Nadie podría adivinar que, dentro de un barrio urbano de Fukusaki, en la prefectura japonesa de Hyōgo, se esconde una construcción de 300 años de antigüedad que posee el estatus de Bien Cultural Tangible y en la cual es posible alojarse. Es el hotel Nipponia, también conocido como La Mansión de los Libros.

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El acceso a la propiedad se da a través de un pasillo empedrado. Al llegar al jardín interior, la sensación de haber atravesado un portal en el tiempo es total. La habitación, en tanto, devuelve al presente por medio de algunas amenidades con la única consigna de respetar el silencio reinante. El equilibrio entre diseño tradicional y contemporáneo del espacio es notable. El único ventanal lleva la vista a un descanso visual exclusivo para la habitación, en el que se ensalza la vegetación local y que, desde la contemplación, induce a la calma.

En las paredes, decenas de libros integran una colección curada con esmero que invita a explorar la cultura nacional. Las palabras vertidas en aquellas páginas habrán de convertirse en custodios de una estancia propicia para recuperar energías y conquistar un destino estratégico para visitar atractivos turísticos notables.

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Antes del descanso, Farm’s Kitchen el restaurante de Nipponia, ofrece una cocina creativa de acento francés que echa mano de los ingredientes locales, incluidos cultivos orgánicos, con el objetivo de transmitir una sensación reconfortante en cada platillo. El servicio acompaña la experiencia con esmero y conduce a la certeza de haber disfrutado una experiencia culinaria redonda.

© NIPPONIA HARIMA FUKUSAKI
Foto: © NIPPONIA HARIMA FUKUSAKI

De vuelta a la habitación, el comedor de estilo tradicional obliga a anclarse al piso para apreciar la dimensión de una experiencia lejos de lo convencional. Y el agradecimiento por el presente, la salud y la vida deriva en una reverencia en solitario, hecha con los ojos cerrados, que permite abrazar un silencio generoso que amplifica la claridad de los pensamientos.

Un silencio que parece liberar la conciencia y el cuerpo, así sea por una noche, de la prisa intrínseca del mundo contemporáneo.

Esplendor níveo

No es de extrañar que el Castillo de Himeji ejerza una fascinación igual de potente entre los turistas nacionales y aquellos internacionales que arriban a Fukusaki.

Nipponia
Foto: Alberto Romero.

Esta elegante edificación data de principios del siglo XVII y también es conocida como El Castillo de la Garza Blanca, atendiendo al níveo resplandor que emana de sus paredes.

Gracias a su arquitectura portentosa y relevancia histórica, ha recibido el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Mundial Cultural.

El punto culminante de una visita a este complejo urbanístico es el ascenso pausado a través del Daitenshu, la gran torre principal que se levanta seis plantas del suelo. Para recorrer el edificio en su totalidad, hay que subir con gran precaución a través de unas escaleras de madera; esto, atendiendo a su grado de inclinación, estrechez y superficie resbaladiza.

Castillo de Himeji
Foto: Alberto Romero.

Cada piso revela el alto grado de complejidad empleado en la concepción de esta fortaleza, además de vistas a hurtadillas hacia la estampa urbana de Himeji, la cual se descubre entre celosías y aspilleras que constituían parte central del sistema de defensa del castillo en otros tiempos y que hoy alientan la curiosidad de sus visitantes.

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