Aman ha mostrado una evolución orgánica durante más de tres décadas, hasta convertirse en una de las marcas de hospitalidad más intuitivas del mundo. Sin embargo, la apertura de Aman New York, en agosto del año pasado, representó un hito para la firma, al consolidar la estrategia de llevar su codiciado estilo de vida a los mejores emplazamientos urbanos del planeta.
Las propiedades de Aman se crean de manera integral y son sensibles a la geografía y el patrimonio cultural de cada destino. Estos preceptos se manifiestan de manera especial en una de las ubicaciones más deseadas en el borough neoyorquino más famoso: en la esquina de la Quinta Avenida con la Calle 57, en el corazón de Manhattan.
La arquitectura mantiene la emblemática estética del Crown Building, construido en 1921, y el diseño logra un sublime vínculo entre su historia y la filosofía de la marca. La dualidad es una constante en sus espacios, porque en ellos se encuentran el Oriente y el Occidente, el pasado y el presente, el fuego y el agua, la naturaleza y el arte.
A los interiores del edificio, que alguna vez acogió al Museo de Arte Moderno, se han integrado grandes instalaciones y piezas decorativas firmadas por artistas de todo el mundo, muchas de ellas creadas específicamente para Aman New York.
La reforma fue desarrollada en colaboración con el experimentado Jean-Michel Gathy de Denniston Architects, y se encumbra con un halo de serenidad inimaginable en el concurrido midtown. La propiedad es una suerte de santuario urbano, cuyo núcleo es una superficie de 2,300 m2 destinada al bienestar, con instalaciones que comprenden dos espacios de spa privados, una alberca techada de 20 metros y estudio de yoga y pilates, entre otras comodidades que llaman a la introspección.
Las suites de Aman New York se encuentran entre las más generosas de la ciudad. Están inspiradas en la arquitectura espaciosa de las propiedades de Aman en el sudeste asiático y en ellas se puede disfrutar de la calidez que emana de una chimenea funcional. El uso de materiales orgánicos en la propiedad aporta una sensación de equilibrio y armonía que se alinea con el logrado concepto de hospitalidad que abandera al sello.
La suites están inspiradas en la arquitectura espaciosa de las propiedades de Aman en el sudeste asiático
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Si la serenidad es distintiva en Aman New York, la pasión que alimenta el alma a través de la autenticidad de su oferta gastronómica también lo es. Ambos conceptos confluyen en el ornamento de Nama, un restaurante que centra su propuesta en la tradición japonesa washoku, con platos que defienden los mejores productos de temporada, además de tener una barra íntima para disfrutar de la experiencia omakase, delineada por el chef Takuma Yonemura.
Arva también utiliza los mejores y más frescos ingredientes de origen sostenible provenientes de granjas locales, así como del océano, para rendir un homenaje honesto a la cocina rústica italiana. El asombroso espacio se extiende en Garden Terrace, con tejado de vidrio retráctil, fogatas y elementos acuáticos para disfrutar al aire libre sofisticados platos ligeros y cocteles originales. La experiencia puede continuar en el Lounge Bar, donde se practica una mixología sin artificios.
El diseño de Nama y Arva abraza el afecto por los ingredientes que se practica en sus cocinas y se hace sentir en sus preparaciones.
La propiedad hizo historia al ser el primer hotel en albergar el Aman Club, cuyos miembros tienen acceso exclusivo a dos salones y terrazas, así como al Cigar Lounge y el Wine Room, además de una curada selección de experiencias inmersivas que descubren lo mejor de la escena cultural de Manhattan: desde reuniones personalizadas con artistas emergentes, hasta aprendizajes a través de la lente con la guía de un fotógrafo famoso, o acceder a sesiones culinarias magistrales.
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