Vino, historia, tradición y cultura se mezclan en las bodegas de Ribera del Duero. Desde leyendas, como Vega Sicilia, a recién llegadas, como lagar de Proventus, asistimos al nacimiento de un mito.
«UN BUEN VINO ES COMO UNA BUENA PELÍCULA: DURA UN INSTANTE Y TE DEJA EN LA BOCA SABOR A GLORIA». Lo dijo en su día Federico Fellini y llevaba razón. «Es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada catador», añadió. La experiencia de saborear una copa, de analizar sus matices y desvelar las sucesivas capas de aromas que se ocultan detrás de la primera impresión es tan diversa como el mundo de los sentidos; de hecho, aquí intervienen —al menos— tres de ellos: olfato, vista y, por supuesto, gusto. A diferencia del maridaje entre vino y comida, la cata es un momento íntimo de revelación, casi de comunión, con los sabores primigenios: a tierra —cada terroir imprime su sello en los diferentes viñedos, dependiendo de la alcalinidad del suelo y los minerales de los que está compuesto—, a madera, a frutas… El olfato nos ayuda a detectar los ecos de frutos, rojos o negros, y los olores que provienen de la madera de la barrica, como vainilla, café o cuero. La vista nos indica la estructura de un vino a través de su color: si es opaco será más carnoso y cuanto más ligero, menos denso; también para determinar su edad y crianza a través del ribete. Y el gusto nos permite descubrir su sabor, untuosidad, textura, frescura y grado alcohólico, incluso después de haber pasado por la lengua (retrogusto). Pero hay algo aún más importante que las impresiones: el ‘recuerdo’, la persistencia de las sensaciones que nos ha dejado un vino en boca y nariz después de haberlo tomado. En efecto —grazie, maestro— hay tantos recuerdos como catadores. uvas
Con los viajes pasa exactamente lo mismo. Su recuerdo nos acompañará mucho después de haber finalizado y se imbricará en nuestra vida de manera inexorable. La memoria puede ser mentirosa —lo es en muchas ocasiones—, pero al final termina triunfando sobre la realidad. El recuerdo que la Ribera del Duero deja en el viajero es el de una tierra fértil y hospitalaria, donde el sello de la historia se mezcla con la mejor gastronomía y los caldos más exquisitos. Castillos como el de Peñafiel, que alberga en sus entrañas parte de las bodegas Protos (la fortaleza medieval se alza sobre una montaña en cuyas profundidades hay horadado un laberinto de dos kilómetros de galerías subterráneas que custodian 9,000 barricas); monasterios como el de Valbuena (convertido hoy en un hotel balneario de cinco estrellas), y templos góticos ceden el protagonismo a los viñedos, que se extienden hasta el infinito. Y a las bodegas, por supuesto. Más de 200 registradas bajo la Denominación de Origen Ribera del Duero, que engloba a algunas de las más prestigiosas de España —y del mundo—, como Vega Sicilia, aunque también las hay mucho más pequeñas, como Félix Callejo, que sigue conservando su esencia familiar a cargo de sus hijos José Félix, Noelia, Cristina y Beatriz; o Valduero, una de las primeras que se formaron bajo esta D.O.; y relativas recién llegadas, como Lagar de Proventus, adquirida por el mexicano José Ramón Ruiz, propietario de La Europea. valtravieso-crianza-ribera-del-duero
DE LA TIERRA A LA COPA Repartida entre las provincias castellanas de Valladolid, Burgos, Soria y Segovia, la tradición vitivinícola de esta región —que comienza aproximadamente por el este en San Esteban de Gormaz y se extiende hasta Quintanilla de Onésimo en el oeste— abarca al menos 2,000 años de historia (hay un mosaico romano, hallado durante la vendimia de 1972, que lo atestigua). El medievo favoreció la extensión del cultivo y elaboración de la uva en localidades como Peñafiel o Aranda de Duero, que han visto cómo su historia se hunde en la misma tierra que sus vides centenarias.
Dos elementos confluyen para convertir a este área geográfica en una meca enológica: por un lado, las características del suelo, ideal para el cultivo de la vid; por otro, los contrastes de temperaturas producidas por su clima extremo, con inviernos gélidos, veranos muy calurosos y una pluviometría moderada, que ayudan a obtener unos elevados estándares de calidad. La principal variedad de uva que se cultiva aquí es la tempranillo, llamada tinta del país. Para que un vino pueda acogerse a la D.O. debe incluir al menos un 75% de este tipo de uva en su elaboración, aunque en la zona también se producen otras variedades, como cabernet-sauvignon, merlot, malbec; y la garnacha tinta y albillo, que también están admitidas, si bien en pequeñas cantidades. El auge que ha experimentado la cultura del vino en los últimos años, especialmente en la pasada década, ha propiciado la asociación de bodegas de renombre con starchitects internacionalmente conocidos. Ribera del Duero no es una excepción: la ampliación de Protos a cargo de Richard Rogers o las instalaciones de Portia, diseñadas por Sir Norman Foster, son un buen ejemplo. Conforme crecía el número de visitantes en los últimos años (en torno al 33%), la propuesta enoturística también ha aumentado de manera exponencial. Así, existe la posibilidad de complementar una visita a alguna de las bodegas —paradójicamente Vega Sicilia, la más mediática, no admite visitas— con catas de vino, enoterapia, rutas gastronómicas…
El año pasado fue, además, clave para Ribera del Duero, ya que Robert Parker, el catador más influyente del mundo, eligió Pruno, de una pequeña bodega —Finca Villacreces—, como el mejor vino del mundo en relación calidad/precio. Y cuando el gurú habla, el resto del planeta escucha.
Robert Parker

Robert Parker

DE LA UVA A LA DERMIS Los polifenoles son uno de los antioxidantes más eficaces que existen y se encuentran en la piel y pepitas de las uvas, sobre todo en la variedad Vitis-Vinifera-Tempranillo de la Ribera del Duero. El grupo Matarromera, propietario de tres bodegas en Ribera del Duero (Matarromera, Rento y Emina), ha investigado sus beneficios y ha desarrollado Esdor, la primera línea española de productos cosméticos de alta gama enriquecidos con Eminol, un extracto natural concentrado de polifenoles.

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