.

Sin embargo, siempre representan riesgos, pueden caer en el extremismo o generar actitudes de intolerancia, discriminación o conflictividad, ninguna deseable en un escenario democrático.  Aquí algunos ejemplos:

1.- Hecho desde abajo

LXs candidatXs se forjaron a sí mismos, lucharon, se abrieron paso en un entorno adverso, estudiaron, trabajaron, fueron madres solteras, estuvieron en la quiebra, vencieron resistencias, a los votantes les encanta esa narrativa de solos contra el mundo.

Se ganaron el lugar, lo merecen, nadie les concedió ni les regalo nada; han demostrado resistencia, trabajo, fortaleza, tenacidad, perseverancia, disciplina, características favorables y deseables para quienes aspiran a un puesto de elección. Oiremos y nos repetirán este discurso muchas veces. Mangas arriba, sudor, largas marchas sin descanso, mirada al frente, testimoniales de logros personales para aderezar los spots de campaña.

En contraste, la gente con una vida fácil en plenitud, que se la pasó en clubes de golf, fiestas y francachela, sin conocer las penurias o la escasez es flojo -intrínsecamente- no tiene la capacidad para entender o sentir, ni siquiera de poder asimilar las necesidades y problemas de la gente menos favorecida.

2.- La ofrenda y entrega

Los aspirantes se inmolan, ofrecen su vida por el pueblo, no quieren ni buscan privilegios, riqueza o poder, todo es por el bienestar de la sociedad, se despojan se su túnica y se ponen al servicio de todos, ofrecen austeridad, transparencia, honestidad, gastos limitados y grandes ahorros.

Sacrificaran todo por servir, dejaran atrás los lujos, vivirán en una choza comiendo una vez al día -caray- bara, bara lleve su político de precio bajo. Un carrito viejo, ropa decrépita y raída, andar en el metro, comer en el mercado, unos tacos bastan para simular y disfrazarse.

Enfrente están los opositores a los que se adjudicarán todas las etiquetas (estereotipos) de malos y perversos. Es prioritario hacerlos ver como monstruos, mafias, grupos de catrines con colmillos afilados, garras y látigos flagelando a los ciudadanos.  

Esos robaran, saquearan, se llevarán hasta las sillas del palacio municipal, el presupuesto acabará en casas, negocios, lujos, cuentas off shore y transas inconfesables. Critiquemos la bolsa de marca que usan, sus lujos, sus excesos, todos los símbolos de riqueza mal habida e indecente. Hipocresía de doble moral que siempre suena a envidia. 

3.- Héroes y heroínas al rescate

Un país nuevo surgirá de las ruinas en que lo han dejado, aquí llegan los reconstructores, los reparadores, los conciliadores, en un entorno devastado, con la inseguridad, el desempleo y la economía destrozadas siempre oiremos las voces del sí se puede.

Las virtudes de los aspirantes en este modelo recaen en su experiencia, fortaleza, eficiencia, capacidad. El discurso, las poses, la imagen deben ser asertivos, resilientes, echados para adelante, contundentes, motivadores; estos son lXs modernXs luchadorXs que escuchan el llamado del pueblo y vienen a redimir lo perdido. 

Bajo esta estrategia, se pretende orientar la percepción del electorado hacia un punto aspiracional de acuerdo con sus demandas, problemas y expectativas para demostrar que nuestrX candidatX es la única y mejor opción para resolverlos y dar resultados.  De los rivales se criticará su incompetencia, mediocridad, falta de visión y las consecuencias de su bajo desempeño.

4.- Populismo y promesas al ritmo de un eslogan

Hay que hacer de todo por lXs simpatizantes. Se puede ganar incluso sin propuestas, sin la menor idea de que es un puesto público, la ley o las instituciones. Solo basta usar un chillido pegajoso, una frase, chistes, ocurrencias, bailes, fotos, arrastre y popularidad se pueden simular sin broncas.

La ciudadanía se aferra a creer que los halagos y los compromisos son “de a deveras”; que le van -por fin- a cumplir. Un amor y una pasión fingida no se distinguen cuando el cuerpo se afloja.

El populismo no tiene límites a la hora de fundirse con la generalidad pretendiendo su exaltación. Responde con zafiedades -chela en la mano- a las calumnias e injurias de “los de arriba”, solo los hijos del pueblo merecen el voto al haber nacido en la noble cuna del pesebre del callejón moderno.

Todos esos contrastes, etiquetas, escrúpulos, manías, generalizaciones y otros muchos se pondrán en marcha para que decidas por quién votar.

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