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¿Qué pasa cuando un proyecto creativo cobra vida y te obliga a, simplemente, seguir sus pasos? La mejor opción, de acuerdo con Antonio Von Hildebrand, es hacer justo eso: seguirlo para documentarlo. Después será inevitable echar a volar la imaginación para, desde la trinchera personal, descubrir una nueva forma de hacer del mundo un sitio mejor para todos. Así pasó con la filmación de The Great Oven, un proyecto documental que, después de tres años de haber sido conceptualizado, se acerca a su fase climática de producción, en los próximos meses, cuando en Colombia se reúnan dos mujeres que han enfrentado adversidades relacionadas con la migración y el desplazamiento forzado en polos opuestos del planeta.

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Antonio aguarda el momento en que estas mujeres se miren a los ojos. Antes de ahondar en los matices de este encuentro, es necesario explicar la naturaleza del proyecto, lo cual, a pesar de la aparente simplicidad de su concepto (introducir un horno en una comunidad con problemas sociales, principalmente asociados a migración e inseguridad, para, además de alimentar a los refugiados, crear alternativas de sustento), requiere de definiciones profundas, de raíz…

Foto. Antonio Von Hildebrand/ The Great Oven

¿Qué es The Great Oven? “Aún nos hacemos esa pregunta”, responde Antonio. “El documental que hacemos es sólo una parte de lo que estamos construyendo; es decir, es un formato para mostrarlo. Una de las ideas es hacer una B Corp, esto es, no una caridad, sino emitir acciones a todo el mundo: desde los refugiados, hasta los soldadores y los financiadores. A toda persona que se incluya en este corporativo se le darían acciones, con ánimos de que, a futuro, se puedan sacar [poner a la venta] productos con el sello ‘The Great Oven’: salsas con recetas libanesas y chiles latinoamericanos; recetarios, programas de comida… Hay una escalabilidad de los productos que podemos crear. Es un camino a explorar”, explica Von Hildebrand, productor y socio de The Great Oven Project.

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¿Cómo comenzó todo? “James Thompson, fundador original de The Great Oven y mi socio, además de amigo desde hace varios años, estaba arrancando este proyecto en Irán y me comentó, en una tarde casual, que Líbano tenía el problema de inmigrantes y desplazados más grande del mundo. Yo le dije que no, que sus estadísticas estaban equivocadas, porque en Colombia tenemos el problema de migración y de desplazados internos más grande del mundo. Y entonces comenzamos a discutir un poco sobre quién estaba en peor situación”.

Continúa: “En aquel entonces, James se encontraba en Irán montando los hornos, como auténticos caballos de Troya, con el fin de introducir una alternativa de progreso en entornos de gran complejidad. El primer paso era lograr, por un momento, sentar a la gente y hacer comunidad. Y, en el fondo, también crear dignidad y negocio para los inmigrantes”.

Foto. Antonio Von Hildebrand/The Great Oven

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HISTORIAS PARALELAS

“Él ya estaba poniendo en marcha el primer horno en el Líbano cuando nos dimos cuenta de las similitudes que había, tanto en Siria y Líbano como en Colombia y Venezuela, países que son altamente similares en su historia, en sus migraciones. En ese momento, vimos que esto nos planteaba [el reto de] cómo contar la historia”. Ocurrió, además, una coincidencia muy improbable y, sin embargo, muy real. Así lo explica Antonio:

Antonio Von Hildebrand es uno de los productores del proyecto The Great Oven, el cual incluye un documental en fase de producción que podría ver la luz en el primer trimestre del 2023. Crédito de foto: Antonio Von Hildebrand.

“Cerca de la frontera con Venezuela, hay un pueblo que se llama Maicao. Esta localidad tiene una diáspora muy grande de sirios y libaneses que han llegado a lo largo de los últimos 75 años. Maicao tiene la mezquita más grande de Latinoamérica. Ahí, la escuela privada es [impartida] en árabe y más de la mitad del pueblo, aun colombianos y en viviendas wayú hablan árabe. Es una ciudad musulmana, palestina, siria y libanesa… ¡pero del otro lado del mundo! [Entonces] dijimos: ‘Ya son demasiadas casualidades; aquí están dos mundos… uniéndose’”.

