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Fernando Botero partió de este mundo terrenal para quedar resguardado en la memoria colectiva gracias a sus pinturas de voluminosas figuras humanas y esculturas que lo llevó a ser considerado uno de los grandes artistas de Colombia.
Botero nació en Medellín, el 19 de abril de 1932 y falleció este viernes 15 de septiembre en Monaco, a los 91 años. Si bien su carrera comenzó a despegar en la década de los 60, desde su adolescencia empezó a publicar sus primeras ilustraciones en medios locales de su natal Medellín.
Una vez que culminó sus estudios secundarios se mudó a Bogotá en 1951, cuando tuvo su primera exposición en la galería Leo Matiz donde presentó oleos, acuarelas y tintas, entre otros.
Fue en la Academia de San Marcos, en Italia, donde Botero estudió a detalle el arte del renacimiento italiano, estudiando especialmente la obra de Piero della Francesca, Paolo Uccello y Tiziano, mismos que fueron determinantes para experimentar el volumen en sus pinturas.
Su monumental forma de ver la vida dejó un gran legado cultural en el campo de la pintura donde inmortalizó a toreros, mujeres, campesinos y sacerdotes entre muchos otros, todos con su característico volumen, en ocasiones como un crítica a la política.
Algunas de sus obras más representativas son “La camera degli sposi” que presentó en el XI Salón Nacional de Artistas Colombianos en 1958 , así como “Obispos muertos” donde Botero amontona una serie de cuerpos de obispos ataviados con sus vestiduras y atributos de poder.
Botero no sólo se asentó en la pintura y el dibujo, también realizó figuras como “La paloma de la paz”, una estatua que realizó tras el acuerdo de paz alcanzado entre el gobierno colombiano y las FARC en 2016 o “El caballo” que actualmente se encuentra en la ciudad de Monterrey.
Botero dedicó más de 70 años a su obra, que comprende un estilo inconfundible que en un inicio fue descartado, pero que con el paso de los años valió la fama internacional con sus pinturas de colores luminosos marcando una revolución estética hasta el día de su muerte.
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