EFE.- La Unión Europea celebra este viernes un consejo extraordinario de ministros de Energía para empezar a concretar soluciones urgentes a la galopante crisis energética con la alza de precios que afecta en particular al gas y a la electricidad y que Bruselas atribuye a la “manipulación” de Rusia.

Los titulares de Energía de los países de la UE iniciarán su reunión a las 10 hora de Bruselas (08:00 GMT) sobre la base de una serie de planteamientos informales de la Comisión Europea que, junto con las aportaciones que viertan las capitales en la cita hará una propuesta formal la próxima semana, probablemente el martes.

La presidenta del Ejecutivo comunitario, la alemana Ursula von der Leyen, ha asumido las riendas de la respuesta a la crisis energética y el miércoles esbozó algunas ideas para orientar el debate. Entre ellas, la iniciativa que a priori reúne más consenso es acordar un ahorro generalizado de electricidad, también por ser la más sencilla de aplicar.

“Ahorro, ahorro, ahorro”, decía una fuente diplomática para resumir la principal prioridad de los Países Bajos de cara a la reunión.

Falta por saber si sería un racionamiento obligatorio centrado en las horas de mayor demanda, como propone la Comisión, o si terminará siendo un ahorro voluntario, en línea con el 15% de ahorro de gas acordado el pasado julio por los Veintisiete.

Bruselas también trabaja sobre la posibilidad de capturar beneficios extraordinarios de las empresas energéticas, limitar la asignación de renovables, hidráulica y nuclear en el sistema marginalista, inyectar liquidez a los grandes compradores de energía con dificultades de tesorería e imponer un precio máximo de compra al gas ruso que llega a la UE por gasoducto.

El precio del gas se ha multiplicado casi por diez en un año, lo que ha provocado que el precio de la electricidad haya subido un 300% en 2022, un curso geopolítico marcado por la invasión de Rusia sobre Ucrania.

También ha empeorado las cosas la sequía, con una caída de la generación hidráulica en la UE del 26% este verano, y el hecho de que más de la mitad de los reactores nucleares de Francia están parados por problemas técnicos o de mantenimiento.

La crisis es común y el diagnóstico compartido, con Rusia como gran factor desestabilizador. Pero es difícil alcanzar consenso en la respuesta entre veintisiete países con realidades energéticas muy diferentes.

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Crisis común, realidades energéticas diferentes

Alemania, por ejemplo, no quiere imponer un techo de precio al gas de Rusia, país que ha amenazado con cortar todo el suministro energético a la UE si se avanza en esa dirección. Bélgica, en cambio, ha pedido un tope de precio de compra a todo el gas que llega a la UE, no sólo al ruso que llega por tubería.

Polonia ha señalado que prefiere suspender el gravamen a las emisiones de CO2 en el mercado ETS a recuperar “beneficios caídos del cielo” de las empresas energéticas, que podría aplicarse tanto a las eléctricas como a las petroleras o gasistas. Pero Francia sí que apoya ese tipo de gravámenes, que aplican ya países como España e Italia.

España, que junto con Portugal disfruta desde junio un “mecanismo ibérico” que limita el contagio de precios del gas a la electricidad, cree que una solución similar podría servir al resto de socios europeos.

Varias fuentes diplomáticas señalan que existe cierto consenso hacia algún tipo de mecanismo en ese sentido, pero no necesariamente igual al ibérico sino, quizá, poniendo un precio máximo al precio por megavatio que recibirían las tecnologías inframarginales, aunque se estudian distintos sistemas con un mismo objetivo: que la carestía del gas no se proyecte artificialmente sobre la electricidad.

Con estas discrepancias de fondo, las capitales llegan a la cita con la presión que ejercen los precios sobre la Unión Europea, con una inflación que supera ya el 9% y se acerca a los dos dígitos alimentada, especialmente, por el encarecimiento de los productos energéticos y los alimentos.

La tendencia al alza de los precios amenaza con hacer descarrilar la recuperación iniciada tras la pandemia y el Banco Central Europeo (BCE) suma ya dos subidas de tipos consecutivas en los últimos meses, la última un alza histórica de 75 puntos para elevar el precio del dinero al 1.25%.

Ese deterioro económico se va traduciendo en malestar social. El pasado sábado, unas 70,000 personas protestaron en Praga contra la OTAN y las sanciones de la UE contra Rusia y el próximo 25 de septiembre Italia celebra unas elecciones legislativas cuyo resultado se entiende como crucial para la estabilidad política del bloque comunitario. 

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