Ginebra, París y Londres integran una triada de metrópolis especialistas en cumplir sueños sibaritas. Los argumentos de estos destinos europeos son elocuentes y se expresan en platillos rebosantes de creatividad, servidos en restaurantes con estrellas Michelin, además de cocteles creados en las barras de algunos de los mejores bares del mundo.
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La siguiente guía incluye espacios culinarios que comparten más de un atributo fundamental: además de formar parte de las principales recomendaciones gourmet del planeta, todos integran el exclusivo portfolios de Oetker Collection, un sello hotelero que enaltece su nivel de hospitalidad al máximo.
La ruta propuesta se realiza al cobijo de tres propiedades excepcionales: The Woodward, situado al pie del lago de Ginebra; Le Bristol, en el corazón de París; y The Lanesborough, de frente a Hyde Park, en Londres.
Orgullo ginebrino
La primera parada en este itinerario diseñado por Forbes Life es en The Woodward, hotel que acoge al legendario restaurante L’Atelier Robuchon, ubicación suiza del concepto culinario asentado en otros países, creación del chef francés Joël Robuchon.
Actualmente, el lugar destaca en la escena gourmet ginebrina bajo la guía del chef Olivier Jean. Su cocina abierta reclama protagonismo en una atmósfera bicolor (roja y negra) cargada de dramatismo,
mientras 36 comensales disfrutan platillos llenos de imaginación.
Todos, elaborados con un marcado respeto a los ingredientes que fortalece la calidad culinaria que caracteriza al chef Jean, cocinero que destaca en el competido firmamento gourmet europeo.
Lujo parisino
Le Bristol es uno de los hoteles emblemáticos de París y, por supuesto, de los más anhelados. Sus áreas comunes y espacios privados dan constancia de la elegancia clásica parisina. La propiedad alberga dos restaurantes excepcionales, bajo la guía del chef Eric Frechonc, que deben ser visitados en cualquier escala en el destino: Epicure, máxima expresión de la gastronomía francesa y poseedor de tres estrellas Michelin; y 114 Faubourg, brasserie asentada en un espacio de lujo relajado que se extiende en dos plantas: una de ellas (la baja), con la cocina abierta a unos pasos, permitiendo apreciar el dinamismo del equipo culinario poseedor de una estrella Michelin.
En Café Antonia, la cocina muestra una nueva faceta, más fresca y espontánea. El espacio es exquisito, y su menú no escapa a la vista maestra del chef Frechonc. Muy cerca de ahí, Le Bar parece esconderse a primera vista, pero abre sus puertas para cerrar el día con un coctel en la mano, relajado y divertido, en una atmósfera elegante y cálida que se torna extravagante bajo el concepto After Dark, cuya iluminación púrpura inunda el espacio para encender el ánimo de los presentes y retrasar el momento del descanso.
Finalmente, una auténtica “rareza” (atendiendo a la escasez de espacios privados de gran amplitud y al aire libre en la capital francesa) se descubre al avanzar hacia el centro de la propiedad: es Le Jardin Français, escondite urbano ideal para gozar del almuerzo o de la hora del té y comer entre rosales, luz natural y bordeado por la delicada vegetación.
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Excelencia británica
La ubicación privilegiada de The Lanesborough le convierte en la tercera parada de una travesía culinaria que, de la mano de Oetker Collection, no teme a las distancias geográficas. En su interior, de frente a Hyde Park, se ubican espacios carismáticos que invitan a emprender un viaje a través del tiempo para aterrizar en una nueva dimensión donde la vida es exquisita y el disfrute de los sentidos se erige como regla máxima. Tan es así, que The Lanesborough es el único hotel londinense que cuenta con servicio de mayordomo las 24 horas.
Con el chef Shay Cooper al mando, el restaurante The Lanesborough Grill es fiel exponente de la cocina británica contemporánea. Su filete Wellington es un platillo indispensable para paladear la esencia de una cocina que prioriza los ingredientes locales y deja una muy grata memoria sensorial.
En este mismo espacio deslumbrante se lleva a cabo la ceremonia del té de la tarde, momento cumbre al visitar Londres. El servicio posa en la mesa una selección de sándwiches, postres, panes artesanales, cocteles y champagne. Además, por supuesto, de un nutrido menú de bebidas que elevan el disfrute del té a niveles ceremoniales que sólo pueden disfrutarse en esta urbe.
Al atardecer, aún al resguardo del hotel, The Library Bar emerge como el lugar adecuado para cerrar una travesía culinaria sin par. En su barra se gestan creaciones de coctelería que rinden tributo a los clásicos, y el espacio resguarda bebidas con siglos de antigüedad, además de algunas ediciones especiales de tequila que sorprenderán a quienes disfrutan las bondades del destilado mexicano, las cuales son presentadas con orgullo (y a la menor provocación) por Mickael Perron, gerente del bar.
El regreso a la suite a través de pasillos cuya decoración brinda la sensación de viajar al pasado, es un adelanto del sueño reparador que aguarda a pocos metros de distancia.
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