Para contar esta historia, el encuentro entre Rawda y Rita será fundamental. Son dos mujeres que han generado impactos positivos en sus regiones, una en el Líbano y la otra en la frontera de Colombia y Venezuela. Al respecto, el productor ahonda en la personalidad de ambas: Rawda vivía en un campo de refugiados palestinos. “Ella fue esposa ‘por orden’, pues a los 13 años se tuvo que casar”, detalla Antonio.

“Rawda es independiente y feminista por naturaleza; llevaba 15 años sentada en el campo de refugiados y, cuando llegó el horno, se fue acercando tímidamente para explicar que ella sabía cocinar. El horno la empoderó y le sacó algo que siempre había estado en ella, pero que no había tenido la oportunidad de ver”.

Foto. Antonio Von Hildebrand

En la otra parte de este encuentro anunciado está Rita, colombiana e indígena wayú, quien, en la mitad del desierto y en una situación adversa, montó una escuela para niños levantando financiamiento en Europa. Hoy, la escuela, con 1,500 niños, tiene un sistema de energía solar y un circuito de bicicletas para que los alumnos puedan ir y volver desde sus rancherías. También acondicionó una pequeña cocina comunitaria para que los niños cocinen. Y es en este punto exacto cuando se plantea introducir un horno. “No veo la hora en que estas dos mujeres se encuentren. Sé que se verán reflejadas la una en la otra”, afirma.

La gente que comenzó a trabajar en el proyecto en Irán acudirá a la frontera de Colombia y Venezuela, en calidad de expertos, para enseñar a la comunidad wayú cómo construir los hornos. “Y, aunque tengan barreras de idioma, será interesante ver cómo se entienden en la práctica. Cocinar es un lenguaje universal que trasciende las palabras. Eso captura el proyecto documental. Esta idea de que ayudar tiene que ver con un voto de pobreza es la razón por la cual la gente no ayuda. Estamos realmente en contra del cuento de la caridad… porque eso no devuelve dignidad”, subraya el creativo.

Foto. Antonio Von Hildebrand.

A CONTRACORRIENTE

“Lo interesante de esto, y lo digo a título personal, es que tiene todas las adversidades que jamás he visto en un proyecto y, al mismo tiempo, tiene todas las virtudes que jamás he buscado. Esto genera un impacto real que no me estoy inventando. No estamos contando un cuento de ‘qué pasaría si lo montáramos y lleváramos tres años y vamos a alcanzar la cifra de 1 millón de comidas dadas…’, porque 1 millón de platos es lo que ya hemos dado hasta ahora”, enfatiza Antonio Von Hildebrand.

El documental, reitera, representa sólo una fase de un proyecto más grande que aspira a generar múltiples contenidos para una audiencia global en busca de mayor calidad y significado en la oferta de entretenimiento. “Es, simplemente, una pequeña parte de este proyecto y va a ser el primer mordisco que podremos mostrar al mundo. Pero, eventualmente, podremos tener, desde festivales de música, hasta productos, restaurantes… Nos encantaría hacer un ‘master chef’, pero de migrantes de todo el mundo compitiendo. ¿Por qué siempre tienen que ser las celebridades de Hollywood? ¿Por qué no ponemos a gente real?”, cuestiona el productor.

El estreno de The Great Oven podría ocurrir en el festival de Sundance, en los primeros meses del próximo año. Después, habrá de llegar a todos los rincones del planeta a través de una plataforma de streaming por definir. “Nosotros vamos detrás del horno. La espera y la volatilidad global han creado un horno que tiene vida propia y verlo ha sido increíble”, concluye el realizador colombiano.

Artículo seleccionado de la edición impresa de Forbes México. Mayo 2022

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