Cuando cumplió 14 años, Alfredo Quiñones Hinojosa cruzó la frontera con Estados Unidos para trabajar como jornalero en campos de algodón, pero lo deportaron. A los 19 volvió. Hoy es uno de los médicos con mayor prestigio en la lucha contra el cáncer cerebral en Estados Unidos. Este mexicano es el Jefe del Departamento de Neurocirugía y el Director del Programa de Cirugía de tumores cerebrales y cirugía pituitaria en Mayo Clinic, que año con año califica en primer lugar en Estados Unidos en esas especialidades. ¿Cómo pasó de ser un campesino indocumentado a una de las figuras clave en la oncología cerebral?  El médico se lo atribuye al esfuerzo de sus padres… y al hambre, no sólo metafórica. Lo primero que hizo fue aprender inglés en una escuela comunitaria en Fresno, California, mientras trabajaba en campos de algodón, así como en la limpieza de tanques vacíos de ferrocarriles, entre 1988 y 1991. “Limpiaba tanques con aceite de pescado. Era un olor horrible”, cuenta el neurocirujano en entrevista con Forbes México. En 1991 recibió su Green card gracias a la legislación estadounidense para los inmigrantes que trabajaban en el campo. No se detuvo allí. Concursó por un lugar en la Universidad de California, Berkeley. Allí estudió ciencias exactas como física y matemáticas. “Apliqué y me apliqué, en el sentido de trabajar todos los días”, recuerda. En su último año en Berkeley, decidió ir a la facultad de medicina de Harvard, inspirado por su abuela, que era curandera, pues a ambos les gustaba ayudar a la gente y trabajar con sus manos. Para costear sus gastos educativos, Quiñones trabajó como asistente de profesor, enseñando cálculo y física, pero también buscó becas y préstamos. Terminó con una deuda de 10,000 dólares y en Harvard de 125,000. Se especializó  en neurocirugía después de que el prestigioso médico estadounidense, Peter Black, lo invitara a presenciar una operación abierta de cerebro, mientras cursaba su tercer año en Harvard. “Entré al quirófano y miré al paciente despierto. Recuerdo como las rodillas se me doblan al mirarlo. Me quedé congelado. Emocionalmente fue algo muy poderoso”, recuerda.   El campo de batalla Estados Unidos espera 80,000 casos de tumores cerebrales primarios, de los cuales, 32% suelen ser malignos, de acuerdo con cifras de la Asociación Americana de Tumores Cerebrales. En la principal economía del mundo, hay 700,000 personas viviendo con tumores primarios y en el sistema nervioso. Y la expectativa para 2017 es que mueran 17,000 personas ante el tumor primario y en el sistema nervioso. Si se trata de un tumor metastático, es decir, cuya células malignas provienen de otro tumor en el cuerpo, no se distingue en edad ni raza. Y si este clase de cáncer aparece entre el nacimiento y 10 años de edad, es una indicación muy mala, porque crecerá rápidamente. El costo para combatir esta enfermedad oscila entre los 10,000 y 400,000 dólares por tratamiento, pero depende de las necesidades y patología. El camino para encontrar las causas sigue siendo espinoso y minado por la especulación, con hipótesis que van desde el estrés hasta los teléfonos móviles y redes eléctricas.   ¿Y México? En el caso de nuestro país, el número de casos se reduce  una fracción de Estados Unidos. Quiñones asegura que el nivel de los médicos mexicanos es de los mejores del mundo y que incluso aprende de ellos cada vez que los visita, pero cuentan con pocos recursos para hacer las cirugías más avanzadas. “Pienso que en cuestiones de cáncer cerebral tenemos oportunidad de tomar un papel importante para encontrar curas. La sobreviviencia es la misma. Pese a la mejor tecnología, no hay una diferencia muy grande, pero no (los pacientes mexicanos) tienen acceso a radio o quimioterapia. Tenemos que invertir más y encontrar curas que cuesten menos”. Pero en 2016, el gasto en ciencia y tecnología cerró lejos de la meta de 1% del (PIB), en 0.47%, de acuerdo con el cuarto informe de gobierno de Enrique Peña Nieto. La tecnología que se requiere es altamente costosa. Un microscopio llega a valer hasta medio millón de dólares. Pero Quiñones confía en que en su laboratorio pueden generarse soluciones por 50,000.   Caminos para combatirlo Quiñones cuenta que en su laboratorio emplean procedimientos como migración de celular para saber como se transportan estos microorganismos dañinos. Además usan nanopartículas, células madre de tejido adiposo y las reprograman genéticamente “Usamos esas células como caballos de Troya y las mandan de regreso”. De esta forma, el neurocirujano entiende mejor a los tumores y sus procesos de invasión, nichos, pues cada caso muestra un comportamiento distinto.     Recomendaciones de un neurocirujano Hay factores que pueden reducir el riesgo de padecer cáncer. El doctor Q dice que las personas deben hacer ejercicio porque el cuerpo responde ante el estrés, que baja el sistema inmune y los hace más susceptibles, “es muy importante llevar una vida sana”. También recomienda comer bien, descansar, no tomar mucho, no fumar y llevar, en cambio, una vida más relajada. “No quiero decir que no tengas pasión como trabajador, sino que encuentres esa catarsis cuando hay mucha tensión”, recomienda.  

 

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