Para lograr la prometida cobertura universal, el sistema de salud tiene que entrar al quirófano. El Plan Nacional de Desarrollo a 2024 propone crear el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar que permita al gobierno cumplir la meta de una cobertura para cerca de 20 millones de personas que hoy no tienen acceso a servicios de salud. Pero el presupuesto y los tiempos no alcanzan. Hoy el gasto público en salud equivale en México a apenas 2.5% del PIB, muy por debajo del 6% que, estima la OCDE, se necesita para proveer un sistema de salud óptimo. MIRA LA AGENDA DEL FORO FORBES SALUD 2019 Peor aún: La tendencia en el gasto camina en sentido contrario. En el sexenio de Enrique Peña Nieto el presupuesto dedicado a salud bajó 2%, de 580,000 millones de pesos (mdp) en 2012 a 569,000 millones el año pasado, en términos reales. En tanto, las necesidades aumentaron; los mexicanos beneficiarios de la salud pública aumentaron en 6.3 millones, según el Centro de Investigación Económica Presupuestaria (CIEP). Lee también: Escasos recursos destinados a la salud afecta a los más necesitados “En un contexto en el que se habla de austeridad, buscar hacer más con menos en el sector salud es peligroso, hay medidas que se están tomando que son positivas, como la compra consolidada de medicamentos y el aprovechamiento de infraestructura, pero un plan de cobertura universal requiere de más presupuesto, las cifras indican que los problemas del sector salud no pueden resolverse sólo con eficiencia”, alerta Judith Méndez, del CIEP. La Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) estima que, para cerrar el déficit de atención médica, en 2030 las consultas médicas de enfermedades crónicas no transmisibles habrían de incrementarse 52% respecto de su nivel actual; hoy se ofrecen en el país 3.12 consultas por persona por año, cuando la evidencia de los países de la OCDE indica que una persona requiere 4.7 asistencias. Funsalud indica que hay un déficit de 195 millones de consultas anuales, que se deberían de sumar a los 375 millones de consultas actuales. Más aún: Para hacer frente a las necesidades de salud, deberán construirse 3,528 hospitales generales, adicionales a los existentes, y 652 de especialidades.

Universalidad no es gratuidad

La OMS define salud universal como un sistema en el que todas las personas pueden recibir los servicios de salud que necesitan, sin tener que pasar penurias financieras para pagarlos. “Proteger a las personas de las consecuencias financieras que puede tener el pago de los servicios de salud reduce el riesgo de que se empobrezcan a resultas de una enfermedad inesperada que exija la utilización de los ahorros de toda una vida, la venta de bienes o el recurso a préstamos, que pueden destruir su futuro y a menudo el de sus hijos”, señala un informe sobre Salud Universal publicado por la OMS en enero de 2019. De acuerdo con el CIEP, 47% del gasto total en salud en México es gasto de bolsillo, es decir, a cargo de la población, que contrata tratamientos y medicamentos en el medio privado. Judith Méndez explica que la estructura de un sistema de salud universal pública tiene tres pilares: 1) Afiliación 2) Paquete de servicios 3) Presupuesto. La investigadora explica que el sistema público de servicios médicos contempla al menos dos esferas básicas: La seguridad social otorgada a trabajadores formales (privados y de gobierno) a través del IMSS, ISSSTE, y servicios sectoriales (como Pemex y los hospitales de Sedena), así como la seguridad social pública financiada por el estado para atender a quienes no tienen una afiliación (Salubridad, Seguro Popular e IMSS Bienestar). “Los subsistemas tienen diferente fuente de financiamiento y diferente catálogo de servicios, IMSS e ISSSTE tienen un catalogo de atención de 8000 servicios, el Seguro Popular 1,600 y el IMSS Bienestar atiende 50, el reto es lograr que los servicios dirigidos a las personas más vulnerables tengan un catálogo más amplio para garantizar la atención necesaria, y al tiempo lograr que los sistemas que cubren a la población formal tengan más afiliados”, explica. Pero aquí también el problema es de recursos. El CIEP alerta acerca de que apenas cuatro de cada 10 afiliados al IMSS pueden atenderse en sus clínicas y hospitales. Y en el caso del programa IMSS Bienestar, que presume de más de 12 millones de personas adscritas (susceptibles para recibir el servicio), sólo poco más de un millón sabe que tiene derecho a ese beneficio. En cuanto a la atención, hay diferencias en las prioridades de cada institución. En el caso del IMSS, 58 % de las subcategorías se concentran en enfermedades no transmisibles (cáncer, diabetes, etcétera), mientras que en IMSS-Prospera 78 % de las subcategorías se clasifican como intervenciones de salud pública (vacunas y estudios preventivos). La infraestructura es también dispareja: IMSS y los hospitales afiliados al Seguro Popular cuentan con 0.7 camas por cada 1,000 derechohabientes y el programa IMSS Bienestar cuenta con apenas con 0.2 camas, mientras que Pemex, Sedena y Semar tienen 3.9 camas.

Instituto Nacional de Salud para el Bienestar

Desde que se firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, el Banco Mundial (BM) realizó un estudio en torno de 24 países, entre ellos México, que buscan implementar coberturas universales. Para que un sistema funcione, indica el estudio, el país debe contar con una viabilidad fiscal y contemplar la curva demográfica del país. El propósito del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar es incorporar en un solo sistema la atención médica gratuita, para lo cual integrará bajo el mismo paraguas a los hospitales de salubridad estatales y al programa IMSS Bienestar. A la cabeza del instituto estará Juan Antonio Ferrer, según informó en abril el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, y hasta el momento incorpora la infraestructura de 10 estados que han firmado un acuerdo de integración que contempla atención de primer y segundo nivel (consultas y urgencias). Forbes México consultó la Secretaría de Salud sobre la conformación y alcances del instituto, pero no obtuvo respuesta. La integración de este organismo puede traer consigo el riesgo de precarizar la atención, opina Ernesto Algaba Reyes, especialista en salud de Hogan Lovells. “Es un reto burocrático muy fuerte porque cada sistema tiene un funcionamiento y un fondeo diferente, debe cuidarse la atención a la población en primer lugar, son cambios que no pueden ocurrir de la noche a la mañana”, advierte. Conformar un mecanismo que garantice la atención universal requiere de recursos, coincide Reyes. “Es muy fácil que los primeros afectados sean los pacientes si la integración no se da de manera estratégica en cuanto a recursos y administración. Concentrar un beneficio no garantiza eficiencia”. Crear el instituto evidencia buenas intenciones, añade, pero podría quedar en papel. “Tratamos de confiar en la iniciativa de política pública para que estos esfuerzos de proveer salud se materialicen, pero el reto es de gran complejidad”.
Foro Forbes Salud 2019 | El esqueleto de México en un nuevo sexenio

 

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