Es curioso cómo, en este mundo en el que vivimos tan distraídos, estar enfocados se ha convertido en una ventaja competitiva. En esta era de aceleración social en la que estamos hiperinformados y súper atareados, resulta complejo fijar la concentración. Andamos muy preocupados, con muchos asuntos que pretendemos atender al mismo instante. Así, lo más sencillo es distraernos y perder el enfoque.

Queremos encontrar fórmulas que nos enseñen a resolver todo rápido y bien. Por lo general, buscamos métodos que nos digan las formas y formatos para conseguir el éxito. Buscamos encontrar la receta secreta que nos revele el misterio del éxito. Y, en ese afán, nos perdemos. Andamos a toda prisa como El Conejo Blanco de Alicia en el país de las Maravillas, sin saber el afán de nuestras prisas.  No obstante, el enfoque no responde a la pregunta ¿cómo?, sino a ¿qué? ¿Qué es lo que quiero ganar?  Y aunque la pregunta es simple, resulta muy difícil de responder. El problema es que si no sabemos qué queremos ganar, no importa cuántas respuestas al cómo hacerlo tengamos. Serán inútiles.

La falta de enfoque no es nueva, aunque en los últimos años se ha agravado. Digo que no es nueva porque recientemente, leí una vieja entrevista que le hicieron a Katherine Anne Porter, periodista estadounidense ganadora del premio Pulitzer en los años sesenta que volvieron a publicar recientemente. En ella, Porter se dice sorprendida al darse cuenta del nivel de distracción y falta de enfoque de la gente. Según ella, el cincuenta por ciento de las personas no ponen atención a sus metas, el cuarenta por ciento no han decidido sus metas y sólo el diez por ciento las tiene claras.

Sin embargo, de ese diez por ciento, sólo un cinco por ciento son fieles a lo que quieren, se enfocan y no se alejan de ellas. Ella cayó en la cuenta de que el enfoque es el ingrediente necesario para alcanzar el éxito. Parece una verdad de Perogrullo y tal vez lo sea, aunque parece que muchos se han olvidado de esta simpleza. Estar enfocado es una visión que va más allá de fijar metas.

Ralph Waldo Emerson dijo: “El mundo le abre paso a las personas que saben bien a dónde van”. Es decir, no es sólo decir a qué lugar quiero ir, sino tomar los pasos y la dirección necesaria para llegar. El enfoque que implica una visión más compleja y completa de lo que es fijar metas tiene seis características:

1.- Han de estar por escrito. Para que nuestras palabras no sean arrastradas por el viento, la forma más efectiva de fijarlas a nuestra conciencia y ponerlas en el presente sin olvidarlas es escribirlas. Lo escrito, escrito queda, dijo Poncio Pilatos y tuvo razón. Así la letra se convierte en compromiso que será difícil olvidar.

2. La meta tiene que ser personal, es decir, debe tener un significado para cada miembro del equipo que esté involucrado. Ese es el enfoque que le permite llegar a buen puerto. Cuando la meta carece de sentido en forma individual, es muy fácil desafiliarse, procrastinar y eventualmente, olvidar.

3. La meta necesita ser muy específica. La claridad abona a la comprensión y como si se tratara de una cadena virtuosa, la comprensión lleva a la ejecución. Los proyectos fallan cuando las personas no entienden qué es lo que deben hacer. Mientras más general sea la meta, mayores posibilidades de error se forjan. Por el contrario, mientras más clara y delimitada, es decir, mientras más específica sea, aumentan las posibilidades de éxito.

4. El enfoque se debe centrar en lograr la meta. Uno de los errores más frecuentes que se comenten durante la planeación de cualquier proyecto es plantearse metas que son imposibles de lograr. De entrada, eso en lugar de motivar, genera el sentimiento contrario.

5. Al plantear una meta, el enfoque debe ser dejar evidencia del avance y del logro. Por lo tanto, es de suma importancia que nos enfoquemos en darle una unidad de medición. ¿Cómo vamos a saber si estamos avanzando, si nos estamos desviando o si vamos para atrás? No hay método más efectivo que el de dar un parámetro de medición, lo mismo pueden ser pesos, longitudes, porcentajes, unidades vendidas, etc.

6.- Si la meta no tiene un enfoque de logro que sea sensible al tiempo, la consecución de la meta no se llegará a dar. Tenemos que definir con claridad cuando se inicia un proyecto y cuándo se termina. De otra manera, pareceremos perros que corren a toda velocidad persiguiéndose la cola.

A partir de estas características, lograremos construir metas que sean una fuente de motivación para los integrantes del equipo de trabajo y conseguir de todas las personas que estén involucradas en el logro un compromiso sincero y honesto.

Evidentemente, cuando nosotros estamos enfocados en una visión que nos lleve más lejos que sólo determinar las metas, hemos de ser conscientes de los recursos necesarios para conseguir el éxito, de otra manera, estamos concibiendo metas que nacen muertas.

Las metas exitosas se enfocan en la acción. Es decir, son una guía de tiempos y movimientos que nos detallan qué queremos conseguir y qué acciones debemos de llevar a cabo para triunfar en el afán.

Una de las ventajas de enfocarse en lo que queremos lograr es que esta actitud nos sirve para fijar estándares de desempeño. Es mucho más sencillo llegar a dónde queremos cuando todos saben qué es lo que queremos lograr.

Pero, cuidado. Tenemos que poner atención en la forma en la que nos enfocamos. Un enfoque muy rígido nos puede dar una falsa sensación de seguridad, por eso, nuestra mirada debe ser de amplio espectro fija en la meta que queremos cruzar. El enfoque al que me refiero es una ayuda, no un estorbo. Hay gente que entiende este concepto como una especie de necedad a ultranza y es todo lo contrario.

El enfoque debe contar con una planeación estructurada, pero con un punto de inflexión que se da por la intuición y la creatividad. Lo que es rígido al extremo se quiebra al primer movimiento, lo que es flexible a más no poder, genera inestabilidad y perdida de claridad. Vamos, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre.

La forma de enfocar nuestra visión para ir más allá de la planeación de metas es estar atentos. En un mundo de gente distraída, los que tienen la mira puesta en la meta y se concentran en su logro, cuentan con una ventaja competitiva.

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