Recuerdo que a finales de 1999 veía un noticiero científico en la televisión, eran tiempos en donde se hablaba sobre un cataclismo resultante de que muchas computadoras no podrían descifrar el cambio de fecha hacia el año 2000, aquel evento denominado Y2K acabó siendo una ficción que nos hizo pensar que regresaríamos a la edad de las sombras o que misiles atómicos serían lanzados hacia nuestro traspatio, pero también recuerdo a algún científico que se plantó frente a un micrófono y que mencionó: el próximo siglo será dominado por la inteligencia artificial.

El tsunami de la revolución tecnológica llamada IA va más allá de una burbuja de acciones en las bolsas de valores, el verdadero planteamiento de esta tecnología trasciende a buscar en nuestra cartera de valores cuál será la próxima Apple. El impacto será económico, social y también político.

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Esta fuerza tecnológica ya tenía precedentes tangibles en el cine que me marcaron. La avalancha de emociones que me dejó IA de Steven Spielberg (2001) sigue siendo mi marco conceptual sobre esta materia; sobre qué hablamos al enfocarnos en este tema: ¿Interacción social?, ¿retos éticos y morales?, ¿oportunidades económicas?, ¿riesgos de seguridad? Pero la ciencia ficción está siendo rebasada por la realidad.

Alpha Go es un excelente documental que vi aproximadamente hace 5 años en Netflix. Ahí la realidad ya caminaba codo a codo con la ficción. A ningún guionista en Hollywood se le había ocurrido esta historia: un programa de computadora diseñado por unos jóvenes había aprendido a jugar mejor que el campeón mundial de un juego de mesa llamado Go (un tipo de ajedrez chino) con un corolario estremecedor; para poder ganar, en el tramo final de la competencia, el algoritmo logra desarrollar y utilizar su propia “intuición” para adelantarse a las jugadas de su oponente. AlphaGo es el nombre de este algoritmo digno de una novela de Asimov y que actualmente está integrado a la matriz de Google.

La revolución de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial será en algunos años la materia prima más importante en la economía global. Pero la IA no viajará sola en este camino. El silicio, las energías renovables y los superprocesadores que se necesitarán para aprovechar esta revolución serán parte de un combo que generará profundos cambios en las economías globales.

De acuerdo con una estimación de la oficina de estadísticas laborales de Estados Unidos, para 2030 la IA permitirá automatizar cerca del 40 a 60% de todos los trabajos. ¿esto significa que se perderán trabajos o que existirán nuevos trabajos que dependerán de la IA? Me inclino por lo segundo. 

Habrá cambios en los paradigmas, uno de ellos es tangible en este momento para ti. Este artículo podría estar escrito en su totalidad por mí, o bien, una aplicación de IA podría haber escrito la mayor parte de él. Las certezas empezarán a flaquear ante el poder de procesamiento y la creación de contenidos de estas tecnologías. 

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Uno de los más grandes retos será nuestra capacidad de adaptación en lo individual y en lo social a estos cambios y también a acotar en qué actividades la IA y las máquinas que dependan de ella serán capaces de aprender y hacer mejor que nosotros sus tareas.

El pilar de la IA es el procesamiento masivo de datos y la velocidad con la que lo hacen donde la importancia de la tecnología 5G es un terreno de batalla entre EU y China. Actualmente China ya ha alcanzado a EU en el desarrollo de aplicaciones basadas en IA. La geopolítica tiene una nueva pieza sobre el tablero: la inteligencia Artificial. La guerra fría del siglo XXI no tendrá que ver con una escalada de bombas de hidrógeno guardadas en los silos de la muerte de las superpotencias, sino con la capacidad de crear tecnología y de que las sociedades y los sectores económicos de estas dos potencias se adapten a su uso y rescaten su mejor provecho.

A diferencia de la carrera tecnológica que inició Oppenheimer entre las dos superpotencias del siglo XX, esta batalla no tiene una sumatoria cero, donde nadie gana y todos perdemos. La IA podría ser el punto de apalancamiento para lograr sociedades más competitivas y equitativas, las máquinas podrían ser el complemento para lograr ser lo que por nosotros mismos nunca pudimos ser hasta hoy. 

*Edgar Arenas Sánchez es economista, gerente comercial en una casa de bolsa en México, profesor de economía bursátil en la UNAM, blogger de Rankia México y autor del libro “Invirtiendo y entendiendo”, reconocido por la Universidad Anáhuac, universidad de Cantabria y Santander Financial Institute como mejor asesor de inversiones en 2020 y 2021.

Twitter: @garoarenas

LinkedIn: Edgar Arenas

Email: [email protected]

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